Never Gonna Dance Again [Aziracrow]

II

Sus piernas corrían rápido por la acera mientras que una de sus manos sujetaba con fuerza su guitarra sobre su hombro para que no cayera de golpe al suelo mientras corría. En una de sus manos llevaba algunas bolsas y en su rostro había tomado posesión una enorme sonrisa. De vez en cuando debía disculparse por chocar con personas debido a su prisa, pero ni siquiera algunos insultos que se ganaba podía quitar lo feliz que estaba en ese momento. Solamente debió correr un par de calles del lugar en el que estaba para llegar a su destino, casi murió al llegar a la recepción de ese edificio y con suerte si pudo saludar al recepcionista. El recorrido hacia el séptimo piso se lo tomó con calma para regular su respiración y no parecer tan cansado. En cuanto llegó al mencionado piso caminó a lo largo del pasillo hasta que se encontró con la puerta que tenía una placa dorada en ella con números negros: 0740. Carraspeó un poco su garganta, ordenó un poco su ropa, peinó su cabello y quitó las gafas que siempre acompañaban a sus ojos, para finalmente dar tres toques a la puerta, sintiéndose algo ansioso. Sólo un par de segundos después, ese trozo de madera se vio abierto, ocultando detrás de él un esbelto cuerpo que solamente dejaba mostrar un azules ojos y un cabello rubio y rizado, algo húmedo. Su pecho pareció llenarse de alegría y esa enorme sonrisa volvió a posicionarse en sus labios una vez más.

"Hola para ti." Le dijo intentando contenerse ante la emoción de verlo por primera vez luego de tantos días. "Sé que es algo tarde, pero traje comida, supuse que no habías comido aún." Levantó un poco su mano izquierda mostrando las bolsas que colgaban de ella. "Son hamburguesas y papas, fue lo que comiste cuando nos conocimos... Traje soda aunque conociéndote solamente tomarás jugo, por eso te traje uno también."

El muchacho al otro lado de la puerta sintió que flotaba en nubes por la felicidad contenida en su cuerpo solamente por las palabras que su visitante había dicho. Con sus mejillas algo rosadas se hizo a un lado para dejarlo pasar, sintiéndose aliviado al fin al sentir de pronto su perfume y su presencia llenar cada lugar de su pequeño departamento. La guitarra de su acompañante fue a terminar a un lado del sofá, mientras que las bolsas y su chaqueta sobre la barra de la cocina.

"Ya me estaba yendo a casa cuando me llamaste." Le comentó mientras comenzaba a sacar las cosas de las bolsas, rogando al cielo que las hamburguesas no se hubieran estropeado por su carrera hacia el edificio. "Es increíble como siempre siento el teléfono entre tanto ruido cuando tú me lla..." Sus palabras fueron abruptamente cortadas debido a la sorpresa de unos delgados brazos envolviendo su torso y una cabeza siendo apoyada en su espalda.

"Te extrañé." Murmuró el ojizarco contra su espalda, como si quisiera hundirse en el cuerpo de su acompañante. "Perdón por haber perdido el contacto en las últimas semanas."

El muchacho giró sobre su lugar, rodeándo así al bailarín con sus brazos, como si estuviera protegiéndolo de sus temores y peligros aunque en ese momento eran sólo los dos en el lugar. Dejó un par de besos sobre su húmedo cabello y lo apretó un poco más contra su cuerpo, queriendo que se asegurara de que no estaba sólo ahí.

"No importa, sé que en ocasiones con suerte si puedes respirar." Dijo en un susurró, acariciando su suave cabello solamente porque sabía lo mucho que le gustaba que hiciera eso. "Me basta con verte o escucharte aunque sea un poco, yo también te extrañé."

Pocos minutos después ambos se encontraban comiendo en medio de la cama de Aziraphael, hablando de todo lo que no habían hablado en las semanas que no tuvieron contacto, comieron sus hamburguesas, sus papas fritas, él su soda y el ojiazul su jugo. Ambos se sentían más que felices por estar en contacto de nuevo, pero los dos sabían que eso no duraría demasiado por el poco tiempo que Aziraphael tenía para momentos así, aunque era preferible disfrutar aquello que recordar eso a cada segundos.