Capitulo 25

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ARENDELLE, 1836

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ARENDELLE, 1836

ELSA

Han pasado diez años desde que conocí a Jack. Siempre ha tratado de hacerme reír con sus historias y ha intentado ser un buen maestro para que practicara mis poderes. Pero desde que mis poderes se descontrolaron cuando tenía doce años, no me he sentido segura de poder controlarlos. Con cada año que pasa, mis poderes crecen más y más. Últimamente, he estado teniendo pesadillas recurrentes en las que siempre me repetían que era un monstruo. Despertando asustada y terminando congelando parte de mi cama.

Jack siempre trata de calmarme. A veces, le he pedido que se quede a dormir a mi lado para sentirme segura. Pero hoy, él no está en Arendelle y no puedo evitar sentir mucho miedo. Solo quiero que vuelva pronto y esté a mi lado. Él es el único que puede hacerme sentir segura. Cuando estoy con él, mi corazón late tan rápido que parece que va a explotar, pero al mismo tiempo no quiero que se aleje.

Me quedé sentada en la cama hasta que escuché unos golpes en la puerta. Era una sirvienta, avisando que había dejado el desayuno. Esperé a escuchar sus pasos alejándose antes de abrir la puerta.

Después de desayunar, me vestí para mi clase con mi padre. Me puse los guantes, recogí mi cabello de manera sencilla y, con inseguridad, salí de mi cuarto hacia el despacho de mi padre. Cuando llegué, él ya estaba esperándome con una pequeña sonrisa, aunque sus ojos mostraban cansancio. Ver a mis padres siempre me hacía sentir culpable, sabiendo que todos nuestros problemas eran por mi incapacidad de controlar mis poderes.

-Buenos días, hija -dijo en un tono suave pero serio. -Buenos días, padre -respondí cortésmente, como una princesa debe hacerlo.

-Hoy tienes que leer estos textos. Luego seguiremos con matemáticas -explicó, señalando los papeles que debía leer.

-Sí, padre -respondí, y me puse a trabajar. Nuestra mañana transcurrió en silencio hasta que nos llamaron para el almuerzo.

-Bueno, hija, puedes seguir después de almorzar. -Está bien - acepté, aunque preferiría almorzar en mi cuarto.

Cuando bajamos al comedor, mi madre y Anna ya estaban allí. Anna tiene quince años ahora; el tiempo ha pasado rápidamente. Ella dejó de venir a mi puerta hace mucho. Solo hablamos en cortas ocasiones cuando nos encontramos, y yo trato de que esos encuentros sean lo más breves posibles para alejarme de ella.

Mi madre y Anna hablaban animadamente, mientras mi padre y yo permanecíamos en silencio. Terminé mi comida y me retiré a seguir con mis responsabilidades. Después de un buen rato, finalmente terminé y me acerqué a la ventana, sin darme cuenta de que había congelado la mesita frente a mí.

-¿Qué? No, no. Tranquila, Elsa, contrólate -me dije a mí misma.

De repente, Anna entró de un portazo. Rápidamente cubrí la mesita congelada con un mantel.

-¿Qué te pasó? -pregunté, sorprendida por su aspecto mojado y sucio. -Un pie, un cerdo. No, un pie de cerdo. Un pie y un cerdo - intentó explicarse mientras se acercaba.

-¿Ajá? -fue lo único que pude responder. -Y el océano - añadió.

-Elsa, ¿me prestas tus zapatos? -me preguntó, desconcertándome. -¿Qué? ¿Zapatos?

-Sí, esos nuevos azules.

-Ah, no, no, no. Esos zapatos son míos y son nuevos.

-Pero combinan con mi nuevo vestido, y los míos se rompieron -trató de convencerme. -Bueno, eso es culpa tuya -le respondí-. ¿Me entiendes?

-Pero fue sin querer. Además, estaba emocionada -dijo acercándose nuevamente.

Dejé escapar un suspiro y la miré. -Dime algo, ¿Cuándo madurarás y usarás la cabeza? -le pregunté mirándola a los ojos. Ella bajó la mirada antes de responder.

-No sé, ¿Cuándo empezarás tú a escucharme y entenderme? -dijo cruzándose de brazos. Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que volvió a hablar.

-Anda, préstame los zapatos -insistió.

Suspiré de nuevo. -Está bien - acepté, resignada, pero con una leve sonrisa.

-Gracias -me agradeció con una gran sonrisa. No puedo negarle nada aunque quisiera.

-Ven aquí -le pedí, queriendo darle algo que le había preparado a escondidas-. Toma. Le di una bolsita con su pequeño regalo. -¿Para mí? -dijo sorprendida.

-Es para que lo uses en mi coronación, así que tómalo. Es importante.

-Oh, me quieres. En serio, me quieres - empezó a decir ella. No comprendía por qué decía eso. Claro que la quiero; todo lo que hago es por ella, para protegerla.

-En serio, en serio, me quieres.

Suspiré de nuevo. -Olvídalo.

-¿Qué? No, no, no -dijo rodeándome. Me asusté rápidamente. No podía tenerla tan cerca.

-Hey, espera. No - le pedí -Para ya. Le grité empujándola, y ella cayó al suelo sin querer. -¿No me escuchas? - le pregunté, molesta.

-Lo siento -se disculpó. Traté de relajarme. Ojalá estuviera Jack aquí. -Anna...

-No, no, fue mi culpa. Tú dijiste que parara, lo sé -iba a responderle, pero en ese momento mi padre entró al despacho y nos miró confundido.

-¿Anna, qué haces aquí? -le preguntó.

-Solo quería hablar con Elsa un momento -trató de explicarse ella. Mi padre le dio una mirada seria.

-Anna, tu hermana está ocupada con sus estudios.

-Sí, papá -respondió ella bajando la cabeza y saliendo del cuarto. No dije nada más hasta que le pedí a mi padre retirarme a mi cuarto, ya que había terminado mis deberes.

De vuelta en mi cuarto, me quedé mirando por la ventana mientras sostenía un libro entre mis manos. No me di cuenta de que me había quedado dormida hasta que sentí pequeños copos de nieve caer en mi cara. Abrí los ojos y vi que era Jack quien los creaba. Él había regresado, tal como prometió.

-¡Jack! -grité su nombre, alegre de volver a verlo.

-Hola, mi princesa de las nieves -me saludó él con una sonrisa.

Me lancé a sus brazos. -Volviste -dije feliz entre sus brazos.

-Claro que volví. Siempre cumplo mis promesas.

Sentía mi corazón latiendo rápidamente. Estar así, abrazados, sintiéndolo cerca, simplemente estando con él, me hacía tan feliz que olvidaba todo lo demás. Estar con Jack me daba la paz y la felicidad que tanto necesitaba.

Hello, bueno como veran trate de adaptar esa escena eliminada que me gusta bastante jeje

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Hello, bueno como veran trate de adaptar esa escena eliminada que me gusta bastante jeje. Se hizo lo que se pudo 🥴
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