26. Complicidad

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—¡Pandora, sal! —su hermano golpeaba la puerta con desespero. 

La chica de cabello azul había azotado la puerta del baño de chicas, después de correr desesperada por los pasillos, ignorando los gritos que le pedían que se detuviera. Sus amigos se quedaron a centímetros de alcanzarla antes de que se encerrara, no sabían de dónde había sacado tanta velocidad, pero estaba motivada a esconderse.

Evan estaba nervioso, claro, pensando en todas las veces en que se burló de Myrtle, o cuanto se reía de los chistes que hacían sobre ella. Ahora su hermana estaba encerrada ahí, llorando, después de que un grupo de chicas hubiera decidido molestarla echando un bote de tinta sobre su cabeza "accidentalmente". La ansiedad del muchacho subía, pues no recibía respuesta alguna.

—Ayúdenme a tirar la puerta.

—Bien —dijo Regulus, acercándose con firmeza.

—Esperen, esperen, esperen —Barty los detuvo, tomando las muñecas de ambos para obligarlos a verlo—. No sean drásticos, necesita su espacio.

—No me arriesgaré a que le pase algo.

—Solo quiere llorar, Evan. Dale un puto respiro.

—Voy a matarlas —respondió, con el rostro enrojecido por la rabia, mientras volvía a tocar la puerta—. ¿Panda? ¿Ya lavaste tu cabello? 

—¿Necesitas ayuda o prefieres que te demos espacio?

—No, eso no —murmuró, pellizcando suavemente a Barty, después volvió hacia la puerta—. Déjame pasar, por favor...

Recargó su oreja contra la madera, esperando escuchar una respuesta, aunque sea débil. No lograba escuchar nada, nuevamente golpeó, pero esta vez queriendo sacudirla, como si su fuerza fuera suficiente para derribarla. 

—No lo cortes, por favor —suplicó, por lo bajo—. Ella ama su cabello, no debe cortarlo. 

Regulus observaba apenado, con el estómago revuelto. Estaba igual de molesto por la situación, pensando en qué podría hacer por aquella chica que tanto quería. Mientras su cabeza maquinaba algo, se hizo presente Xenophilius, con un rostro visiblemente angustiado.

—¡Pandora! —ni siquiera se molestó en preguntar a los demás qué sucedía, llego primero a la puerta, ignorando al hermano, quien estaba haciendo guardia frente a esta—. Pandora, fui por algo para limpiarlo. Podemos secarlo primero, tu cabello es igual de bonito en negro, pero, si no te gusta, yo te ayudaré a limpiarlo. 

—Ya intenté-

Antes de que Evan pudiera terminar la oración, la puerta se abrió lentamente, y la chica se encondía tras de esta. Los cuatro chicos quisieron asomarse discretamente, curiosos y consternados. Cuando finalmente salió, notaron la ausencia de cabello largo. Antes, sus rizos azules pasaban un poco de su cintura, ahora había un corte disparejo hasta sus hombros, logrando deshacerse de la mayoría de tinta. Aun había lágrimas en sus ojos y, cuando se encontró con la mirada de Regulus, no pudo evitar echar a llorar nuevamente.

—Lo siento, de verdad lo siento —el llanto se intensificó una vez más.

Se sintió angustiado al verla así y no saber qué hacer. ¿Por qué le pedía perdón? ¿Le había hecho daño sin darse cuenta? Temía que pensaran eso, y él también quería saber los motivos para que Pandora se hubiera disculpado.

La chica se recargó contra el pecho de su hermano, sujetando la mano de Xenophilius. Esta imagen hizo sentir a Regulus tenso, no celoso, no molesto, pero tenso. Desvió su mirada, para encontrarse con la de Barty, quien ignoraba la escena de los hermanos y el otro chico, para concentrarse en el pelinegro.

𝐑𝐀𝐌É ↬𝐉𝐞𝐠𝐮𝐥𝐮𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora