21 de enero
Luego de la charla con Marco, huí bajo la excusa de que me dolía la cabeza y me encerré en mi habitación a sobrepensar en todas las estupideces que le confesé y, desde luego, me arrepentí de cada palabra que salió de mi boca.
Más tarde tocó a mi puerta diciendo que Sam había pasado por aquí para dejarnos la cena. Mi hermano del medio es un poco más considerado que Theo, por lo que fue un menú vegetariano. Mi apetito ha estado desapareciendo, pero me obligué a comer un poco y luego solo me apuré a subir nuevamente a mi habitación y prepararme para dormir.
A la mañana siguiente, despierto a las siete de la mañana con un pájaro cantando especialmente fuerte en mi ventana. Sé que no volveré a dormir, a pesar de que anoche me quedé dando vueltas en la cama hasta tarde, por lo que me levanto, tomo una ducha rápida y me dirijo a la cocina en la que, por supuesto, no encuentro a nadie tan temprano.
Estoy preparando una taza de café cuando mi teléfono se ilumina con una llamada de Sam que me apuro a responder. Él fue el encargado de quedarse cuidando a papá anoche, por lo que estoy segura de que algo ha ocurrido. Me tiembla un poco la mano al llevo el celular al oído.
—¿Sam?
—Papá despertó —dice sin rodeos. Algo que me gusta de mi hermano es que nunca da vueltas para decir algo, sea lo que sea.
Es como si todo el aire de mis pulmones saliera de mí con el suspiro que suelto.
—¿Lo has visto? ¿Cómo está? ¿Qué dijeron los médicos? —no puedo contener las preguntas que salen de mis labios.
—No, una enfermera estaba con él cuando ocurrió y vinieron a revisarlo de inmediato, por lo que no pude verlo —responde—. No sé cuánto más tardarán en examinarlo, pero ven pronto.
—Ya salgo para allí.
Cuelgo el teléfono y me apresuro a salir de la cocina olvidando mi taza recién servida de café. Con la intención de recoger mi abrigo del perchero de la entrada, ni siquiera me percato de que Marco intenta entrar en la cocina al mismo tiempo que yo salgo, por lo que choco de frente con él.
—Buenos días para ti también —articula sosteniendo mis hombros ya que me tambaleo producto del choque.
—Mi padre despertó, voy al hospital —digo ignorándolo y sigo con mi camino hacia la entrada.
—Eso es genial. Te llevaré.
—No hace falta, no desayunaste —respondo y termino de colocarme la chaqueta.
—¿Y tú si? —inquiere mirando hacia la cocina, supongo que allí donde dejé mi taza sin tocar— ¿Y por qué te preocupas por si desayuné o no? Pensé que me preferías muerto.
Bufo, pero no respondo, sino que me encargo de abrir la puerta sin volver a verlo. Pero él es rápido tomando su propio abrigo y saliendo detrás de mí.
No discuto cuando me obliga a subir a su coche, porque eso solo me haría perder más tiempo del que me gustaría, ahora solo quiero llegar allí con mi padre y ver con mis propios ojos que realmente se encuentra bien.
Al llegar al hospital, solo Sam está en el pasillo.
—Está bien —es lo primero que él dice—. Despierto, hablando y preocupado por el campo —aprieta los labios—. Theo está dentro, una vez que salga puedes entrar.
No termina de decirlo, cuando Theo abre la puerta y el único reconocimiento que nos da es un asentimiento de cabeza a modo de saludo y se aleja con Sam mientras hablan.
Los miro un momento, ni siquiera recriminando el hecho de que no me incluyan en su conversación. Yo nunca fui parte de la relación de hermandad que ellos tenían, pero si están hablando algo relacionado a mi padre, pues claro que me gustaría saberlo.
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Dulce Amor Navideño
RomanceElla lo detesta; a él le encanta molestarla a costa de eso. Ella lo conoce desde hace años; él no la recuerda. Ella ama las mariposas; él la llama Butterfly. Callie atravesó tres tragedias en su vida. La primera a los siete años, cuando perdió a su...