Capítulo 12: Pastel

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Pasamos al salón y el profesor estaba cada vez más extraño, lucia feliz

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Pasamos al salón y el profesor estaba cada vez más extraño, lucia feliz.

Maya y yo nos miramos nuevamente mientras entrabamos al aula.

Me senté en mi puesto esperando que dictara su clase aburrida, sin embargo, puso música.

—Hoy escucharemos música relajante —aviso— mientras, pueden hablar en voz baja o hacer alguna tarea que tengan pendiente.

Me quede anonadada, me sentía como si el señor calvo que tenía enfrente no fuera el mismo, ¿Desde cuando nos dejaba relajarnos o hacer tarea de otra materia? Todo estaba demasiado extraño.

—Gala, ese no es el señor Hugo —me comento mi amiga.

—Lo mismo creo, todo está muy extraño.

Me quede mirando como el profesor tarareaba la canción con una gran sonrisa en el rostro, incluyendo un ánimo que normalmente no tenía.

Ala estoy preocupada por lo que pueda pasarte —su tono de voz era nervioso.

Sí, Maya me solía decir Ala o ala de pollo de cariño, un apodo extraño, pero a ella le parecía original y divertido.

—Si estas preocupada por lo de Alba, te aviso de una vez que no hablare sobre eso —sentencie.

Maya tenía la mirada fija detrás de mí, me voltee para ver que estaba mirando con tanto interés y resulto que Alba estaba allí, mirando de vez en cuando de reojo.

—Pero, qué tal si ella...—no le di tiempo de que continuara.

—Has como si esto nunca paso —pedí— mejor hablemos de como te va con David —le di un empujoncito.

—Bastante bien —dijo con emoción— Ala estoy demasiado emocionada, es mi relación más larga.

—Sí lo sé, me alegro mucho por ti. —dije con sinceridad.

—¡Por fin me va bien en el amor! —inclino su cabeza imaginando alguna cosa.

—No te ha ido bien en tus relaciones pasadas porque a todos les ponías en cuerno —le recordé.

—Es que ninguno me inspiraba a hacerle fiel —se justificó.

Reí por su tonto comentario, Maya era así, quería caerles a todos, todos le parecían guapos y no podía decidirse, me alegra que por fin haya llegado alguien bueno.

—Eso espero, no soporto una infidelidad más de tu parte —me queje.

—Lo prometo —alzo su mano en juramento— mejor cuéntame, ¿Cómo te va con tu demonio de la buena suerte?

—Genial, la mayoría del tiempo es divertido, pero siempre me molesta que me lea la mente —dije con pesadez.

—¿En serio puede hacerlo? —asentí— ¿Crees que pueda ayudarme a leerle la mente a David?

Un ángel en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora