15. Quizá cruzó la línea

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Pasaron al menos dos semanas en las que el grupo de estudio siguió, ya no en la sala común de Gryffindor, sino en la biblioteca. Jamás en los tres años de estudio en Hogwarts, James había pisado tanto aquel lugar, hasta ese entonces.

Se esmeraba en ser discreto para no ser visto por la chica, pero siempre terminaba delatándose de la manera más ridícula: dejando caer libros, tropezando, riéndose con Sirius tan fuerte como para atraer miradas, etc. Y cada que intentaba justificar su presencia, mostraba un libro de dibujos que quería terminar (el cual no tenía más de 40 páginas).

Regulus estaba satisfecho con lo que estaba logrando, sin embargo, aún no sentía que era suficiente. Las sesiones eran más bien, Barty y Lily estudiando en voz alta, mientras él leía cualquier otro libro.

Aún así, lo importante era que la rabia de James caía sobre él, en vez del castaño, quien era el que más interactuaba con la chica que le gustaba. No entendía el motivo, pero estaba satisfecho, aunque era incómodo sentirse observado cada que se acercaba a ella al menos un poco.

En ese último viernes, mientras estaban en los descansos de cinco minutos, Lily propuso que al día siguiente deberían hacer un pequeño picnic cerca de los invernaderos, dado que ambos chicos aún no entraban a tercer año y era imposible ir a Hogsmeade para ellos. Dijo que sería interesante verse fuera de un grupo de estudio, puesto que jamás pensó que ambos fueran tan interesantes, incluso cuando Regulus no era del tipo conversador. A pesar de que Barty aceptó, había algo dentro de sí que le decía que había sido suficiente. Así que esa noche, antes de la hora en la que debían ir a dormir, ambos chicos se vieron en el pasillo cerca de la torre de Ravenclaw.

—Bueno, ya es demasiado, ¿ahora qué? No es nada en contra de ella, pero si tengo que soportar otros cinco minutos de charla, voy a matarme. James está quedando mal de la cabeza y ni siquiera eres tú quien habla con ella, yo hago el trabajo pesado.

—La salida de mañana y será todo, en serio —dijo en tono suplicante.

—¿Estás disfrutando de esto?

—Claro que sí, James no deja de quejarse cada vez que nos ve.

—Sabes que va a devolverte esto, ¿no?

—¿Y cómo lo hará? Yo no voy parloteando sobre la niña que me gusta y humillándome públicamente.

—¿Te gusta una niña? —preguntó, con genuina curiosidad, recargándose contra la pared como si quisiera ponerse cómodo antes de una larga conversación— No me lo contaste.

—No es así... —desvió la mirada a su izquierda, esperando encontrar cualquier distractor que le librara de la conversación.

—¿Es la mismísima Lily Evans?

—¿Qué? No, ¿por qué creerías tal cosa?

—Por algo no quieres que terminemos, ¡por Dio- Merlín! Mierda, ¿ves? Yo también estoy quedando mal de la cabeza, estoy-

Regulus se balanceó peligrosamente hacia él, cubriendo sus labios, mientras veía a toda dirección, esperando que no hubiera más alumnos decidiendo pasear por ahí en ese momento tan inoportuno.

—Baja la voz.

—¿Te gusta Lily Evans? —murmuró, apenas entendible por el pequeño espacio entre sus labios y la mano ajena.

—Me gusta ver a James molesto, no ella.

Separó su mano bruscamente, dando la vuelta para dirigirse a las mazmorras, faltando solo veinte minutos para la revisión de pasillos por parte de los tutores.

—Es ridículo todo lo que hacemos solo para molestarlo, ¿por qué no volvemos a molestar a los de primer año? Ellos lloran más rápido...

—Porque no es tan divertido.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora