6. En desperación ocurren las mejores promesas

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Dos agujeros negros de luz turquesa me devolvían la mirada. El deslumbrante color sobresalía mientras su pupilas parecían querer tragarme entera en su oscuridad. Hermoso. Terriblemente hermoso.

⎯¿¡Toveas!? ⎯Veeh gritó al otro lado de la puerta, pero sus aullidos se escuchaban muy, pero muy lejanos. ¿Era solo yo o la tierra estaba temblando? ⎯Maldito seas, la tocaste ¡Te voy a matar!

Mi caos empezó a agitarse incomoda, como extasiada en miedo y placer. Era un sentimiento tan dicotómico que me dieron ganas de vomitar. Di varios pasos atrás, pero Toveas agarró mi mano en pertenencia y ancló sus hermosos ojos en los míos. El movimiento de la tierra aumentó influenciado por la electricidad que corrió por mi cuerpo cuando me jaló hacia él. Mi cuerpo golpeó contra el suyo y fue la primera vez que me sentí viva. Humana. Mujer.

⎯Quédate ⎯su ronca voz mordió mi oreja y mis rodillas perdieron fuerza.

⎯Siempre ⎯mi alma le prometió.

Entre todo lo que perdía el control, éramos los únicos que permanecíamos inmóviles, tranquilos. Hipnotizados. Mientras Toveas acariciaba mi rostro con el dorso de su dedo como si temiera romperme si ejercía fuerza, Lenore apareció detrás de él. Aquello me despertó un poco. Me fijé en ella sin dejar de sentir sus caricia ahora recorriendo mi cuello.

Ella se encontraba anormalmente acelerada para alguien que se estaba inconsciente, inclusive para alguien que se suponía que era humano. De las comisuras de sus gruesos labios goteaba sangre tan roja como el vino y su cabello no era otra cosa que una llamarada azul que flotaban con vida propia.

Aquello me hizo entrar en razón y como si me hubiera destaponado los oídos, escuché los sollozos de Veeh. Miré hacia atrás con Toveas sobándome los brazos embelesado. La puerta estaba a centímetros de mis botas y Veeh lloraba la sangre que salía del cuello de su hermano tirado en medio del pasillo.

Parpadeé. Una. Dos. Hech se levantó de su sangre en un movimiento esporádico y tieso. Giró su cabeza cual búho para prometerme sufrimiento con ojos sin gota de luz mientras su hermana temblaba aún sobre sus rodillas. Me estremecí entre las manos de Toveas. Llevó a su Veeh escalares arriba en cuestión de segundos.

Lenore me mostró sus colmillos en una caótica sonrisa.

⎯Ya estoy en el juego -desapareció y Hech bajó a velocidad para perseguirla. Había dejado encerrada a Veeh, la escuchaba mientras se golpeaba contra la puerta para tumbarla.

Dentro de cada casa se encendieron los lamentos como luces. El cabello azul de Lenore deslumbraba por las ventanas campestres dando inicios a nuevos gritos. Yo quería ayudar, detener a Lenore y su nueva sede de sangre, pero no me podía mover. Toveas me tenía retenida en una red de dulzura, magnetismo y electricidad. Era suya hasta que un fina cuerda pegajosa y punzante, ató mi corazón con fuerza y mis latidos fueron jalados hacía algo... alguien más. Unas manos grandes y extrañas me sostuvieron por la cintura antes de tropezar.

⎯Quítale las manos de encima ⎯Toveas ladró con tal furia que la tierra rugiera mientras forcejaba iracundo contra cadenas negras y fantasmales que lo ataban al suelo.

Fuera de sus manos mi conciencia regresó. ¿Qué mierda estaba sucediendo?

⎯Caminarás fuera de esta casa y dejarás que unos educados espectros te secuestren sin hacer resistencia. No recordarás lo que sucedió con tu amado hasta que yo te lo permita ⎯una masculina voz ingresó a mi sistema, al principio, melosa y suave, pero una vez que cayó a mi estómago, todo lo que sentía era el amargor del ácido.

Mi Caos pausó cada una de sus necesidades para obedecerle. Me sentía huir como si mi cuerpo fuera de aire hasta que estas piernas golpearon el suelo bajo mi voluntad. Yo necesitaba salir de aquí. Mis incesantes latidos lo coreaban sin recordar nada más que a esos espectros que me esperaban.

Una corona de estrella y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora