09. Un regalo de...

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Era el día de regresar a Hogwarts, en esa ocasión sus padres no asistieron a la despedida, pero sus tíos sí, lo que era un verdadero alivio para Sirius. Subieron al tren, Regulus pensó en irse con sus amigos, como habían acordado antes de las vacaciones, sin embargo, fue detrás de su hermano, quien actuó como si estuviera caminando solo, hasta llegar al espacio que siempre tomaba junto a los merodeadores. Estando en la puerta, giró, clavando una mirada filosa sobre el menor.

—¿Qué quieres?

—Tomar asiento —su respuesta había sido más hostil que la pregunta del otro.

—¿No te esperan tus amigos?

—Obviamente.

—Bebé Black —saludó James, pasando detrás de ellos para entrar al pequeño vagón, deteniéndose para apoyar su mentón en el hombro de Sirius— ¿Qué haces aquí?

—Voy a sentarme con ustedes. No me llames así —respondió, en el mismo tono de antes.

—No lo hará —añadió Sirius, girando nervioso hacia su mejor amigo, con una expresión que gritaba ayuda, a lo que recibió una palmadita en el pecho—. No va a sentarse con nosotros.

—Yo me encargo —murmuró James, antes de posar frente al menor—. Regulus... Te dejaremos pasar si consigues que Sirius asista a mi casa en vacaciones de verano.

—Eso no arregla mucho, James —gruñó su amigo. 

—¿Sí? ¿Y cómo pasaré ahora si quedan seis meses, Potter? 

—Porque vas a prometerlo.

Ambos hermanos fruncieron el ceño, con una expresión de incredulidad, mientras James acercaba su mano, extendiendo su meñique.

—¿Eso qué?

—Tienes que darme tu meñique.

—Ah... ¿Y cuál es la consecuencia de esto? —el menor se acercó de a poco, siendo cauteloso antes de que sus dedos se unieran.

—Que tienes que cumplir, o serás un mal amigo —atrapó rápidamente el meñique del otro, y sonriendo como si se hubiese llevado una victoria—. Listo, lo has prometido por la garrita.

—¿De dónde sacaste esa burrada? —preguntó Sirius, conteniendo la risa, pues se rehusaba a mostrarse feliz en presencia de su hermano.

—Lily siempre lo hace con sus amigas...

La expresión de confusión y horror se intensificó en el rostro de Regulus con aquella respuesta, preguntándose en su mente si realmente se podía ser tan tonto. Al buscar a su hermano con la mirada, se dio cuenta de que ya había dejado sus cosas, y se había sentado al lado de Lupin, pero viendo de reojo hacia ellos dos.

—No entiendo...

—No hay magia, confiaremos en ti.

—Oh... ¿Por qué harías eso?

No podía creer las ridiculeces que tenía que hacer por estar más cerca de su hermano. 

—Porque supe lo que pasó con Sirius.

Sintió que el desayuno se le regresaba, y volteó rápidamente hacia el antedicho, a través de la ventana, sintiendo su rostro hormiguear por nervios. Vio su herencia pasar ante sus ojos, su apellido, a sus padres en Azkaban y la familia en el ojo del huracán, mientras su hermano reía plácidamente con Lupin.

—¿De qué hablas?

—Su pelea antes de vacaciones. 

Y su mente se despejó de repente, sintió un alivio profundo que le relajó los músculos al instante. La imagen de Sirius siendo castigado por Walburga se desvaneció. 

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora