Semanas después.
Narra Kaia.
Nueva Orleans es el lugar soñado de Kaleb, corre por toda la casa con Hope, se le ve muchísimo más feliz que antes y Klaus ha estado con él todo este tiempo.-Tengo que ir a cerrar el búnker y recoger unas cosas. -Le dije a Klaus quien estaba parado frente a mi.
-Le diré a Marcel que te acompañe. Elijah y Rebekah van a llevar a Kaleb y a Hope al museo de arte.
-Que harás tu? -Pregunté.
-Freya me pidió ayuda con unos hechizos.
-Entonces nos vemos más tarde, voy a buscar a Kaleb para despedirme de él. -Besé rápidamente los labios de Klaus y subí hasta la habitación de mi hijo.
-Pequeño, vuelvo en un par de horas.
-¿Irás con papá? -preguntó.
-No cariño. Mamá tiene que hacer algunas cosas, te amo mucho precioso. -Besé su frente.
-Te amo mucho mami. -Me abrazó, correspondí a su abrazo y salí dejándolo ahí con sus juguetes.
Caminé hasta mi mi antigua casa, la distancia no era mucha y la mayoría de personas aquí en Nueva Orleans prefieren caminar.
Hoy el día había amanecido extraño, no nos despertaron las melodías de jazz características de las mañanas de Nueva Orleans y el cielo no estaba soleado. Era un día gris.
Llegué a la que solía ser mi hogar, la casa en la que tenía tantos recuerdos lindos y ahora solo quedaba oscuridad en ella, el reflejo de tantos años escondidos en un búnker al punto de casi caer en la locura.
El pasado no había sido lindo pero creo que en parte si valió la pena todo aquello, porque hoy tengo la familia que siempre quise. Me siento en casa.
Bajé hasta el búnker, revisé que todo estuviera bien y me despedí de él para siempre, no quería volver a estar aquí. En él quedaron muchísimos recuerdos buenos con el abuelo pero se vieron nublados por todo lo malo que aquí también pasó.
Subí hasta mi habitación y me senté en la que solía ser mi cama. Los libros que me leía mi abuelo cuando era una niña estaban en el mismo lugar de siempre, la primera y una muñeca que tuve en mi vida estaba encimada del sillón del rincón y el baúl con las cosas de mis padres seguía sellado desde hace 18 años. No era capaz de volverlo a abrir, no ahora que estoy feliz, no quería que nada irrumpiera en esta paz y tranquilidad que siento ahora. Ni siquiera el saber de dónde vengo y qué pasó con mis padres.
Solo recogí un par de cosas, la casa y el resto de cosas quedarían protegidas por Nora y los híbridos de Klaus.
Salí de ahí y caminé hasta casa de los Mikaelson donde ahora solía vivir yo. Las calles seguían en silencio lo cual era muy extraño aquí, se sentía incompleto todo.
Llegué a casa y todos los híbridos de Klaus estaban dentro junto a él, Elijah abrazaba a Freya, Rebekah lloraba y Hayley cargaba a Hope, faltaba alguien, faltaba mi vida entera.
-¿Donde está Kaleb? -me salió más como un susurro y una petición de que me dijeran que estaba dormido arriba.
-Kaia, déjame explicarte. -Se acercó Elijah a mi.
-Quiero saber dónde está mi hijo, no me importa nada más. -Sentía miedo, me faltaba el oxígeno y la vista se me hacía cada vez más borrosa.
-Dahlia. -Fue lo único que dijo Freya.
Mi vida se detuvo, había perdido al abuelo, mis padres, por nada del mundo podía perder a Kaleb. Klaus no emitía palabra alguna, sus ojos reflejaban rabia y no parecía el.
Me quedé paralizada, mis pies no eran capaz de moverse y mi boca no emitía sonidos, es como si en ese mismo instante hubiese muerto.
Cuando salí de mi estado de shock estaba Niklaus frente a mi.
-Te prometo que va a regresar sano y salvo. -Miró a mis ojos pero no me transmitían nada, no se veía sincero. Se veía con miedo.
Salí de ahí y camine como pude hasta el búnker, debía haber algo que lo trajera de regreso conmigo. Es mi bebé y sin él no soy nada.
Había prometido no volver al búnker pero me han quitado lo más valioso de mi vida.
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No Estoy Obsesionada -Klaus Mikaelson
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