Prólogo

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9 de febrero de 1977

Sirius Black estaba seguro de varias cosas en su vida.

Estaba seguro de que su grupo de música favorito era "Queen".

Estaba seguro de que odiaba a su madre y preferiría morir antes de regresar a su casa.

Pero, sobre todo, estaba seguro de que estaba, y estaría por muchos años, enamorado de Remus John Lupin.

¿Cómo no iba a estarlo? El chico era perfecto: con una brillante piel bronceada, cubierta con unas cuantas pecas y muchas más cicatrices (que, en opinión de Sirius, lo hacían ver aún más atractivo), un cabello castaño rizado, unos hermosos ojos dorados y una altura envidiable. Pero Remus no solo era perfecto por fuera, sino también por dentro, siendo una persona amable, inteligente, paciente y con un gran sentido del humor.

Merlín, Sirius estaba tan enamorado de Remus...

Y esa siempre sería su perdición.

― ¿Por qué no intentas hablarle? ―le propuso James Potter, su mejor amigo, cuando lo notó mirando embobado (como siempre) a Lupin.

― Pff, ¿bromeas no? De seguro ni siquiera sabe que existo ―se lamentó Sirius, sin despegar todavía sus ojos de Remus.

― Sirius... ¿acaso olvidaste todas las detenciones que te ha dado por bromas? El chico te tiene más que ubicado.

― ¡Pero no quiero que me conozca como el "chico de las bromas"! Quiero que me conozca por quien soy ―el Black chocó su frente contra la mesa del comedor, quejándose internamente por su situación amorosa y llamando la atención de unas cuantas personas a su alrededor―. Soy un idiota...

― No digas eso, Pads. ¿Por qué no planeamos otra broma? Siempre te anima ―ofreció el moreno, sonriendo y dándole unas pequeñas palmadas en la cabeza.

― ¿Otra broma? Pensé que la bomba de risa serían la última de este mes ―habló Peter Pettigrew con la boca llena.

― ¿Dónde está tu espíritu merodeador, Pete? ―preguntó juguetonamente James.

― Eh, ¿en detención, tal vez? Eh pasado más tiempo siendo regañado en el despacho de McGonagall que en mi propia casa.

― Gajes del oficio, Wormy. Bienvenido a los Merodeadores.

James abrió los brazos en un gesto dramático, haciendo a Pettigrew rodar los ojos y a Sirius sonreír.

"Los Merodeadores", gran nombre, ¿no lo creen? Sirius lo escogió. Han sido conocidos así desde que llegaron a Hogwarts, cuando tras conocerse en el tren y realizar su primera broma juntos decidieron que serían amigos por toda la vida. Hoy en día, esa promesa no se ha roto, y los Merodeadores continúan siendo tan buenos amigos como lo fueron durante su primer día.

― Solo digo, que sería lindo tener una tarde libre. Ya saben, sin estar castigados o... ―Sirius se paró de golpe de su lugar, maldiciendo en voz alta e interrumpiendo a Peter.

― ¿Qué pasa, Pads? ―le preguntó James.

― ¡Tengo castigo con McGonagall! Oh, mierda, ¡voy tardísimo!

― Oye Wormy ¿Qué fue lo que dijo Minnie la última vez que Sirius llegó tarde?

― Oh, no estoy seguro, Prongs. ¿Una amenaza no?

― Si, algo así como... ―Potter se enderezó en su lugar, adquiriendo un tono de voz más agudo de lo normal ―. "Señor Black. Si vuelve a llegar tarde a uno de mis castigos, lo haré limpiar el castillo de pies a cabeza, ¿entendió?"

Peter soltó una carcajada, al contrario de Sirius, que miraba a su mejor amigo con odio.

― ¡¿Y recuerdas lo que Padfoot respondió?! "Oh, pero Minnie, ¿dónde conseguiré un castillo con pies y cabeza?"

James se unió a las risas de Peter, aumentando el enojo de Sirius y llamando la atención de la gente alrededor.

― Los odio ―declaró el Black, tomando con dignidad su mochila y colgándola en su hombro para poder ir a visitar a la profesora.

― ¡No te preocupes Pads, nosotros y el castillo con pies y cabeza te amamos! ―gritó James, aumentando las risas de Peter. Sirius dio media vuelta, levantándole ambos dedos a sus amigos antes de desaparecer por la puerta del comedor.

― Eso fue grosero ―opinó Lily Evans detrás de James, acompañada de su mejor amigo, Remus. Lily era una chica de baja estatura, con un largo cabello pelirojo y brillantes ojos verdes. Durante su primer año en Hogwarts, James aseguraba que aquella bella mujer iba a volverse su esposa. Sin embargo, cinco años después, el muchacho comenzaba a dudar sobre sus declaraciones...

― Claro que no, Evans. Así nos llevamos nosotros ―explicó Prongs con una sonrisa inocente, saliendo de sus pensamientos y dedicándole toda su atención a la chica. Lily entrecerró sus ojos hacia él, mientras que Remus bajaba la cabeza para ocultar su sonrisa ―. ¿Lo ves? A Remus le divierte.

Lily giró la cabeza hacia Remus, con tanta velocidad que por un momento James pensó que se torcería el cuello. Remus se puso serio de inmediato.

― Yo no hice nada ―dijo, levantando ambos brazos en el aire. Evans le dedicó una mala mirada, al mismo tiempo que lo tomaba del brazo para jalarlo fuera del comedor.

― Vámonos, Remus ―anunció la chica, peinando su largo cabello pelirrojo al caminar. Lupin les regaló una última sonrisa a los chicos, encogiéndose de hombros antes de ser arrastrado fuera del comedor.

― Vaya, ahora entiendo porque a Sirius le gusta.

― ¡Peter!

― ¿Qué? El tipo es guapo, amable e inteligente. ¿No escuchaste que durante las tardes ofrece tutorías a los estudiantes menores? Merlín, ese chico es un Dios.

James miró la puerta por la que Remus acababa de salir, entretanto una idea se generaba en su cabeza.

Aunque Sirius es conocido por ser alguien "coqueto" y "seguro de sí mismo", la realidad es que el chico es un penoso, el cual a pesar de llevar varios años enamorado de Remus Lupin ha rechazado cualquier oportunidad de hablarle. Sin embargo, no le vendría mal recibir un "pequeño empujón" por parte de James, ¿verdad? Y tomando en cuenta que su amigo está a punto de reprobar "Cuidado de Criaturas Mágicas" y Remus es un pan de dios que de seguro alimenta a los pobres en sus tiempos libres, la oportunidad de formar una relación entre ellos dos está en bandeja de plata.

― ¡Ahora vengo! ―le hizo saber a Peter, corriendo con emoción detrás de los prefectos para poder llevar a cabo su plan. Los encontró a ambos en la entrada de la biblioteca, charlando animadamente con unas chicas de Hufflepuff de primer año ―. ¡Remus! ¡Oye, Remus! ―el susodicho miró detrás de él al escuchar su nombre, encontrándose frente a frente con James.

― Hola James, ¿pasa algo? ―preguntó con una sonrisa de amabilidad, alejándose un poco de Lily y las otras niñas.

James se quedó en silencio un momento, planeando sus próximas palabras e intentando recuperar el aliento.

― ¿Te puedo pedir un favor?

TimelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora