Capítulo 24

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Haley's POV

Suspiré sonoramente y tragué pesado intentando deshacer el nudo en mi garganta.

Me encontraba en el cementerio junto a Elizabeth. La reunión fue hace casi media hora y ya nos habían sido entregadas las cartas junto con la rosa correspondiente.

Elizabeth quería que la acompañara ya que odia los cementerios, y después de haber acabado mi misión vinimos aquí.

— ¿Enserio tenemos que entrar? –—preguntó en casi un susurro, perturbando la paz y el silencio que reinaba en el cementerio y sus alrededores.

—Sí —respondí yo en el mismo tono.

Fui yo quien dio el primer paso pretendiendo tener valentía, e intentando avanzar por el camino que guiaba a la entrada del cementerio, entonces un golpe en seco se escuchaba desde el callejón al otro lado de la calle y un gato saliera corriendo soltando un fuerte alarido y con su cola esponjada. Como si alguien la hubiera asustado...

Ambas nos habíamos girado a ver qué fue lo que se escuchó, y nos quedamos observando unos segundos en espera de alguna otra señal de vida. Pero por lo que yo sabía, todos los edificios que se encontraban en los alrededores del cementerio eran abandonados, por lo que no podía haber demasiadas personas en las cercanías.

—Elizabeth —yo, muy asustada, la llamé.

— ¿M-Mande?

—Corre.

No faltó un segundo más para que ambas comenzáramos a correr hacia el cementerio.

Corrimos como por tres minutos antes de detenernos agotadas y completamente perdidas.

—Parece... Parece que no... Fue nada —dijo entre respiraciones agitadas.

—Sí —fue lo único que pude responder por l falta de aliento.

Yo no estaba en muy buena forma. Necesitaba correr más seguido...

Inhalé intentando tranquilizar mi respiración y dije:

—Solo vamos al lugar en el que es tú misión.

Asintió y comenzamos a caminar por donde habíamos llegado, intentando retomar nuestra ruta sin volver a perdernos.

El lugar se veía más escalofriante de lo que recordaba. Por alguna extraña razón, parecía que mientras en la ciudad hacía un clima agradable, aquí estaba a punto de lloviznar y que un tornado arrasaría con el lugar, dejando intacta el resto de la ciudad.

Después de varios minutos en los que recorrimos muchos rincones del cementerio, al fin logramos encontrar el sitio correcto. Nos acercamos lentamente observando a las personas intentando determinar quién parecía estar sufriendo más por su pérdida, a quien necesitara más la carta.

— ¡Mamá! —un horrible grito femenino acompañado de un estruendoso llanto se escuchó— ¡Entiéndelo! ¡No fue mi culpa!

— ¡Cállate, Carlie! Ya suficientes problemas nos has causado a todos —respondió un hombre mucho mayor.

La chica que había gritado anteriormente –y la que parecía ser Carlie- se encontraba parada frente a el hombre y una mujer, ambos de entre unos 30 y unos 40 años. Carlie parecía tener aproximadamente 15 años de edad, era rubia y bajita. Bajo sus ojos se formaban bolsas negras a causa de la falta de sueño. Sus ojos grises se veían apagados y cubiertos por una manta de tristeza y desesperación.

—Mamá, tú sabes que no lo hice a propósito. Fue un accidente... —comenzó a llorar— Por favor... Tienes que creerme...

La señora, que al parecer era su madre, se quedó en silencio unos segundos, con la mirada posada en el suelo. Entonces con voz muy leve dijo:

Corazones Solitarios [Luke Hemmings] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora