5 | Hogar dulce hogar

3.1K 276 25
                                    

Gracias por los 10k en la historia 💘

31 de diciembre

No hay nada como volver a casa. Eso es lo que pienso durante la cena de año nuevo, mientras no hay nada que desee más que volver a mi apartamento, mi verdadero hogar.

Venir a casa de mi padre es algo que pospongo hasta último momento para no extender la visita más de lo necesario, pero este año las cosas se han modificado un poco, empezando porque no pude venir en mi coche ya que tuve que dejarlo en el taller mecánico una vez que las grúas estuvieron disponibles luego de navidad. La mala noticia es que no ha podido estar reparado para poder venir en él hasta la casa de mi padre y tuve que reservar un vuelo de último momento, lo que redujo mucho mis opciones y no pude elegir la fecha.

He llegado ayer por la mañana, luego de un vuelo bastante corto que redujo mucho el viaje, a diferencia de lo que hubiera sido en auto, pero eso no hace nada por reconfortarme.

Mi hermano Theo no ha parado de recriminar mi ausencia durante navidad, a pesar de que le he explicado de mil maneras distintas el porqué de ello. Sé que es inútil, él siempre pensará lo peor de mí.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta mi padre entrando en la cocina mientras que estoy preparando un plato bastante especial dentro de nuestra familia que, aunque no tiene nada de elaborado, solo lo comemos en fechas importantes porque era algo que cocinaba mi madre; una especie de ensalada de arroz con zanahoria.

—No, ya estoy terminando —revuelvo el contenido del recipiente luego de agregar un poco de mayonesa bajo su atenta mirada.

Mi padre es un hombre mayor para el que la edad nunca fue un límite. Incluso ahora que está retirado sigue trabajando en las cosechas, atendiendo el campo o cuidando a los caballos.

Parte del cabello en la parte superior de su cabeza ha desaparecido hace rato y siempre viste sus clásicas camisas cuadrillé de las que tiene una de cada color, que ya son como su marca registrada, y unos pantalones oscuros. Está vestido como siempre, pero nunca cambiará eso ni por lo importante que sea la fecha.

—No le des tanta importancia a Theo —dice sorprendiéndome y la cuchara que estoy sosteniendo se detiene en el aire—. Lleva enojado toda una vida, un día más no hace la diferencia.

Una risa queda atorada en mi garganta cuando la reprimo, ante la verdad de sus palabras.

Theo ha sido amargado y enojón desde... no diré siempre, porque hubo un tiempo en el que nos llevábamos bastante bien. Pero eso cambió en cuanto mamá enfermó.

Mi padre no lo sabe, pero ese ha sido el punto de inflexión de Theo. Nunca ha vuelto a ser el hermano o hijo al que estábamos acostumbrados y parte de mí comprende ese cambio. Porque una vez que mamá enfermó para posteriormente morir, él tenía catorce años y tuvo que hacerse adulto de un día para el otro. Con papá haciéndose cargo del campo a tiempo completo y sin una madre, él fue quien se hizo responsable de Sam, nuestro hermano del medio quien en ese entonces tenía diez, y yo, la menor, que tenía siente años.

No culpo su enojo con la vida por arrebatarle, no solo a su madre, sino también su adolescencia y la oportunidad de crecer como cualquiera. Lo culpo por el resto de las cosas que me ha hecho y por las que sigue culpabilizándome como si yo fuera la responsable de muchas cosas que en realidad exceden mis manos.

—Nunca le he dado importancia a Theo, ni siquiera cuando era una niña, y no comenzaré a dársela a ahora —respondo limpiando mis manos al haber terminado con la ensalada.

Papá ríe un poco y me giro para verlo.

—Oh lo sé, fuiste una niña todoterreno desde que comenzaste a caminar.

Dulce Amor NavideñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora