Ambas nos quedamos con aquel tipo Hech, como un lacónico guardaespaldas de chispeante paciencia, parados en silencio. Todos volvían a sus actividades como si yo no hubiera pasado. Mis hombros botaron una pizca de tensión. De hecho, si necesitaba un poco de espacio, sin tanta desconfianza y cautela sobre mí, respiraba mejor.
Miré la enorme luna y maldije a Karma. No tenía que saber mucho o absolutamente nada, en este caso, para ser consciente que ella, de alguna forma, estaba involucrada en esto. Y pues claro, ¿Cómo no iba a estar al tanto del hombre vidente que me pintaba siendo humana? Ella vigilaba todo sobre mi....Cuando conocí a mi hombre obsesión, me prohibió saber cualquier cosa sobre él...Cielos. Pero....pero yo no lo vi pintando. Jamás.
⎯Vamos ⎯Lenore quebró mis pensamientos y con ellos la ira que crecía como suspiro de dragón.
⎯¿Realmente tendrás la amabilidad de decirme dónde está el hombre? Te recomiendo que sea así.
En vez de responderme, me tomó de la muñeca y me condujo a paso rápido hacia la derecha, directo a la única casa con luces apagadas.
Caos gruñía molesta por mis huesos. La contuve. Tampoco me gustaba ser arrastrada ni me agradaba la fuerza con la que sostenía mi muñeca, pero necesitaba respuestas.
⎯Piénsalo bien ⎯Hech cubrió la delgada puerta con su cuerpo. Su rostro era serio y joven. Un tanto atractivo gracias a aquella mirada oscura y porte seguro. Nuestros ojos se encontraron y él desvió la mirada al segundo.
⎯Listo ya lo pensé, ahora muévete Hech —su simple voz me hizo erizar la piel.
Hech contrajo su fuerte mandíbula notablemente molesto. Al parecer esta mujer también lo irritaba.
⎯Siempre eliges el peor camino, Lenn.
⎯Pero tú nunca lo impides ⎯sus palabras consiguieron hacer sonreír al amargado Hech. Una mueca, más bien.
Abrió la puerta. El piso era acogedor y pequeño. Un amplio cuadrante donde se repartía la entrada, sala y comedor. Tenía una decoración limpia, el color estaba únicamente en los almohadones amarillos y comedor color celeste, fuera de eso todo era blanco y plantas.
⎯A mí no interesa lo que hagas, pero a Veeh por otro lado... —hizo una ademán de consideración —Le gusta amargarse la vida.
⎯Mierda ⎯expulsó su frustración y aproveché el momento para soltarme de su agarre ⎯No le digas a Veeh. Será rápido.
⎯Katce se lo habrá dicho ya. Mejor ahórrate tu sangre Lenn y sácala de aquí.
Mientras negociaban di unos cuantos pasos directo al comedor, arrastré una silla de madera celeste y me dejé caer. Cielos, era la primera vez que me sentaba. Mis músculos casi lloraron. Curioso.
⎯Por favor busca a Veeh y regúlala. Para cuando vuelvas ya habré terminado y todo será perfecto. Hech, por favor, por favor —suplicó y suplicó hasta que la desaprobación en el rostro del hombre se quedó pegada en el ambiente aun cuando se dio la media vuelta.
—Tu tampoco pudiste regresar una vez que cruzaste la línea.
—¿Qué hablas?
—De la obsesión, Lenn.
Lenore se quedó absorta viendo el vacío que dejó Hech, sus hombros subiendo y bajando mientras las palabras de su amigo susurraban en el aire. Hasta yo las oía como ecos de mi propia verdad.
⎯El hombre que supuestamente volví loco, ¿toca el saxo?
Me enfrentó. Sus pupilas estaban dilatadas como si su cordura hubiera dejado un hoyo al escapar detrás de Hech. Capaz y sí.
⎯Quiero saber cómo lo hiciste obsesionarse de ti. ¿Qué brujería usaste?
¿Desde cuánto los humanos hablaban tan abiertamente de las brujas? Este lugar, esta familia, aquí vivía algo extraño, más viejo que yo, más maquiavélico que Karma. Si salía de este drama por un segundo y me concentraba plenamente, creo que sería capaz de escuchar los ecos de una risa manipulando los hilos del Destino.
Yo no era el único ser con tendencias destructivas y pasionales, había cosas peores allá afuera que almas fallidas como yo. El hijo de Destrucción, por ejemplo, pero lo que se arrastraba por aquí no era él. Lo sentía.
