Jack Frost, el Espíritu del Invierno, se encuentra con Elsa, la joven Princesa con poderes helados, y entre ellos surge una conexión inesperada. Lo que comienza como una amistad inocente se... ¿Transformara en amor?. Sin embargo, los secretos oscur...
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IDUNA
-¿Tienen que viajar?
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Las cosas habían avanzado rápidamente desde la noche enque revelé la verdad a Agnarr en nuestra habitación secreta. Nuestra historia era simple: nos embarcaríamos en un viaje de dos semanas para asistir a la boda de una princesa lejana, navegando por el Mar del Sur. Solo confiaríamos en el capitán del barco y su esquiva tripulación con la verdad, y ni siquiera eso hasta después de zarpar.
Nadie quería que nos fuéramos, especialmente Elsa. -Confiamos en ti, Elsa - trató de tranquilizarla Agnarr. Pero sus palabras sonaban condescendientes, y podía ver el temor en los ojos de mi hija. Se aferraba a mí como si temiera perderme para siempre.
Ignorando el peligro de sus emociones, la abracé con fuerza, prometiéndole que volveríamos pronto. Pero en mi corazón sabía que no sería así. Si todo iba bien, no tendría que ocultar más sus sentimientos, pero ¿a qué precio?
Elsa estaba tensa en mis brazos, al borde de las lágrimas. Me costaba no ceder ante el impulso de quedarme, de enviar a Agnarr solo en esta búsqueda para no dejar a mi hija sola. Pero necesitábamos respuestas, y esta era la única forma de encontrarlas, de ayudar a Elsa de una vez por todas.
-Vamos - dijo Agnarr, colocando una mano en mi espalda y llevándome lejos. Nos alejamos, pero me detuve para mirar una última vez hacia atrás. Elsa estaba sola, tratando desesperadamente de mantenerse valiente. Recordé mis propias luchas cuando llegué a Arendelle, y cómo encontré fuerzas para seguir adelante. Elsa también encontraría su camino.
Poco después estábamos en el puerto, subiendo al barco. Todo en mí clamaba por regresar al castillo, a mis hijas, pero sabía que tenía que ser valiente, por el bien de Elsa. Solo esperaba que nuestro sacrificio no fuera en vano.
─── ⋆⋅❄⋅⋆ ──
Desde la cubierta del barco, sentí cómo la furia de la tormenta se intensificaba a mi alrededor. El viento azotaba mi rostro y el olor a sal llenaba mis sentidos. A pesar del peligro inminente, me aferré a la baranda con determinación, escudriñando el horizonte en busca de algún indicio de Ahtohallan en medio del caos del mar embravecido.
