12. La muerte solo sera piadosa para algunos

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Nuestra explosión de poder sirvió además de un cambio de vestuario digno de la ocasión, como un efectivo anunciante de nuestra llegada. El silencio se convirtió en otra criatura más y devoró cada rincón encapsulado, hasta los árboles parecían querer huir lejos de la tensión.

Las criaturas de pieles verdes y ojos purpuras, de pronto respiraban detrás de nosotros. La impresión me heló la piel y Caos la calentó rápidamente. Mis raíces fluyeron como un río.

-Somos sus Asseclas y recomendamos la muerte de su primogénita. Eviten el dolor de cabeza y ganen un poco de diversión -sus voces cantaron en una melodía vacía de humanidad, aunque viva en pasiones.

Toveas ya tenía su atención sobre Lenore y ella en él. Su cabello azul brillaba y bailaba sin ayuda del viento. Los vampiros, sus iguales, se formaban detrás de ella en un escuadrón artístico. Cada uno tenía su esplendor individual. Eran criaturas hermosas, llenas de luz y seducción. La imagen de un pez linterna cruzó por mi mente. Cualquier iluso mortal caminaría libremente hasta uno de esos 4 vampiros pensando que eran un milagro.

-¿Por qué no te tomaste el tiempo de pintarnos también? -Lenore empezó a caminar y en cada paso que daba, me hacía cuestionar si esa no había sido su forma natural todo este tiempo -Pensé muchas cosas de ti. Te odié, te tuve pena, pero jamás pensé que serias un completo desagraciado. ¿Cómo te atreviste a dejar que esto nos pasara? ¡Tu familia! -la miel de su iris parecía derretirse bajo todo el calor de su furia.

Los contemplé tratando de recordar sus rostros, la felicidad que emanaban cuando entré aquí y les arrebaté todo. Caos me espabiló con un rugido y desperté con la adrenalina galopando en mi corazón. Las doradas plumas de mi vestido se agitaron y se volvieron más filosas. Impenetrables.

Toveas se apartó de mí para acercase a ella un imperioso paso a la vez. Su porte se tornó autoritario y su andar tan lobuno como las criaturas atadas al suelo.

Caos quiso ir con él, marcar con cada pisada que aquel Rey era suyo y me hincó el estómago cuando me clavé al suelo. Si, odiaba estar siendo una espectadora tanto como verlo hablar con Lenore, palpar esa tensión entre ellos. Si, me reviraba el hígado. Pero, tenía que observarlo y entender esta faceta de él, porque solo contemplé una por años en el cielo y hasta el momento la veía. Prácticamente era hacia un extraño por quién sentía esta gran conexión, deseo y necesidad. Era peligroso. Ansiarlo a ciegas, literalmente podía acabarme y a todo un mundo conmigo.

Se creía que el amor era ciego y por esa razón, esto suponía ser un amor imposible. No podía estar ciega frente a unos colmillos, tenía que realmente verlo. Le daré mi corazón solo conociendo el suyo y todas sus espinas. Nadie era perfecto y exento de heridas. Apostaba poder soportarlas, viví en la oscuridad y la iluminé por siglos. Podía con la suya, ¿no?

-¿Fingirás que no estas gozando el poder que palpita en tu pecho? -su voz rebotó como un sombrío eco en cada esquina -Sorpréndeme con algo más interesante, Lenn.

Lenore se dejó de mover y me di cuenta de que yo también. Ambas estábamos asombradas por los anillos negros que empezaron a girar en espiral alrededor de las manos de Toveas. El Rey. Solo que, en los brillantes ojos de Lenore la sorpresa se inclinaba paulatinamente hacia el horror, en cambio, yo estudiaba la naturalidad con la que se movía y como manejaba su poder.

-Sigue reclamándome. Actúa que te horroriza en lo que te has convertido, pero ambos sabemos que lo haces para captar mi atención -era notorio que jugaba con ella y Lenore no deseaba resistirse. El Rey tenía razón, quería ser el centro de cualquier cosa de él -Me tienes aquí, Lenn, viéndote. ¿Ahora que harás?

La vampiresa ya no encontraba palabras, obnubilada en él.

-¿Eso fue todo? -se burló en una ronca risa.

Una corona de estrella y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora