11. Hoy es San Valen...

53 12 22
                                    

—¡Despiértate! Ayer fuiste un perdedor, pero hoy es San Valentín.

—Llevó despierto dos horas, ¿qué quieres?

—¡Irnos! Hoy es el día de los noviecitos.

—¿Y tienes uno?

—Regulus, no lo entiendes, es San Valentín, hoy se dan regalos y todo eso.

—¿Por qué?

—No sé, por amor. Se supone que das regalos por amor.

—¿Por qué hoy?

—Porque es San Valentín.

—¿Y compraste regalos?

—No. Los guapos recibimos, no damos.

Regulus viró los ojos, dejando en su cama el libro que estaba leyendo antes de ser interrumpido por su amigo. Se dirigió al espejo, dando la última revisión a su aspecto antes de atreverse a salir.

—Arréglate rápido, tienes tiempo para ir a comprar muchos regalos —le sugirió, burlesco.

—Ya verás... ¿Tú no te arreglarás más?

Su expresión tranquila se vio amenazada por un segundo. ¿Acaso necesitaba más? Había despertado tan temprano como siempre, ¿no era suficiente?

—¿Por qué?

—Porque es San Valen-

—Evan, vuelves a decir "San Valentín" hoy, y voy a cortarme las orejas.

Asintió, presionando sus labios como si las palabras pudieran salir vomitadas en cualquier momento. Simuló poner un candado en su boca, para dar la media vuelta y dirigirse a su armario, donde tardaría más que los comunes diez minutos en arreglarse. Parecía un tonto, no sabía a donde más mover su cabello y las caras que hacía frente al espejo eran bastante penosas.

—¿Me darás algo a cambio de esperarte?

—Claro, cuando reciba miles de chocolates, tendrás uno.

—Vámonos.

—Vámonos —canturreó, saliendo tras él, con amplios saltos.

Creyó que no sería notorio cuantos alumnos participaban en aquella celebración, sin embargo, una vez que estuvieron en los pasillos, había decenas de chicos y chicas sosteniendo regalos entre sus manos, corriendo con prisa de un lado a otro y gritando. Le parecía infantil, pero incluso quienes cursaban el séptimo grado eran participes.

—No puedo creerlo...

—Justo como Andrómeda dijo.

—Claro, tenía que ser ella.

Las primeras tres clases, las chicas se reunían en círculo para murmurar sobre los niños dentro y fuera del aula, con unas miradas tan llenas de ilusión que podían iluminar toda la escuela.

Hasta el momento, ninguno de los dos chicos había recibido una carta, un dulce o al menos un pequeño origami, y Evan lucía discretamente decaído al respecto.

—Necesitamos hacer algo, no podemos quedarnos así.

—Me debes dos chocolates.

—¡No he conseguido ni un "hola"!

—¿Acaso seremos...?

—No, no lo digas.

—Unos engreídos.

El rubio abrió sus ojos como si se le hubiera hecho una revelación que jamás habría descubierto por su cuenta. Le vio fijamente, con sus labios formando una sonrisa.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora