—Cavaste tu tumba —suspiró Sirius—. Cavaste tu tumba y la hiciste grande para que ambos quepamos, gracias.
—Sirius Black, morir a tu lado sería una manera celestial de morir —sujetó sus manos, en una dramatización de príncipe.
El mayor soltó otro suspiro, negando con la cabeza, pero al final cediendo a las muestras de cariño del otro.
—Oh Capitán, mi capitán, díganos qué hacer.
—Esa frase se usa para conmemorar una muerte, James —le corrigió Remus, con una sonrisa.
James y Sirius podían ser magos brillantes, pero leer un libro y aprender un poco de cultura era como pedirles hacer cinco mortales hacia atrás.
—Igual, pronto lo estarán —respondió Peter, encogiéndose de hombros—. Black menor va a sepultarlos con sus propias manos.
—Qué poca fé nos tienen.
—Oigan, necesitamos a tres personas más, propongo a Mary, Marlene y Lily, obviamente.
—¿Crees que acepten?
—Sí, lloraré hasta que acepten —sonrió con confianza.
—Eres brillante, ¡brillante! —Sirius le alabó con las manos.
Remus asintió, dejando su libro de lado para aplaudir. Se levantó para estar frente a James.
—A eso se le llama manipulación.
—Y tú, Remus Lupin, deberías usar esa cara para conseguir favores.
—¿Ahora de qué hablas?
—Si fuera chica, te diría que sí a cualquier cosa —respondió.
—Por favor, James, tú eres el completo donjuán aquí —replicó Sirius, burlándose.
—¿Podemos dejar de discutir sobre esto y planear el juego? —Remus clavó su mirada en el pelinegro, de un modo que le causó escalofríos.
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—Debe estar tan asustado por perder contra mí dos veces —dijo Regulus, mientras caminaba de un lado a otro.
Llevaba aproximadamente diez minutos quejándose de los Gryffindor, mientras Pandora escuchaba y los otros dos pretendían hacerlo. El partido había quedado pactado para dentro de unos días, habían conseguido convencer a los tres Slytherin con quienes compartieron mesa, así que tenían un equipo completo, el problema era que, para ser honesto, era un equipo que realmente apestaba.
—¡Bartemius! ¿Ya tienes la estrategia?
—Es lo que he estado haciendo mientras insultas a Potter, tu hermano y-
—Muéstrala.
El joven Ravenclaw pasó al frente, con un pergamino lleno de dibujos que ninguno de los otros tres comprendía realmente.