Capitulo 36

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ARENDELLE,1839

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ARENDELLE,1839

JACK FROST

Hoy era el día de la coronación de Elsa. Esa mañana, decidí pasear entre la gente de Arendelle, observando cómo todos se preparaban para el gran evento. Después de un rato, volví al castillo. Hoy sería un día muy importante para Elsa. Aunque no pudiera verme desde el día que me enteré de la muerte de sus padres, la he acompañado todo este tiempo. Esa niña de ocho años que había conocido, la primera persona en creer en mí, se había convertido en una hermosa joven de veintiún años. Anna también había crecido mucho.

Cuando volví, no fue en el mejor momento, pero podía notar cómo, aun con los momentos difíciles que estaban viviendo, ella trataba de mantener esa alegría que la caracterizaba. Volé hasta el castillo y entré por una de las ventanas. Era la primera vez que veía el castillo tan animado. Eso me agradaba. Me dispuse a tratar de encontrar a Elsa; en alguna parte debía estar. Mientras caminaba entre los sirvientes del castillo, de repente apareció Anna, corriendo y saltando por todas partes. Me quedé estupefacto. Pero decidí seguir mi camino; es Anna, se puede esperar cualquier cosa de ella. Estuve caminando sin rumbo porque no la encontraba en ninguna parte. Hasta que escuché a una de las sirvientas yendo a buscar a Elsa, quien al final se encontraba en la biblioteca del castillo.

Me deslicé hacia la biblioteca y la encontré allí, mirando por la ventana. Elsa estaba abrumada por la responsabilidad que estaba a punto de asumir. Sabía que la coronación era el inicio de una nueva etapa en su vida, una etapa en la que tendría que gobernar el reino de Arendelle. Aunque no podía escuchar sus pensamientos, sus gestos y acciones hablaban por sí mismos. Elsa parecía tensa, su mirada estaba fija en el horizonte, como si buscara un escape.

-¿Es en serio? ¿Todo este tiempo estuviste aquí? -dije, algo indignado, aunque sabía que ella no podía escucharme. Elsa no se movió, su mirada fija en el horizonte.

Una sirvienta entró en la biblioteca. -Su majestad, pronto será la hora que asignó para abrir las puertas. ¿Desea que esperemos un poco más? -le preguntó a Elsa. Yo simplemente me quedé mirando, esperando ver qué decía.

-No, ábranlas en el momento que ya designé. No cambiaremos nada. Todo tiene que salir perfecto. -respondió Elsa con voz suave pero seria. Sus palabras reflejaban su determinación, aunque sus ojos la traicionaba, podía notar sus nervios en su mirada.

-Sí, su majestad. -asintió la sirvienta, quien salió rápidamente de la habitación. Elsa volvió a acercarse a la ventana, respirando hondo. Aunque no podía saber exactamente lo que pasaba por su mente, era evidente que estaba luchando por mantener la calma y la compostura.

-Vamos, Elsa. -susurré, sabia que no podía oírme pero esperaba que de alguna manera sintiera mi apoyo. -Tú puedes hacerlo. -Con una última respiración profunda, Elsa se preparó para salir. Era hora de enfrentar su destino, de convertirse en la reina que Arendelle necesitaba.

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