Capítulo 34: Regreso a Hogwarts

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18 de Abril de 1977

La semana había terminado, y con ello, las vacaciones de Semana Santa. Todos pasaron momentos muy bellos en la cabaña, pero ya era tiempo de volver a la realidad, la realidad donde todavía eran estudiantes que debían asistir al colegio. Ese domingo, Regulus se despertó más temprano que su alarma, quedándose fijamente mirando el techo de su...de la habitación de invitados. Habían regresado de México el día anterior, pues Monty y Effie dijeron que era necesario tener un buen fin de semana de descanso antes de entrar a clases; él no ha descansado ni un poco.

Frustrado de no estar haciendo algo importante, se levantó de la cama, poniéndose sus pantuflas y bajando a la cocina; tal vez pueda hacerse un café mientras espera a que los demás despierten (tenía una obsesión poco sana con esa bebida). Estaba bajando los últimos escalones cuando el olor de fruta picada y café llenaron sus fosas nasales; al asomarse, se encontró a Effie a punto de preparar el desayuno.

― Oh, buenos días, Reg ―saludó la mujer con su clásica sonrisa dulce―. ¿Quieres acompañarme? Escuché que estabas despierto y te preparé café.

― Gracias... ―murmuró, tomando la taza del pretil y sentándose en uno de los bancos de la cocina. Dio el primer sorbo, y ante el sabor esbozó una sonrisa satisfecha.

Sin azúcar. Justo como le gusta.

― ¿Qué quieres desayunar hoy, cariño? ―preguntó Euphemia, dirigiéndose a abrir el refrigerador―. Tenemos huevos, leche, mantequilla... ¿ya te preparé Hot Cakes? No es muy mexicano, pero es lo que tengo.

― No me importa, me gustan los Hot cakes.

― Entonces ya encontré el desayuno de hoy ―anunció, golpeando el refrigerador con su varita para que los ingredientes necesarios salieran flotando de él―. ¿Quieres ayudarme? Me vendrían bien unas manos extras.

― Claro ―se encogió de hombros, dándole un último trago a su café antes de dejarlo sobre el pretil y ponerse de pie, acercándose a la encimera a lado de la estufa―. ¿Vamos a cocinar de la manera muggle? ―preguntó al ver a la mujer atar su cabello en un moño despeinado y ponerse su mandil.

― Por supuesto, es una de las pocas cosas que no sólo disfruto hacerlo sin magia, sino que siento que quedan mucho mejor ―abrió la alacena para sacar un bowl donde poner los ingredientes―. Un buen plato de comida se define por el amor que pones en él, y la magia nunca podrá igualar ese amor.

El muchacho asintió, reflexionando aquellas palabras. De cierta manera era cierto...las mejores comidas que ha tenido han sido caseras, sin utilizar la más mínima magia.

― Reg, ¿puedes ponerle harina, por favor? Dos tazas.

Regulus asintió en voz alta, tomando la caja que le indicaban para abrirla; abrir la caja no fue difícil, pero la bolsa...ese si fue un problema, pues sin importar cuanto jalara, ésta no parecía querer romperse.

― ¿Necesitas ayuda con eso?

― No, gracias, yo puedo.

― Reg, si quieres puedo traer las tijeras y... ―antes de que pudiera terminar su oración, el menor jaló con una mayor fuerza la bolsa, rompiéndola a la mitad y desparramando su contenido en todos lados, incluso en él y Effie.

Sus palmas comenzaron a sudar, y el silencio en la casa le permitió escuchar a la perfección el eco de los descontrolados latidos de su corazón.

― Ay ―fue lo primero que dijo, observando con consternación el desastre que había hecho―, lo siento mucho, yo puedo limpiar y...

Una melodiosa risa llegó a sus oídos, y al mirar, se encontró con la mujer apoyada con una mano en la encimera para no caerse por la intensidad de sus carcajadas. Sin poder evitarlo, se echó a reír con ella, sintiendo como sus preocupaciones poco a poco se disipaban.

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