S|| "Cuida tus espaldas Bill, porque en el espacio que dejaste, Tom y Hazel se acercaron más de lo que imaginabas, cambiando el curso de todo lo que creías seguro."
•Tom Kaulitz Fanfic
•La obra contiene lenguaje vulgar.
•Contenido +18.
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Hazel Beckett.
Comienzo a guardar mis cosas con orden en mi pequeña mochila Finalmente había terminado la tarea que había encargado el profesor de Economía. A decir verdad, hoy no fue un excelente día en la preparatoria.
Hice mi mayor esfuerzo por no cruzarme con Bill, y lo conseguí, aunque sabía que tarde o temprano él se las arreglaría para que ambos pudiéramos estar a solar y conversar sobre lo que paso ese día. También estaba el asunto de Tom, que a pesar de que quisiera ignorar, no conseguía hacerlo.
Es decir, es un jodido chico que conozco desde hace casi tres años, y casi dos conviviendo de una manera desagradable con él. Todo ese tiempo soportando sus estúpidos comentarios hacia mí, sus bromas realmente pesadas, su única labor era joderme el día. ¿Cómo es posible que de la noche a la mañana cambie? Eso no pasaba en la realidad. Por tal razón, me negaba a creer que sus intenciones no venían sin algún truco.
Tom Kaulitz es mayormente conocido por ser el chico que se acuesta con la primera que se le cruza, la mayoría tiende a no resistírsele y ahora comprendo más o menos eso, porque joder ese chico sabe cómo besarte, no podía negarlo, porque ni yo podría creerlo. Habíamos tenido ya varios encuentros, durante estas últimas semanas, y a pesar de que varios de ellos, o mejor dicho, muchos de ellos, fueron correspondidos por mi persona, era inevitable no sentirme culpable por todo. Era una extraña sensación. Me molestó mucho ver a Bill besándose con Aisha, sentí unas ganas inmensas por apartarla de él y golpearla. Después recordé los últimos hechos entre Tom que se encontraba a mi lado esa noche, y decidí dejarlo. No me siento con el suficiente coraje de reclamarle o reprocharle algo. Quiero, y la vez no, confesarle lo que ha ocurrido entre Tom y yo, pero no me siento lo suficientemente valiente.
Era una cobarde. Tom tenía razón después de todo.
Me levanto de la silla, y busco mi pijama, para finalmente irme a la cama. Aunque para ser sincera, dudaba de que pudiera pegar un ojo con facilidad. Mi mente continuaba en arduo debate, para mi mala suerte.
Cuando salgo de mi casa, no me sorprendo ver a Bill recargado en su auto, esperándome. Aprieto los delgados tirantes de mi mochila, y avanzo hacia él. Tiene un cigarro entre sus labios, y unos lentes oscuros, que hacían que su pantalón ajustado, y playera negra, lo hicieran ver como un verdadero chico alterno. Muerdo mi labio sin pensarlo, recibiendo una suave sonrisa de su parte.
─Hola, amor.─ saluda como si nada hubiera pasado. Frunzo mi entre cejo, a la vez que lo veo tirando la pequeñia colilla de su cigarro al suelo.