⎯¿Qué brujería usaste? —presionó.
Respiré recordando que la agresividad no era la respuesta. Sería mejor que estos instintos de mi alma deseosa por borrarle ese rostro con mis propios dedos.
⎯Si hiciera algo jamás me rebajaría a eso. Responde mi pregunta.
⎯Él jamás había pintado algo en su vida y de repente, te retrata una y otra vez. Día y noche. Solo una de esas brujas oscuras induce ideas tan retorcidas. ¿Ambos gobernarían un nuevo mundo? —una risa estridente salió de sus frenéticos labios —Que. Fue. Lo que le hiciste. A. Toveas.
⎯Toveas ⎯saboreé en susurro su nombre y mi cuerpo reaccionó a él.
Caos se llenó de adrenalina. Cielos. Todo este tiempo.
⎯¿Él toca el saxo? ⎯tenía que estar segura.
Ella se abalanzó como una animal salvaje sobre mí y la retuve por las muñecas. Su velocidad y mi resistencia provocaron que la silla se inclinara hacia atrás. La madera rechinó en el piso y sus uñas quedaron a centímetros de mi rostro.
⎯¡Suéltame! ⎯aulló fulminante mientras yo me levantaba con sus muñecas encadenadas a mis negros dedos. Mi tolerancia caducó.
Lenore agrandó sus ojos al ver mi piel. Doblé sus rodillas bajo mi fuerza y cayó al suelo. Caos crepitaba, las raíces doradas empezaban a fluir por mis manos, pero sus ojos ya no me devolvían la furia que los míos emanaban. Todo lo contrario, ella empezó a desfallecer.
Una sonrisa se expandió entre mis huesos y solté a Lenore cuando el recuerdo del rugido de Oso me hizo reaccionar. La estaba lastimando. Prometí ser mejor que yo misma. No debía ser peligrosa. Karma no debía tener razón sobre mí. No. Miré mis palmas y brillaban como si estuvieran escarcha dorada. Yo...yo le estaba robando vitalidad.
⎯Perdón. Yo no... no sabía que podía hacerte esto.
Lenore me observó en hitos mientras su piel se volvía gris.
⎯Si eres realmente la estrella de las pinturas, entonces yo quiero participar.
Viéndola desde arriba al fin supe. Cielos. Su belleza, esas distintivas pecas que tanto envidiaba desde el cielo. Había perdido juventud y felicidad. Su cabello estaba tinturado, pero era ella. ¿Cómo no pude verlo antes? Por eso me fastidiaba tanto.
Toveas. Lenore. Esos eran sus nombres y ambos me conocían. Caí de rodilla y me nivelé a su ausente mirada.
⎯ Tú lo convertirás en la muerte, ya no hay marcha atrás —la sostuve al desmayarse.
Su corazón aun latía, lo escuchaba martillar en su pecho y muy rápido, parecía estar luchando. Y seguro que lo hacía. Tenía suspiros de su vida bailando dentro de mi como luciérnagas siendo cazadas por un gato.
Mi caos las dejaba creer que podían volar hacía su dueña y las atrapaba en sus garras nuevamente.
Coloqué una mano en su corazón y otra sobre su vientre. Con sus latidos galopando desahuciados, empecé a batallar contra Caos. Ella parecía reírse entretenida, jalando la vida robada de Lenore como si fuera una competencia de fuerzas. Y era fuerte, pero yo estaba enojada.
"Basta"
Con un grito de guerra, le devolví su vida en una corriente que la hizo convulsionar.
⎯¿Lenore? ⎯moví su rostro aun grisáceo ⎯¿Lenore? Despier...
Abrió sus ojos antes de yo darle una gustosa cachetada y me miró. El miel de su iris estaba resplandeciendo al igual que polvo de estrella y para mi horror, sonrió antes de caer en profundo sueño.
La puerta se abrió de golpe y una chica bajita, tan blanca como la leche y cabello ceniza, se quedó pasmada en el umbral. Sus fríos ojos negros se clavaron en mi como dos cuchillas.
⎯Supongo que tu debes de ser Veeh.
⎯Para tu desgracia.
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Una corona de estrella y oscuridad
Fantasy¿Qué pasaría si las estrellas también se enamoraran? Antes de caer a la Tierra, Verena era una solitaria estrella obsesionada con un hombre de hermosos ojos grises. Sentía que, entre todas las estrellas en el firmamento, él solo la miraba a ella des...