17. Su rostro en la nieve

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Las vacaciones de invierno llegaron apenas una semana después del partido, y Regulus sucumbía ante la nostalgia mientras su cabello azabache era adornado por la nieve que descendía afuera de los invernaderos. 

Recordaba el año pasado como un anciano recordando sus años de juventud, percatándose de los cambios. No celebró el cumpleaños de Sirius, tampoco recibió una invitación, por supuesto, seguro después de su pronto retiro el año pasado, no le habían quedado ganas de repetirlo. En Halloween, Evan no quiso salir, alegando que sería igual de aburrido que el año pasado, aunque Regulus sospechaba, muy en el fondo, que la realidad era que no quería dejarlo solo. No fueron requeridos al cumpleaños de Bellatrix, Lucius o Narcissa, lo que seguro era un alivio para su hermano. Incluso Sirius fue excluido del cumpleaños de Andromeda, única prima a la que amaba. No podía sentirse más fuera de su familia, como si todos hubieran esperado el momento en que el menor de los Black entrara a Hogwarts para desplazar a ambos.

Y ahora podía visualizar las vacaciones de invierno, detrás del viento frío que nublaba el panorama. Hacía tanto frío que ni siquiera sentía que sus ojos fueran capaces de formar lágrimas. Cuando un suspiro se escapó de sus labios, viendo el vaho frente a él, sintió unos brazos rodearlo fuertemente por la espalda, sobresaltándose con un instinto de defensa que le hizo girar y empujar en segundos, para ver a Barty tropezar y caer contra la nieve.

—No vuelvas a hacer eso, nunca.

—Quería quitarte el frío, bobo.

Ambos extendieron sus manos al mismo tiempo, y cuando Barty levantó su cuerpo apenas unos centímetros, su fuerza jaló a Regulus al suelo, cayendo nuevamente. Ambos estallaron a carcajadas, formando bolas de nieve con sus manos y lanzándoselas al otro aun estando a escasos centímetros de distancia. 

—Tu nariz está rojísima.

—Pues hace frío.

Cada que uno completaba la oración, se lanzaban una bola de nieve al rostro, y esto les hacía tanta gracia que no podían parar.

—Realmente la piel de tu familia es como la porcelana...

—Lo sé —acarició su propio rostro, para reafirmarse que era suave, hasta que la nieve reventó contra él.

—Yo espero no terminar pareciéndome a mi padre.

—Espero lo mismo.

—Pero tu padre no es feo.

—No, hablaba del tuyo. Tu madre debe ser muy bonita o tú adoptado.

A unos metros, Sirius y sus tres amigos iban acercándose en dirección de los dos muchachos, que permanecían en el suelo, riendo mientras seguían jugando con la nieve y, antes de entrar en un rango que consideraba "peligroso", se detuvieron.

—¿Qué pasa? —preguntó Remus, murmurando.

—Está riendo...

—Sabe reír —aunque el comentario de James fuera burlesco y malintencionado, su sorpresa no era en realidad falsa. Jamás lo había visto comportarse como un niño de su edad y reír genuinamente—. ¿Eso es nuevo?

—No realmente, es solo- había olvidado cómo se escuchaba.

Remus le vio de reojo, llevando dubitativamente su mano hasta la de él, quien contrario a ignorar el pequeño roce, aprovechó para sujetarla con fuerza, sin entrelazar sus dedos, pero sintiéndose tan íntimo como si lo hubiese hecho.

James mantenía la vista en el hermano menor de su mejor amigo, preguntándose qué podía ser tan gracioso para que un alma tan amargada pudiera estar riendo así. Sintió ese instinto competitivo dentro de sí, de algún modo, se percibió como incapaz. Parte de la autoestima de James dependía de cómo se sentían los demás a su alrededor, de ser la persona que conseguía hacer reír a cualquiera, incluso a quienes lo evitaban por ser un niño de Gryffindor.
Trató de escuchar la conversación, pero las palabras se perdían entre las risas.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora