Never Gonna Dance Again [Aziracrow]

VII

En cada reflejo que tenía la oportunidad de verse lo hacía. No quería que por el clima su aspecto se arruinara, sobretodo porque era la primera vez que visitaba ese lugar y no quería causar una mala impresión. Su nariz estaba rosa por el frío, así también sus mejillas, misma razón por la que caminaba casi escondido entre su bufanda y su chaqueta. Sabía bien dónde se encontraba su destino, sobretodo porque pasaba por fuera de él reiteradas veces a la semana, pero nunca se había atrevido a detenerse, el miedo por afrontar quién era a veces era más grande que la valentía que sentía por su amor. Pero esta vez estaba siendo suficientemente valiente como para haber aceptado la propuesta de Crowley.

Soltó un pesado suspiro en cuanto se encontró frente a aquella puerta de cristal que mostraba el horario del lugar, y por lo tanto, el horario de trabajo de Anthony, aunque sabía que en ese día existiría una excepción, tanto para el pelirrojo como para la cafetería en general, pues había sido reservada sólo para ellos tres: Aziraphael, Crowley y su padre. Se hizo de valor, cruzando al fin aquella puerta, haciendo que sonara una pequeña campanita que llamaba la atención del dueño y del único trabajador.

"Hola a ti." Fue lo primero que dijo a su amor en cuanto lo vio detrás de la barra, limpiando el lugar, pues, seguramente había sido utilizado antes de su llegada.

"¡Ángel!" Exclamó con emoción, y a la vez alivio, corriendo los pasos que lo separaban de él. "Estás aquí." Estaba nervioso, y el muchacho de ojos azules pudo notarlo, pues sus manos habían temblado un poco al haber llegado a sus mejillas. "Papá está atrás."

"¿Estoy bien así?" Preguntó, buscando el ámbar de sus ojos para intentar tranquilizarse.

"Estás perfecto." Aquellas palabras fueron acompañadas con un beso en su mejilla, que hizo reír al muchacho como un bobo.

Crowley dejó un tímido besito sobre sus labios, segundos antes de que su padre apareciera en la escena, obligándolo a poner un poco de distancia entre sus cuerpos, pues sabía lo molestoso que podía ser el hombre si así se lo proponía, y no quería que Aziraphael se sintiera presionado por el humor de su padre. Él llevaba una bandeja en sus manos, que dejó de inmediato sobre la barra en cuanto contó con la presencia del chico en el lugar, haciéndolo reír un poco mientras caminaba hasta él. Con sólo verlo Fell pudo saber que las palabras de su amor se quedaban cortas cuando hablaba de su padre. El hombre parecía irradiar luz con su sonrisa y mejillas rojas, al caminar daba la impresión que flotaba de alegría en el lugar, y daba la sensación de que hacía todo más cálido.

"Al fin tengo el placer de conocer al chico que pone a mi Crowley en las nubes." Fue lo primero que dijo, avergonzando un poco a su hijo. Aziraphael estiró su mano para poder saludarlo, sin embargo, grande fue la sorpresa cuando el hombre lo envolvió entre sus brazos con calidez. "Que bueno conocerte, hijo."

Él se dejó envolver en la calidez del abrazo que le ofrecía el padre se su amor, entiendo que tal vez aquello de dar buenos y reconfortantes abrazos eran cosa de familia. El único otro lugar en el que se había sentido cómodo con un abrazo como saludo eran los brazos de su mismo padre o de Anthony. Cuando ese afectuoso saludo se vio terminado, Aziraphael se sintió tan contagiado por la naturalidad del cariño que se le era entregado que no pudo dejar de sonreír hasta el momento en que sus mejillas se sintieron entumecidas. Su estómago fue llenado con deliciosos sandwiches y postres, cafés y más de alguna infusión, dejando de lado aquel pensamiento constante que taladraba su cabeza cuando algún alimento entraba por su boca. La sonrisa que Crowley le dedicaba a través de la mesa en que se habían sentado mandaba a volar su reflejo, según él, imperfecto, que le mostraba el espejo cada mañana y las historias que le contaba Joshua Crowley sobre su amor imposible cuando era pequeño parecieron más importantes que su teléfono vibrando a causa de las llamadas de su entrenador.