Caputulo 18

91 15 4
                                    

ARENDELLE, 1826

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ARENDELLE, 1826

IDUNA

Estaba caminando por los pasillos del castillo, con la mente ocupada con las preocupaciones del día. Ser reina y madre no era tarea fácil, especialmente con todo lo que estaba sucediendo con Elsa. De repente, vi a Elsa salir del despacho de Agnarr con la cabeza gacha, y sin querer se chocó conmigo. -¿Elsa? - pregunté suavemente, colocándome a su altura.

Elsa levantó la vista, sorprendida. -Hola, mamá.

Noté la tristeza en sus ojos y sentí una punzada de dolor. Deseaba poder aliviar la tristeza de mi hija, pero sabía que las circunstancias eran complicadas. -¿Qué sucedió, cariño? - le pregunté, tratando de sonar tranquila y reconfortante.

-Papá dijo que él se encargará de mis estudios de ahora en adelante, y que Anna seguirá con sus clases normales - respondió Elsa en voz baja, claramente triste.

Suspiré, sabía que esta separación era necesaria para la seguridad de todos, pero eso no hacía que la situación fuera menos dolorosa. -Sé que es difícil, Elsa, pero tu padre y yo estamos tratando de hacer lo mejor para todos. Queremos que te sientas segura y cómoda mientras aprendes a controlar tus poderes.

Elsa asintió, aunque su expresión seguía siendo sombría. La abracé, sorprendiéndola, deseando poder protegerla de todas las dificultades que estaba enfrentando. -Recuerda que siempre estaremos aquí para ti, mi amor. No estás sola en esto.

Me preguntaba a menudo si estábamos tomando las decisiones correctas. Sabía que el aislamiento de Elsa era duro, especialmente para una niña. Pero también sabía que no podíamos arriesgarnos a que algo saliera mal. -¿Te gustaría pasar un rato conmigo antes de volver a tu habitación? - le pregunté, tratando de ofrecerle un poco de consuelo.

Elsa dudó por un momento, pero luego asintió. -Me gustaría, mamá.

La llevé hasta la biblioteca. Mientras caminábamos, decidí que hablaríamos de cosas más ligeras, tratando de distraer a Elsa de sus preocupaciones. Sabía que necesitábamos permitirle algo de normalidad en su vida.

También sabía que debía hablar con Agnarr. Aunque apoyaba las decisiones que tomábamos juntos, quería asegurarme de que no estuviéramos sobrecargando a Elsa con demasiadas restricciones. -Vamos a leer un poco, ¿te parece? - sugerí, señalando una estantería llena de libros.

Elsa asintió y juntas elegimos un libro para leer. Mientras leía en voz alta, observaba a Elsa, buscando cualquier señal de alivio o felicidad en su rostro.

Después de pasar bastante tiempo leyéndole cuentos, nos avisaron que la cena ya estaba servida. Ambas salimos juntas de la biblioteca. Cuando llegamos al comedor, ya se encontraban en la mesa Agnarr y Anna. Tomamos asiento y comenzamos a cenar en silencio. Anna seguía molesta con su padre.

Cuando terminamos de cenar, las dos se fueron del comedor a sus propias habitaciones. Les recordé que se lavaran los dientes y que iríamos a verlas para desearles buenas noches en un rato.

Cristales De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora