Capítulo 4: Celos

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11 de Febrero 1977

Lily Evans nunca fue una gran fanática del Quidditch. Nunca fue una gran fanática de volar, en general. Recuerda el infierno que eran las clases de vuelo durante su primer año, si su escoba llegaba a subir más de tres metros de la tierra, era seguro que la niña terminaría llorando por varios minutos. Y obviamente, si la chica no disfrutaba volar, menos aún disfrutaría el Quidditch. Ver a todos esos jugadores volar tan alto, a una gran velocidad, recibiendo choques que probablemente puedan hacerlos tropezar...no es necesario explicar el estrés que le daba ver los partidos. Y, aun así, aquí estaba ella, mirando con Mary la práctica del equipo de Quidditch de Gryffindor.

― Recuérdame por qué estamos aquí ―le solicitó Lily frotando sus manos enguantadas y metiéndolas en los bolsillos de su túnica, esperando otorgarle algo de calor a su tembloroso cuerpo.

Mary la miró de reojo, girándose un poco sobre su asiento para acomodar mejor el gorro de lana de Lily y su flequillo pelirrojo, sonriendo a lo grande mientras explicaba.

― Venimos a apoyar a Marlene ―la morena observó disimuladamente a su alrededor, acercándose al odio de su amiga con sospecha para susurrar―. Y a ver muchachos guapos.

Inevitablemente, Lily rodó los ojos.

No era la primera vez que la llevaban a "ver muchachos guapos" de forma obligada, en su escuela muggle siempre ocurría durante los recesos, donde sus amigas parecían no tener nada mejor que hacer que ver a niños tontos taclearse entre ellos con tal de conseguir un balón. Era estúpido, aburrido, y Lily nunca le encontró lo divertido.

― No hagas esa cara ―la reprendió Mary devolviéndose a su lugar―. Vamos Lils, será divertido.

― Tal vez para ti, para mi será estresante.

― ¿Cómo ver muchachos guapos será estresante? ―la molestó―. Por favor, ¿nunca te ha gustado un chico?

― ¡Claro que me han gustado!

Mentira.

En sus diecisiete años de vida, nunca se había enamorado de un hombre. Y vaya que lo había intentado...

Intentó enamorarse de Severus cuando tenía nueve años, intentó enamorarse de Remus cuando tenía doce, e incluso intentó enamorarse de James a los trece. Pero por alguna razón, con ninguno de ellos tenía aquella conexión. Con ninguno sentía un cosquilleo nervioso en el estómago, sus mejillas sonrojarse y la necesidad de hablar sobre ellos todo el tiempo.

Le tomó varios años darse cuenta de que quizás nunca sentiría esa atracción con un hombre...

― ¡Ya va a empezar! ―anunció Mary sacudiéndola por los hombros, observando embobada como los jugadores subían en sus escobas y daban unas vueltas en el aire.

Lily no podía mirar aquel espectáculo sin ser atormentada por aquellos pensamientos ansiosos, por lo que en lugar de ponerse de pie y dar gritos de apoyo (como Mary) se apoyó en uno de los barandales y observó fijamente el pasto, donde James lideraba el entrenamiento. La chica supuso que toda su tarde se basaría en eso, observar al Potter soplar un silbato y gritar órdenes a adolescentes, sin embargo, su sorpresa fue inmensa cuando vio a Sirius correr por el campo portando todavía su chaqueta de cuero y con una bolsa llena de libros en su hombro.

― Oye Mary ―llamó a su amiga sin despegar sus ojos del Black―. ¿Sirius no iba a pasar la tarde con Remus?

― Se supone, ¿por qué?

― Por...

El sonido de un nuevo mensaje en su celular la interrumpió, haciéndola separarse un poco del barandal para poder desbloquear el celular y leer la notificación.

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