Capitulo 22: Confesiones

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Escucho unos fuertes golpes en la puerta, temí por mi vida al pensar que era Lionel tratando de aniquilarme

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Escucho unos fuertes golpes en la puerta, temí por mi vida al pensar que era Lionel tratando de aniquilarme.

Cuando abrí la puerta era algo mucho peor, era Maya que tenía una cara muy enojada.

—Oh Maya que sorpresa, pensé que te quedarías una semana más de vacaciones con tu novio. —intente sonar lo más tranquila posible.

Ella me miro aún más enfurecida.

—¿¡Estas loca acaso!? —chillo exaltada.

Pero a veces ni me preguntan cómo me siento.

—No he hecho nada, lo juro. —me apresure a decir.

—¿Ah no? —saco su teléfono y me mostro una foto donde estábamos en el inframundo.

—Ah eso. —me puse a jugar con mis dedos, pues no sabía que más hacer.

—Sí eso, estas loca Gala, como se te ocurre el al infierno, ¿qué tal si te hubiera pasado algo? O, pero aún, que tu alma se hubiera quedado atrapada en el inframundo.

Rodee los ojos, ni mi mamá se preocupaba tanto, aunque no había pensado en que mi alma se pudo haber quedado ahí.

—No me iba a pasar nada, Belcebú no lo hubiera permitido. —dije segura.

—¿Dónde esta ese demonio loco? Va a ver con quien se metió. —comenzó a buscar por las habitaciones sin éxito alguno. Belcebú había salido a comprar galletas.

La paz se me fue pronto cuando entro por la puerta muy feliz.

—Ahí estas aniquilador de almas. —se fue contra él.

—Ángel quítame a tu amiga de encima. —chillo asustado.

Me apresure a calmar la situación.

—Maya calma. Estoy bien, déjalo en paz. —sujete su hombro para quitarla.

—Ustedes dos —nos señaló con su dedo— están locos. Y tu Belcebú que pensabas al llevarla al infierno.

Al parecer todas sus dudas desaparecieron.

—Sólo era un tour para que conociera mi mundo. —se encogió de hombros— nada le pasaría, yo nunca permitiría que le volviera a pasar algo.

Puse mi mano en mi cabeza preparándome para otra regañada.

—Él se refiere a cuando me caí, por eso dice que no dejaría que me volviera a pasar algo. —me apresure a decir mientras mataba a Belce con la mirada.

—Tengo que volver, pero les advierto que si vuelven hacer una locura no vivirán para contralo. —nos amenazó y se fue.

—Uf, que intenso —comento mientras comía una galleta— no estaba preparado para ese ataque.

—Me debes algo por salvar tu trasero. —me puse frente a él.

—¿Unos besitos? —cerro sus ojos esperando el beso.

Un ángel en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora