16. Serías un buen buscador

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Regulus se negó a acudir a la enfermería, al final, fue Barty quien le encontró, caminando de regreso a las mazmorras sin compañía alguna.

—¿Qué haces aquí?

—Perdón —bajó la mirada, solo así pudiendo percatarse de que Regulus sostenía su propia muñeca con fuerza—. ¿Qué te hizo?

—Tropecé.

—Ven —separó sus manos, sujetando del modo más cuidadoso aquella que se encontraba herida—. Vamos a la torre de Ravenclaw.

—Evan notará que no llegué y puede llamar a los prefectos. Además, ya no te meteré en mis tonterías.

—Tú no prefieres la enfermería, y yo jamás quisiera que me dejaras fuera de tus tonterías.

Se limitó a negar, sabiendo que no tenía otra salida más que ser atendido por el inexperto muchacho, quien seguro entendía sus razones para no ir con Madame Pomfrey. No era que le importara meter a James en problemas, de hecho, no había nada que deseara más en ese momento, sabiendo que Pandora no hablaría de lo que le sucedió. Lo que le importaba era que pudieran notar las marcas que dibujaban su piel si alzabas la manga. Eran cicatrices plateadas, bastante características de cierto maleficio que claramente James no habría podido efectuar. 

Barty cuidó de él en su habitación, ninguno de sus tres compañeros tuvo queja alguna respecto a la estadía de alguien que no pertenecía a su casa, quizás porque era una serpiente, quizás porque era un Black, sea por el motivo que fuera, agradecía la discreción que tuvieron. Su amigo, sabiendo que no encontraría ninguna venda, se decidió por arrancar un pedazo de la camisa de su uniforme, apoyándose con sus manos.

—Uhg, no hagas eso. Raro. 

—Espera —estiró un poco más, consiguiendo finalmente rasgar la prenda—. ¿Ves?

Una vez más, sujetó su muñeca cuidadosamente, envolviéndola con firmeza.

—¿No tenías pañuelos?

—Sí, pero quería verme genial.

—Siempre te ves genial, de algún modo —respondió, fastidiado.

—Sanará antes de las pruebas... ¿Lo vas a intentar?

Con todo el caos que se había provocado y lo inmerso que estaba en su venganza infantil, había olvidado por completo que el equipo de Quidditch haría pruebas para decidir a los jugadores del equipo, dando oportunidad a  jóvenes menores de 14 para formar parte. Era una oportunidad para quienes ya habían calificado la primera fase y, aunque Regulus había decidido renunciar después de su falsa victoria y la derrota ante James, aun había algo dentro de sí que le pedía intentarlo. Quería ser parte de ese equipo, porque todos admiran a los buenos jugadores, los envidian y los desean a la vez. Quería ser reconocido por otros chicos por participar ahí, en el sentido en que fuera más que su apellido, su cuerpo delgado y sus facciones refinadas. Regulus era más que eso, y podía demostrarlo. 

—Lo haré. Tendré que pedirle a mis padres otra escoba.

—¿James aun tiene la tuya? ¿Acaso no te dijo que...?

Había olvidado por completo que James tuvo la intención de devolverla, aquel 14 de febrero, cuando Regulus fue en busca del regalo de Pandora, les pidió a él y a Evan que le dijeran que podía pasar por su escoba, sin embargo, ignoraron su petición.

—Claro que la tiene. No se cansa de arruinar mi vida.

—Sí... Qué idiota.

—Puedo comprar escobas para todo Hogwarts, así que ha sido su idea más tonta.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora