14 | La contradicción del sí

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23 de enero

Creí que el alcohol, estar con mis amigas y volver a la realidad fuera de la burbuja que habíamos creado en el campo, en la que me mostré lo suficientemente abierta con Marco como para contarle más de un secreto, me haría volver a la rutina en la que no dejo que las emociones dominen mi vida diaria. Pero nada de eso sucede.

Dos días más tarde de la reunión con mis amigas, estoy aún más confundida.

Es domingo por la mañana y no he podido pegar el ojo por más de tres horas seguidas. Debería avergonzarme darle tanta importancia a un estúpido beso, pero no es solo eso. Las palabras de Emilia son las que no paran de rondar por mi cabeza.

Necesito una respuesta a la incertidumbre, porque sé que no podré seguir como si nada hubiera ocurrido, mientras pienso que me ha besado solo para olvidar a su ex.

No me considero la chica del después, mucho menos la chica del proceso, como había pensado. Para serlo tendría que haber ocurrido mucho más que la presión de nuestros labios por algunos escasos segundos, ¿cierto?

Pero hay algo dentro de todo eso que me molesta y no puedo explicarlo. Quizás sea el hecho de sentirme usada, luego de haberme mostrado tan vulnerable con él.

Desayuno pensando todavía en eso y mientras hago limpieza por todo el apartamento, mi mente no deja de darle vueltas al asunto.

Sé que no es solo eso. Las palabras de Ivy también me hacen pensar. Porque cuando pienso en el beso, solo puedo imaginar en sus labios, en cómo me miró antes de eso y en sus ojos cuando me dijo que se alegraba de que mi auto se hubiera roto.

¿Se alegraba de verdad o solo lo dijo para llegar a besarme, para ablandarme lo suficiente y que lo dejara hacerlo?

Si me conociera de verdad sabría que blanda, no es un adjetivo que pueda calificarme, mucho menos si viene de él.

Entonces pienso en si estará tan desesperado por sacar de su sistema a su ex, como para elegir besarme a mí. No había nadie más allí que nosotros y yo era su única opción, ¿Me hubiera elegido en otras circunstancias?

¿Quiero que me elija?

Ante esa pregunta me quedo helada con el trapeador en la mano, pensando en que no tengo una respuesta. Y no tenerla es muy grave, porque significa que no estoy pensando en negarme.

Sé que no puedo seguir así, con tantas dudas nublando mi razón. Maldita sea, ni siquiera pude concentrarme en la redacción de un uniforme que debo entregar mañana en la oficina. Y sé que la única forma de encontrar respuestas para todo esto, no es quedándome aquí encerrada dándole vueltas, sino hablando con él.

Miro mi pijama y me decido a vestirme con algo más decente, antes de tomar mis llaves y, sin pensarlo, me dirijo al apartamento de Marco.

Mi mano duda antes de presionar el timbre, pero finalmente lo hago, espero alrededor de medio minuto, hasta que finalmente abre. Sus labios se separan, como si fuera a decir algo, antes de fruncir el ceño cuando su mirada se enfoca en mí.

—¿Callie? —inquiere.

Viste pantalones jeans negros, junto con una sudadera del mismo color. Quizás se preparaba para salir.

—¿Tienes tiempo? —pregunto— Necesito aclarar unas cosas.

Asiente y rápidamente me deja ingresar a su apartamento.

Estoy nerviosa. Nunca estoy nerviosa, pero creo que distingo la emoción porque siento que en cualquier momento podría vomitar mi desayuno. Una imagen para nada agradable.

Dulce Amor NavideñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora