22. Sueños y regalos

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—Enfermo. ¿Cómo pudiste, Arcturus?

"¡No hice nada!" juraba que gritaba, pero no parecía emitir sonido alguno de su boca.

Cuando vio una varita empuñarse contra su rostro, sus piernas funcionaron en automático, corrió por todo el pasillo, pareciendo que se extendía cada vez más y más.

Quiso esconderse apenas perdió de su vista a su madre, y al recargar su espalda contra la pared, escuchó el sonido del cristal romperse. Un espejo se había reducido a escombros, viendo su reflejo en fragmentos, tan distorsionado, tan sucio.

—¡Lo rompiste!

Ahogó un chillido, no importaba a dónde viera, no sabía a dónde huir, la casa se sentía tan pequeña, y podía jurar que los latidos desnivelados de su corazón hacían eco en el lugar.

—¡Era perfecto y lo rompiste, asqueroso!

Corrió una vez más al escuchar el golpe de los tacones contra el piso, convirtiéndose en pasos de lo que parecían cien personas más. Podía escucharlos detrás de él, sin importar lo rápido que fuera, pero cuando se atrevía a girar, no veía más que sombras.

Luchó con abrir todas las puertas que cruzaban su camino, sin éxito alguno. Hasta que la puerta con un banderín de Gryffindor se abrió sin esfuerzo.

Apenas poniendo un pie adentro, el espacio se transformó en un enorme lago de agua turbia, y no le dio tiempo para detener su caída.
No podía ver el fondo, no podía ver nada. El agua lo sacudía de un lado a otro, parecía que cada lágrima enfurecía al torbellino formándose en medio.

"Qué asco" escuchó murmurar desde el fondo. Burbujas comenzaban a ascender y reventar cerca de su rostro, obligándolo a tallar sus ojos mientras intentaba mantenerse a flote. Cada burbuja reía, gritaba, se burlaba de él. "Mira cómo ensucias el agua."

—¡Ayuda! —pataleó desesperadamente, sintiendo que la fuerza del torbellino quería bañarlo hacia el fondo— ¡Por favor!

Su cuerpo se invadió de una extraña calidez que no era capaz de explicarse. Se sintió seguro, al menos por unos segundos, y luego esa calidez se convirtió en brazos rodeando su cuerpo, sin ser capaz de ver la figura que se encargaba de mantenerlo a flote.
Su respiración se le escapó por un momento, y al girar, tuvo de frente el rostro de James, a tan solo centímetros de él.

—Qué asco, quieres besarlo —la voz de Evan salió de los labios del Gryffindor.

—¡No, no es cierto!

—Sí, eso quieres —la voz rasposa de Barty salió de su garganta—. Eres repugnante.

—No. Por favor, Barty. Por favor, no me sueltes —sus manos pálidas intentaron aferrarse a su cuerpo, pero parecía atravesarlo como si de una ilusión se tratase.

Nuevamente quiso gritar, pero nada salía de su garganta, y entonces se dio cuenta de que sus propias manos le ahorcaban.

—Me das asco.

El espectro de James terminó por sumergirlo en el agua, sin oportunidad de defenderse, ni siquiera de gritar, y por ello abrió bruscamente sus ojos.

Su corazón latía con fuerza, pudo sentir que las lágrimas se le escapaban y la sensación de mareo llegó apenas a los segundos de levantarse apresuradamente de la cama. Comenzó a toser, provocándose a sí mismo arcadas, lo que logró despertar también a Evan.

Regulus estaba de rodillas en el piso, golpeando su propio pecho, luchando por reincorporarse, pero la tos no dejaba de atacarlo, obligándolo a permanecer en la misma posición.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora