33

838 52 12
                                        

─Te amo, Hazel, eres y serás lo que siempre querré en toda mi vida.─ La voz de él tiembla, cargada de una intensidad que me atraviesa como una corriente eléctrica. Sus palabras se deslizan en mis oídos, y por un momento el mundo se detiene, solo existimos él y yo. No necesito decir nada; lo miro, alzo mis ojos lentamente hasta encontrarme con esos ojos profundos, oscuros, que siempre han sido mi refugio y mi tormenta al mismo tiempo. Siento que me arrastran hacia su interior, como si cada parpadeo me llevara más cerca de un abismo que, de alguna forma, me atrae.

Mi pequeño aparato se desliza de mis manos, cayendo suavemente al suelo, pero ni siquiera me importa. No puedo dejar de mirarlo, de absorber cada matiz de su expresión, esa mezcla de vulnerabilidad y desesperación que me rompe en mil pedazos. Sus manos se deslizan con una suavidad inesperada, rodeando mi cintura con una fuerza inesperada, como si temiera que lo dejara ir.

Se acerca más, y sin decir una palabra más, inclina su cabeza hacia mí. Cierro los ojos, casi instintivamente, mientras mis manos se levantan, buscando la firmeza de su cuello, recorriendo su piel cálida, su barba que ahora se siente más suave que nunca. En un suspiro, nuestros labios se rozan tímidamente, como si estuvieran probando el terreno, como si fueran dos pétalos de rosa acariciándose con una delicadeza tan suave que casi me da miedo respirar. Pero cuando lo hago, una corriente eléctrica recorre mi cuerpo, encendiendo una chispa que ha estado dormida durante toda la semana de separación.

¿Lo amaba? Claro que lo amaba. No necesitaba palabras para saberlo, no necesitaba nada más. Solo su cercanía, su calor, la forma en que sus labios parecían pertenecer a los míos.

El roce se convierte en algo más. Sus labios se presionan sobre los míos con una urgencia que no puedo ignorar, y es como si la vida me llegara de nuevo, como si todo lo que había estado ausente en estos días volviera con él. El mundo a nuestro alrededor se desvanece por completo, y de alguna forma, ya no existe nada más, solo nosotros. Únicamente nosotros, unidos en un universo propio, donde el tiempo se detiene y la realidad se transforma en una sinfonía de sensaciones.

No sabía cuán necesitada estaba de esto, hasta este momento.

Se entrega con una ferocidad que me desarma, y sus manos, que hasta hace poco parecían suaves, ahora se aferran a mis costados con una fuerza que no me permite pensar en nada más. La presión contra la puerta me hace darme cuenta de que ya no hay barreras entre nosotros. Estoy completamente entregada a él.

Sus manos se mueven con rapidez, levantándome del suelo, haciendo que mis piernas se enreden alrededor de su cintura. La calidez de su cuerpo me envuelve por completo, y por un segundo siento que el suelo ya no existe, que somos solo dos cuerpos flotando en un espacio que solo conocemos. No es un beso con segundas intenciones, no es solo deseo, es algo mucho más profundo. Es un beso de amor puro, de comprensión silenciosa, un lenguaje que no necesita palabras, que solo se entiende a través del roce de nuestras pieles.

Mientras seguimos besándonos, se acerca un poco más, camina con torpeza hacia la cama, guiándome sin apartarse ni un segundo de mis labios. Su peso, sin embargo, no cae sobre mí, y aunque está sobre mí, no siento presión, solo su presencia. Mis brazos lo rodean por su espalda, como si pudiera detener el tiempo en este momento, como si no quisiera que nada más nos interrumpiera. Se inclina hacia abajo, trazando un sendero de besos suaves por mi mandíbula, y mi corazón late con una intensidad que no puedo controlar.

─Te amo.─ Susurro, casi como una plegaria, y me aferro a él, buscando sus ojos, encontrándolos llenos de algo que no puedo explicar, pero que me eriza la piel.

─Te amo, princesa.─ Su voz, baja y rasposa, se cuela en mis oídos. Está entrecortada, como si le costara respirar. Es como si sus palabras fueran la única forma de demostrarme que realmente está aquí, que esto es real. Mis brazos lo rodean por su cuello, y su cabeza se esconde entre este, como si buscara refugio, como si fuera un niño pequeño, vulnerable, que necesita ser protegido.

Eclipse | T.K | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora