19 de enero
Las palabras dichas por mi hermano resuenan en el silencio de mi cerebro incluso durante varios segundos después de terminada la llamada.
Por lo poco que ha querido contar Theo, solo sé que mi padre está internado en la unidad de terapia intensiva luego de sufrir un derrame cerebral mientras estaba en el trabajo. Se encuentra inconsciente ahora mismo, a punto de entrar a cirugía, y mi hermano ha sido sincero frente a ese aspecto: no saben si sobrevivirá.
Están evaluando los daños que ha ocasionado el derrame en su cerebro y puedo sentir mi mundo viniéndose abajo en menos de un segundo al saber que no estoy allí. Que todo podría derrumbarse.
—Estás pálida, ¿Qué sucede? —pregunta Marco.
Por primera vez su interrupción en la erupción de pensamientos de mi cerebro no me enoja, ya que necesitaba salir de ese pozo de desesperación y ponerme en marcha. Rápidamente ideo lo que debo hacer antes de partir para no olvidarme nada y tener algo en lo que concentrarme en este momento que no sea pensar en algo más catastrófico.
—Es una emergencia familiar —respondo y me aclaro la garganta—, necesito salir de aquí.
—Tengo una llave por aquí —dice y se mueve hacia la cocina en donde rebusca en uno de los cajones—. ¿Puedo preguntar qué ocurrió?
—Mi padre, tuvo un ACV —respondo sin darle importancia al hecho de que siempre tuvo una llave escondida para poder abrir la puerta.
Quizás si no estuviera tan preocupada, me enojaría, pero en este momento lo único que invade mi interior es miedo.
—¿Necesitas que te ayude con algo? —inquiere caminando hacia la entrada— Puedo llevarte al hospital, no creo que puedas manejar; estás demasiado pálida, como si fueras a desmayarte.
Niego con la cabeza y refriego mis manos entre sí, que se sienten mortalmente frías.
—No, mi familia vive a varias horas de aquí.
No me quedo a esperar otra réplica de su parte. En cuanto abre la puerta cruzo el umbral rápidamente y me dirijo al elevador para subir a mi piso, pero de lo que no me percato es que Marco me está siguiendo y se coloca junto a mí mientras presiono repetidas veces el botón del ascensor.
—Lo digo en serio, no creo que estés en condiciones de conducir —vuelve a repetir.
—Lo que tú creas no es importante en este momento.
Finalmente el ascensor llega y me subo, pero por supuesto que Marco también lo hace y terminamos llegando ambos a la puerta de mi apartamento.
—¿Cuántas horas son hasta allí? —inquiere mientras abro.
—Cinco, más o menos, dependiendo del tráfico.
Intento cerrar la puerta pero la detiene con su brazo.
Lo observo cansada, realmente me está haciendo perder tiempo y no tengo energías para concentrarme en algo más que no sea mi padre.
—Puedo llevarte —ofrece.
—Absolutamente no.
Suspiro y aterradoramente siento que mis ojos se humedecen, mientras me doy la vuelta esperando que no me vea. Incluso dejo la puerta abierta, sin importarme si me sigue o elige marcharse.
Estoy a un segundo de derrumbarme y no puedo permitirlo, no ahora cuando tengo que llegar allí primero y asegurarme de cómo está todo. No cuando mi padre podría estar a un segundo de reencontrarse con mi madre. No puedo caer ahora, no sin haberle rogado a mi padre que todavía no me deje.
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Dulce Amor Navideño
RomanceElla lo detesta; a él le encanta molestarla a costa de eso. Ella lo conoce desde hace años; él no la recuerda. Ella ama las mariposas; él la llama Butterfly. Callie atravesó tres tragedias en su vida. La primera a los siete años, cuando perdió a su...