Dulce Amor Navideño

8 | Un regalo particular

13 de enero

Tiemblo en el frío de la noche mientras veo a Emilia bajar del coche de Jamie, con él siguiendo su camino un momento después.

Quedamos en una noche de chicas esta noche, luego de un tiempo que se sintió bastante largo sin poder reunirnos, pero finalmente esta noche todas coincidimos en dejarnos libres de cualquier otro plan que no fuera estar juntas.

Ivy ya se encuentra en mi apartamento, pero debí bajar a abrirle a Emilia porque mi timbre no funciona y tuvo que llamarme cuando estaba cerca.

Últimamente parece que todo lo que me rodea amenaza con romperse, desde mi auto, hasta mi timbre. Ni siquiera quiero saber qué será lo siguiente.

—Jamie solo está aquí para reunirse con Marco —es lo primero que dice Emilia señalando a su novio y luego me abraza—. ¿Cómo estás?

El agradable aroma de su perfume de vainilla me rodea junto con sus brazos y sonrío mientras le devuelvo el abrazo.

Ha pasado demasiado tiempo.

—Si no hubieras mencionado a la rata, estaría mejor —respondo y nos separamos.

—Hablaremos de eso —dice y no sé si me aterra o me reconforta poder destilar un poco del veneno que tengo en mi interior dirigido hacia Marco.

Caminamos con Jamie a un lado de Emilia hacia las escaleras, ya que ella evita tanto como puede los elevadores debido a su claustrofobia, y ascendemos hasta mi apartamento en el tercer piso mientras Emilia parlotea sobre un idiota que casi choca su coche contra el de Jamie de camino hacia aquí.

Afortunadamente nada ocurrió y tanto el auto, ellos y el idiota, están a salvo.

Al llegar a la entrada de mi apartamento, Jamie se aparta de nosotras para tomar el elevador al piso de Marco que, supongo, debe estar unos cuantos más arriba que el mío.

—Avísame cuando quieres irte —le dice él.

—Si quieres regresar a casa antes, hazlo, puedo tomar un taxi —responde Emilia mientras yo abro mi puerta e ingreso, esperando por ella.

—Eso no está ocurriendo —Jamie sella el tema y veo a Emilia poner los ojos en blanco—. Manda un mensaje cuando estés lista —y, sin esperar otra respuesta de su novia, se sube al elevador.

Emilia suspira entrando en mi hogar y una sonrisa tiembla en mis labios por la gracia que me causa el hecho de que la haya dejado con la palabra en la boca en una situación en la que, de otra manera, mi amiga hubiera replicado sin fin sobre su ofrecimiento de llevarla a casa.

Ella es así, podría hablar sin parar y discutir sobre cosas durante horas sin agotarse.

—No sé qué problema tiene con los taxis —dice quejándose.

Finjo pensar mientras nos dirigimos a la sala, en donde se encuentra Ivy.

—No lo sé, tal vez no le gusta la idea de que viajes sola de noche con un completo desconocido que no sabes de lo que es capaz —digo despacio—. Estoy de acuerdo con él, si él está aquí con un auto en perfectas condiciones para devolverte a casa, entonces no tienes por qué regresar en un taxi tu sola.

—Esa no es la cuestión —responde y saluda a Ivy antes de continuar—. Es solo que él podría tener ganas de regresar antes de que yo le envíe un mensaje, pero no me lo dirá porque no querrá interrumpirnos.

Se quita el abrigo y lo lanza a otro sofá que definitivamente no ocuparemos, antes de sentarse a un lado de Ivy.

—Aunque deteste la idea, Jamie está con su estúpido mejor amigo ahora, así que, si pudo soportarlo desde que eran pequeños, cinco minutos más no harán daño.