05. El primer Halloween

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La fecha para la que Sirius se preparó sin quererlo, había llegado finalmente. En realidad, el muchacho de cabello rubio platinado no era tan malo como Sirius lo expresaba, para un chico de casi 13 años, era normal generar cierto repele a alguien que en realidad envidiaba de algún modo. Lucius Malfoy tenía todo lo que Sirius tenía, pero no unos padres de mierda, además, también tenía todo lo que Sirius quería (a excepción de Narcissa). El rubio sabía lo que quería y quien era, y nadie podía despertar ni una pizca de duda en él. Eso lo había vuelto engreído para gusto de muchos, especialmente desagradable para el gusto de Sirius, que se obsesionaba con notar el más mínimo fallo en el mayor, de ese modo, podría bajarle sus humos de señor perfecto.

Regulus, por su lado, no podía odiar a quien hacía tan feliz a su prima, sin embargo, había una pequeña espina que tambaleaba un poco en su pecho cuando pensaba en la vida perfecta que podría formar con Narcissa, lejos de él.

Lucius no tenía idea de cuánto tiempo podrían pasar observándolo, deseando ser él.

—¿Cómo van las clases?

Ambos hermanos se vieron, instintivamente, buscando la respuesta en la mirada del otro. Sirius sabía perfectamente, porque los ojos de Regulus reflejaron, solo por unos segundos, a un niño temeroso. La mente del menor se había quedado en aquella clase, su mirada al vacío en el cuerpo herido de su hermano y su corazón en las noches que compartían después de esos castigos.

—Es justo lo que esperaba.

—Sí —"colaboró" Sirius, con desinterés.

La reunión se dio en The Green Dragon, según las hermanas, era el lugar más decente a los alrededores, y permisivos para los dos menores de edad, quienes a las seis p.m. debían estar de regreso en el castillo. Fue un permiso especial, pues al menos los gemelos Rosier, no les dejaron asistir por no compartir apellido con Narcissa, a pesar de ser sus primos también.

—Si necesitan algo, mis apuntes están completos. Severus Snape tiene algunos.

Sirius gruñó al escuchar aquel nombre, a lo que toda la mesa giró hacia él, pero solo Andrómeda se rio, muy por lo bajo, recibiendo un pellizco de su hermana mayor.

A partir de ahí, la merienda siguió, los mayores hablaban, Sirius intentó opinar en más de diez ocasiones, pero no era considerado, ni siquiera un poco. Regulus mejor ni se atrevía a humillarse de la misma manera, prefería observar los pobres intentos de Sirius y Andrómeda por encajar en la reunión, para rendirse y terminar jugando ambos a que tenían un reino de comida. Y ahí estaba él, en medio de ambos, ignorándoles para concentrarse en la escena frente a sus ojos... ¿Cuándo podría ser él igual de feliz que Narcissa cuando veía al hombre de su vida? Era irreal el brillo en su mirada y la sonrisa genuina que Lucius le dedicaba solo a ella.

Veinte minutos antes de tener que regresar a Hogwarts, la mayor de sus primas llamó su atención para dirigirse a la salida del lugar, solo ellos dos. Regulus sintió sus piernas temblar ante la mirada de la mujer y esa sonrisa tétrica que le atemorizaba desde que era más pequeño y jugaban a las escondidas, con Bellatrix haciendo cualquier esfuerzo para conseguir asultarlos.

—¿Estás nervioso? —ella quiso posar su mano sobre su hombro, pero el niño la apartó rápidamente, de modo que ni siquiera pudo disimular— Ya veo.

—No, ¿por qué? —murmuró.

—Porque no quieres terminar como ese par —señaló con su varita, a través del cristal, a los dos que aún jugaban a armar un reino de comida.

—No.

—¿Has pensado en qué pasará con tu hermano?

—¿No...?

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora