Capítulo 6: La clase de pociones

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23 de Febrero de 1977

― Vamos, Pads, quita esa cara de amargado ―le dijo James, pellizcándole una de sus mejillas con diversión. A Sirius no le hizo gracia el gesto, al contrario, quitó su mano de su mejilla con un fuerte manotazo que resonó por todo el pasillo.

― No me hables ―el Black se cruzó de brazos y desvió la mirada, ignorando los quejidos de dolor de su amigo.

― Parece que alguien se levantó del lado incorrecto de la cama ―opinó Peter con cierta diversión, la cual se esfumó de inmediato al notar la mirada asesina que Sirius le dedicaba.

Todos estos actos de grosería y furia tenían una razón: acababan de despertarlo de su siesta para ir a Pociones, la peor clase en la historia de Hogwarts.

Decir que odia pociones es muy poco. El muchacho DETESTA la materia, encontrándola aburrida y bastante pesada. El maestro no sabe explicar, las actividades necesitan más tiempo del que les da la clase y deja toneladas de tarea, como si su materia fuera la única que tomaran. Si por él fuera, hubiera dejado de tomar Pociones este ciclo, pero McGonagall le dijo que necesitaba estudios avanzados en ésta si quería volverse un Auror. Así que, aquí estaba él, bajando perezosamente hacia las mazmorras en compañía de sus amigos (quienes prácticamente lo obligaron a venir).

Entraron al salón en completo silencio. Parecía como si sus compañeros de clase pudieran sentir su mal humor (o las inconscientes miradas asesinas), ya que todos se apartaban de él para permitirle llegar a su lugar sin interrupciones. Ni siquiera se molestó en saludar a Marlene (su compañera de caldero), simplemente se dejó caer con pesadez en la silla, tirando su mochila al suelo y recostando su cabeza contra la mesa.

Solo serán tres horas ―se repetía en su mente como si eso fuera a hacerlo sentir mejor―. Tres horas y no tendré que volver a ver a este pinche viejo durante...

― Buenas tardes a ti también, Sirius ―escuchó a alguien saludarlo, pero no era la voz ligeramente grave y alegre de Marlene; no, era una voz ronca, una voz que conocía muy bien...

― ¡¿Remus?! ―preguntó como idiota, levantándose de la mesa con rapidez para poder mirarlo.

― Hola ―El castaño le sonrió con diversión, con la mirada fija en su... ¿frente? Ni idea, este día estaba siendo muy raro.

Como era de esperarse (o por lo menos, para Remus), lo primero que hizo Sirius fue atosigarlo con preguntas. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo estás aquí? ¿Puedes sentarte aquí? ¿Dónde está Marlene?

― Wow, tranquilo, Pads ―rio Remus sosteniéndolo de los hombros y deteniendo momentáneamente su interrogatorio―. No sucedió la gran cosa, logré convencer a Marlene que me cambiara de lugar.

Sirius lo miró con sorpresa, después, giro su cabeza hacia atrás donde anteriormente se sentaba Lupin, sólo para encontrar en su lugar a una furiosa Marlene peleando en voz baja con Dorcas, su nueva compañera de caldero. La rubia debía apreciar mucho a Remus como para aceptar convivir con Dorcas durante una clase. Sin duda, no volverá a renegar cuando no le devuelva sus delineadores, es capaz de regalárselos todos en este momento.

― ¡Eso es genial! ―lo felicitó Sirius cuando regresó su mirada a Remus, dándole una gran sonrisa emocionada, como si acabaran de darle la mejor noticia de su vida.

El muchacho frente a él suspiró el aire que ni siquiera él sabía que contenía, brindándole mayor tranquilidad a sus facciones y eliminando la tensión de sus hombros. Parecía como si en realidad le importara la opinión de su amigo, e inconscientemente, eso le hizo sonrojar, sintiéndose bastante querido.

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