XXVI

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Tan sólo luego de su primera publicación, a sus veintidós años, supo que durante toda su vida tendría el dinero suficiente para poder hacer lo que quisiera con él. No es que fuese millonario, pero podía vivir tranquilo sin pensar en que alguna vez tendría que hacer alguna otra cosa que no fuera vivir de su arte, misma razón por la que podía cumplir con ciertos arrebatos o caprichos que de pronto aparecían en su cabeza; esa era la razón de por qué se encontraba en ese lugar. Frente a él se levantaba un edificio de dos plantas, algo viejo, pero que con unas remodelaciones podría convertirse perfectamente en lo que tenía en mente. Era perfecto para su propósito ante sus ojos. Dudaba de saber cuántas horas se pasó buscando un lugar como ese en las calles céntricas de Manchester, un espacio que contara con características especiales, y que, sobretodo, fuera lo suficientemente grande para poder establecer en él, al menos, cuatro enormes salones distintos; pero ya había dado con él y era totalmente suyo.

En realidad, pertencía a Aziraphael, pero aún él no lo sabía.

Las horas que su ángel pasaba trabajando fueron perfectas para empezar su búsqueda, dando con el tiempo preciso para ir por él a la empresa al terminar su jornada al final de cada día, sin ningún atisbo para darle una idea de lo que pudiera estar haciendo en su ausencia. Desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde se pasaba leyendo letreros de venta de inmuebles, llamando a los números que aparecían en ellos, y visitando lugares que no le convencían del todo; hasta que finalmente dio en el clavo con un edificio que parecía tener el nombre de su amor escrito en cada pared y rincón. Luego de un tiempo, las mismas horas fueron utilizadas para idear las remodelaciones en su cabeza, buscar a gente que pudiera ayudarlo a reparar lo que estaba en mal estado y asegurarse de que todo se estuviera haciendo como él deseaba. Los únicos momentos en que se detenía y no supervisaba nada era en los fines de semana, pues se encargaba de estar con Aziraphael y de que así no sospechara sobre lo que hacía en sus horas de la semana.

"¿Cuanto faltaría para que todo estuviera listo?" El hombre encargado de las remodelaciones hacía un par de minutos que le estaba hablando de los distintos colores que se utilizarían en cada salón, así como también en la recepción y en la fachada. Era una de sus cosas favoritas, pues eran distintos tonos muy parecidos al color de ojos de su ángel, en lo único que podía pensar era en lo mucho que ellos resaltarían en cualquier lugar de ese edificio que él se encontrara.

"Sólo un par de semanas. Sólo falta pintar, arreglar los últimos detalles, pintar otra vez y comenzar con la decoración." Le explicó mientras subían por las escaleras hacia el segundo piso. "Todo estará listo para antes de la primavera, como habíamos acordado... El ascensor está reparado hace un par de semanas y funciona a la perfección." Crowley sintió que un peso se le iba de los hombros ante ese comentario, pues era una de las cosas que más le preocupaba, y sobretodo, una de las razones de por qué había decidido comprar ese lugar.

Justo antes de un par de días del anuncio de la primavera en Manchester, el lugar ya estaba completamente listo y él ya tenía las llaves en sus manos de nueva cuenta. Parecía un edificio sacado de una revista inmobiliaria para ricos a causa de sus colores y la decoración. Los enormes espejos relucían de brillantes en cada uno de los cuatro salones, la recepción era acogedora y no había pared que no tuviera alguna fotografía o decoraciones. Tan sólo de ver ese proyecto terminado podía sentirse emocionado, y si él se sentía de esa forma, no creía poder representarse la reacción que podría tener su ángel ante la sorpresa. No quería esperar ni un segundo más para poder mostrárselo, misma razón por la que su estómago se sentía apretado al momento de ir por él al trabajo, y su presión pareció bajar al ver su hermosa sonrisa cuando al fin terminó su jornada; con aquel usual beso de saludo comenzó a preguntarse si había hecho bien en hacer todo eso a sus espaldas ¿Qué pasaría si no le gustaba? O peor aún ¿Qué pasaría si se negaba a usarlo para su propósito?, aunque podía pensar en un destino aún más cruel y desgarrador ¿Qué pasaba si Aziraphael se creía pasado a llevar y dejaba hasta ahí todo lo que habían vuelto a construir luego de su larga separación?

Never Gonna Dance Again [Aziracrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora