Capitulo 1

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Burgess, 1712

Burgess, 1712

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Oscuridad. Ese es mi primer recuerdo. Estaba oscuro, hacía frío y tenía miedo. Pero luego vi la luna. Era tan grande y era tan brillante que parecía ahuyentar la oscuridad, y cuando lo hizo, ya no volví a sentir miedo porque estaba en ese lugar. ¿Qué era lo que tenía que hacer? Eso jamás lo he sabido, y parte de mí se pregunta si un día lo sabré.

Me quedé contemplando a la luna, no comprendía qué hacía en un lago helado. Caminé unos cortos pasos por el lago y, sin darme cuenta, mi pie había tocado una especie de cayado, haciéndolo brillar. Cuando lo agarré entre mis manos, el cayado formó una escarcha en el hielo. Quise probarlo en unos árboles que había ahí, y cuando choqué la punta del cayado con los árboles, se empezó a formar más escarcha. Fue grandioso. No comprendía cómo estaba sucediendo eso y simplemente me empecé a deslizarme por todo el hielo, creando escarcha a mi alrededor. De repente, una brisa me levantó. Estaba volando, era asombroso, pero obviamente, como no sabía mantenerme en vuelo caí, terminé chocando con una rama de uno de los árboles. Desde ahí, noté un pueblo cercano, así que decidí ir hacia él, aún con mi poca experiencia volando. Todo parecía tan increíble.

-¡Hola! ¡Hola! Buenas noches, señora.

Quise saludar a las personas de ahí, pero nadie parecía notar mi presencia. Vi pasar a un niño jugando con un perro y quise saludarlo también.

-Oh, hey, disculpa, ¿puedes decirme dónde estoy?

Pero..., el niño me atravesó como si fuera un fantasma. Fue la sensación más horrible que pude haber sentido. De repente, todos podían pasar a través de mí.

Me llamo Jack Frost. ¿Cómo lo sé? La luna me lo dijo, pero fue lo único que me dijo, y eso fue hace mucho tiempo atras.

Noruega, 1800

Han pasado muchos años, creo que ya voy por los casi 90 años viviendo en completa soledad. Como siempre ha sido mi rutina hasta ahora, estoy llevando el invierno al mundo, completamente ignorado por todos. En estos años, he conocido a otros espíritus que existen en nuestro mundo. Aunque ellos se hacen llamar Los guardianes o algo así: Santa Claus, El conejo de Pascua, El hada de los dientes y Sandman.

Hoy me estaba dirigiendo a Noruega, aunque esta vez a un reino que hace poco se había empezado a establecer, por lo que me parece se llama Arendelle. Apenas llegué, me encargué de ir dejando que la nieve cayera por los techos de las casas, ir congelando el suelo e irme mezclando con el viento, papeles, etcétera. Cuando ya me había encargado de traer el invierno a este reino, iba a irme, pero no sé por qué decidí quedarme al ver cómo el que parece ser el Rey iba a tener como una reunión con ciertas personas, que, según lo que me parece, son nativos de este país. Decidí espiarlos por unos momentos, me ganó la curiosidad.

Observaba la conversación entre el Rey de Arendelle y el jefe de la tribu. Se percibía un aire de respeto en la atmósfera mientras intercambiaban palabras. El rey hablaba con autoridad, pero a la vez con una cortesía evidente hacia el jefe de la tribu, mostrando un profundo respeto. El jefe, a su vez, respondía con gestos de deferencia y atención. Me sentia como un espectador en una escena que no me correspondía, pero mi curiosidad me mantenía allí, observando en silencio.

-Bienvenidos, Es un honor recibirlos en nuestro reino.

-El honor es nuestro, Su Majestad. Agradecemos su hospitalidad y la oportunidad de reunirnos.

-Por supuesto, hemos esperado con interés esta ocasión para discutir asuntos de importancia mutua.

-Entendemos la importancia de mantener una buena relación entre nuestro pueblo y Arendelle. Estamos aquí para escuchar y colaborar en lo que sea necesario.

-Aprecio tu disposición a cooperar. Juntos, podemos encontrar soluciones que beneficien a ambas partes y fortalezcan nuestros lazos.

-Así es, Su Majestad. Confiamos en que esta reunión sea el inicio de una relación duradera y fructífera.

-Espero que así sea. Ahora, por favor, lo invito a que hablemos en mi despacho y hablemos con franqueza sobre los asuntos que nos conciernen.

Escuché la conversación entre el Rey y el jefe de la tribu, sintiendo el peso de su autoridad. Decidí alejarme y seguir mi camino, dejándome llevar por el viento que me llevó hasta un bosque encantador.

Mientras exploraba, dejaba que la nieve cayera suavemente, congelaba los árboles y transformaba los estanques en lagos congelados. Después de completar mi tarea, me adentré más en el bosque y llegué a un asentamiento.

-Parece que este es el lugar donde viven esas personas nativas. -, me dije para mí mismo. Caminé entre la gente, observando cómo cada uno realizaba sus quehaceres, mientras los niños jugaban animadamente por todas partes, emocionados por la llegada del invierno.

Decidí divertirme un poco y creé unos muñecos de nieve para los niños. Aunque no entendían de dónde habían salido, no les importaba. Pronto, todos se unieron en un animado juego de lanzarse bolas de nieve. Ver cómo se divertían gracias a mí me llenó de alegría de alguna manera.

Después de pasar bastante tiempo jugando con los niños, aunque ellos obviamente no sabían de mi presencia, decidí que era momento de partir

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Después de pasar bastante tiempo jugando con los niños, aunque ellos obviamente no sabían de mi presencia, decidí que era momento de partir. Llamé al viento para continuar con mi labor de llevar el invierno al mundo. Sin embargo, algo en mí me decía que este no sería mi último encuentro con este lugar. Hay algo especial en este bosque, algo que va más allá de su belleza superficial. Tal vez en otro momento descubra qué es. Pero por ahora, debo seguir adelante.

 Pero por ahora, debo seguir adelante

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Cristales De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora