Capitulo 38

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ARENDELLE, 1839

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ARENDELLE, 1839

Anna y Hans bailaron juntos por bastante tiempo hasta que se cansaron y decidieron salir a caminar un rato. Ambos charlaban sin parar, y Anna sentía una gran emoción mientras hablaba con Hans. Ella y él compartían tantas cosas en común que sentía como si hubiera una conexión especial con él, como si fueran el uno para el otro. Así, estuvieron pasando el tiempo juntos, disfrutando de la mutua compañía.
Ambos se sentaron en un balcón, charlando y disfrutando del momento.

-Sí, sí, ¡cómete todo! Jaja, lo lograste -dijo Anna, después de retar a Hans a que se terminara un postre lo más rápido posible

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-Sí, sí, ¡cómete todo! Jaja, lo lograste -dijo Anna, después de retar a Hans a que se terminara un postre lo más rápido posible. Hans se rió, terminando el último bocado.

-¿Cuántos hermanos son en tu familia? -preguntó Anna, curiosa. -Doce hermanos mayores -respondió Hans, sorprendiendo a Anna-. Tres de ellos fingieron que yo era invisible. ¡En serio, por dos años!

-Eso es horrible -dijo Anna, comprendiéndolo.

-Los hermanos son así -afirmó Hans, levantando un poco los hombros.

-Sí, sí, así son. Elsa y yo éramos muy unidas cuando éramos niñas, pero luego, un día, ella solo me rechazó y nunca supe por qué -explicó Anna, volviéndose a sentir algo desanimada. -Yo nunca te rechazaría -dijo Hans, tomándola suavemente de la mano, y esas palabras resonaron en su corazón.

Anna lo miró, sintiendo una calidez que no había sentido en mucho tiempo.

-Oye, ¿te digo algo un poco loco? -preguntó Anna de repente.

-La locura me encanta -afirmó Hans con una sonrisa.

Anna miró a Hans con una mezcla de emoción y nerviosismo. Había algo en él que la hacía sentir entendida, algo que la hacía creer que, finalmente, había encontrado a alguien con quien compartir su vida. Ambos decidieron seguir caminando, explorando cada rincón del castillo.

Anna se sentía ligera, casi como si estuviera flotando. Había pasado tanto tiempo anhelando una conexión, un vínculo que la hiciera sentir complet. Y ahora, con Hans, sentía que todas esas piezas encajaban perfectamente. Hans la miró con ternura. Él también sentía una conexión especial con Anna, una química que no podía ignorar. Aunque había llegado a Arendelle con unos objetivos específicos. Y Anna se sentía viva, más viva que nunca.

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