Dicen que el amor es un sentimiento agridulce y adictivo que se vuelve inevitable.
"Esto es lo suficientemente incorrecto pero él hace que se sienta tan bien.
No debería sentirme así, ¿Por qué se siente tan bien?"
Donde Seungmin es un doctor con e...
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Aún envueltos en la atmósfera mágica que habían creado, salieron del cine y se encontraron con una ciudad transformada por la lluvia. Las luces del alumbrado público destellaban sobre el pavimento mojado. El aroma a humedad impregnaba las calles y cada paso que daban resonaba en los charcos, rompiendo el silencio con un suave chapoteo.
Algunas gotas de lluvia seguían cayendo, como una sinfonía suave que acompañaba su camino de regreso al auto.
– Te perdiste de una propuesta al estilo del gran Gu Jun Pyo – bromeó al rozar sus hombros, aunque claramente no había pensado detenidamente en ello.
– ¿Me llevarías volando en helicóptero a una isla con una silueta de corazón y me dirías algo como: "Es para el chico que me gusta, le prometo mi corazón"? - citó recordando la escena en su mente.
– No – soltó las risas a su idealización – solo planeaba hacerlo en la playa. Esa idea va más contigo. No creo que algún día pueda superarte.
Con cada paso más cerca, el mundo exterior parecía quedarse atrás mientras ellos se sumergían en su propia burbuja de felicidad y complicidad.
– Recuerdo bien que al final los F4 se oponen al matrimonio, en nuestro caso, el único que podría oponerse es Sunoo – entrecerró los ojos al mencionar a su pequeño rival. – Que sea una boda sin niños. – sugirió situándose frente a Seungmin, deteniendo sus pasos por un instante.
Seungmin se rio aún más fuerte y envolvió sus brazos alrededor del cuello del otro. Se miraron con ternura, abrigándose con el reconfortante calor de sus cuerpos unidos, sintiendo que podían detener el tiempo ahí mismo.
- Con niños o no, tendremos una boda y nadie podrá cambiar el hecho de que te convertiré en mi esposo.
Esa nueva palabra saliendo de su boca les causo un cosquilleo en el estómago.
– Y tú serás el mío. – susurró envolviendo sus labios en un beso que sellaba esa promesa. – Te amo, Seungmin.
– Te amo, Christopher.
Y así, bajo el manto de la noche, con la lluvia susurrando secretos en el aire, encontraron su final y su comienzo, sabiendo que incluso en los días más oscuros, siempre brillarían el uno para el otro caminando juntos en la tormenta.
Seungmin nunca fue creyente de muchas cosas, ni de la felicidad, ni del amor, ni de los milagros, ni de nada que no pudiera ver, pero en ese momento estaba creyendo fehacientemente en el amor que veía reflejado en aquellos ojos.
Sus coordenadas eran exactas, encontraron su lugar en el mundo y si en el cielo, a millones de años luz, había dos estrellas juntas con sus nombres orbitando alrededor de la otra, en la tierra habría dos almas unidas por el amor que los ha rebasado.
No hay un secreto para vivir felices para siempre, pero tenía el presentimiento de que el "para siempre" empezaba desde ahí.
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Estamos hechos de estrellas; por nuestra sangre fluye el hierro del polvo estelar que nos arrastra con ellas a través del espacio y nos conecta con el tiempo.
Tenemos una conexión especial que nos atrae y envuelve entre universos.
Las estrellas escriben nuestro destino.
A través de los altibajos de la fortuna y los caprichos de la vida, hubo un amor que resistió las pruebas del tiempo y entre las constelaciones por siempre estaría escrita la historia de dos almas que fueron destinadas a encontrarse en los peores escenarios de la vida con la promesa de un mañana lleno de posibilidades infinitas.
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