El anhelo importó más que la salvación

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El café me fue dado como lo hubiera hecho la vieja malvada de Hansel y Gretel, solo que, en vez de engordarme, simplemente me mataría. Esta mujer no perdería su tiempo en sedantes, me envenenaría directamente. Pudriría mis órganos. Me haría sangrar por los ojos. Aunque no podía negar que su café asesino olía delicioso, la espuma inclusive formaba un corazón blanco y, aun así, mi garganta se cerró apenas lo puso ante mí.

⎯ Repíteme tu nombre ⎯Veeh, la tenebrosa chica que fue a socorrer a Lenore y obligó a su hermano,  Hech, a llevarla a voladas a su cuarto, me desmembraba la piel con su oscura mirada.

⎯Ya te lo he dicho cinco veces ⎯entorné mis ojos y ella compitió con el gesto, siendo el suyo de negro metal y el mío de fuego congelado ⎯¿Qué quieres conseguir con una sexta vez? ¿Quebrarme en fastidio?

Difuminó una sonrisa y luego elevó sus hombros sin gramo de inocencia:

⎯¿La verdad? Pues es difícil recordarlo cuando te sigo llamando bruja maldita una y otra vez en mi mente ⎯me barrió completa: ⎯No pareces loca.

⎯No lo estoy.

Su mortalidad era inconfundible y sin embargo, un susurro antinautural hacía eco contra su misma  esencia. Mi recelo sintonizó con el suyo.

⎯¿Dónde está Toveas?

Se arrimó al fregadero cruzándose de brazos y botas negras. Caos botó humo mientras yo la contemplaba. Esta mujer tenía una personalidad de acero. Era imponente, pero no prepotente como Lenore. Analizaba, pero sin fingir empatía como la anciana.

⎯Encerrado en un manicomio.

Me levanté de la silla más agobiada que iracunda. Esta cayó al suelo en un ruido seco.

⎯¿¡Manicomio!? Pero si yo...

Veeh soltó su cómoda posición y acortó la distancia en zancadas:

⎯¿Tú qué, Bruja?

⎯Yo lo vi antes de caer del cielo. O tal vez no sea el mismo hombre. Nunca lo vi pintar. Solo, solo tocaba su saxofón. Ag. Me explotará la cabeza ⎯confesé sosteniéndome la frente y ella me miró en hitos. Parecía una lechuza, con ese cabello color cenizo, su tes tan blanca y esos gigantes ojos negros.

⎯En las pinturas tenías asquerosas raíces doradas y piel negra, hazlo ⎯demandó ⎯Ahora.

Caos se reveló en un golpe de furia y tuve que respirar varias veces para no ponerla de rodillas y quebrarla como mi alma ansiaba. Ella miraba sin temor y me estudió completa para luego negar con la cabeza.

⎯Si eres una puta estrella ⎯amortiguó sus palabras tapando su rostro con las palmas. Se rascó.

⎯¿Cuál es el problema? ¿Por qué mi hombre está en el manicomio?  ⎯Caos se pavoneó de la expresión posesiva mientras yo quería tragármela devuelta. La empujé varias veces hasta que al fin sacó sus garras de la superficie de mi consciencia.

Veeh mostró sus dientes.

Tu hombre no te debe encontrar, bruja. Si esas pinturas son reales como tú, harán que todo se vaya a la mierda si él te toca... ⎯suspiró rabia ⎯Es que cuando Lenore despierte la dejaré sin ojos.

Veeh se ancló en mi mirada cuando respingué la espalda. Una energía que me tocaba como besos empezó a envolverme. Me llamaba y los ronroneos de Caos me hundieron aún más en la sensación.  Ella volvió a subir.

⎯¿Qué sucede?  ¡Habla bruja!

Disparé mi mirada hacia la puerta. Era él y sentí exactamente el momento en que mi consciencia se difuminó y se mezcló con las ansias de Caos. El disturbio comenzó:

Una corona de estrella y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora