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La habitación 305 se había convertido en un santuario de silencio y esperanza. Tn, con su uniforme blanco que ya no parecía tan impoluto debido a las largas horas de trabajo, se mantenía firme al lado de Katsuki. Los monitores emitían sus pitidos constantes, recordatorios de la vida que pendía de un hilo.
Tn había estado trabajado doble turno, y ahora, exhausta pero decidida, se preparaba para otro más. La promesa de no dejar solo a Katsuki era su mantra, la fuerza que la impulsaba a seguir adelante a pesar del cansancio que amenazaba con consumirla.
El médico había sido claro: Katsuki estaba más delicado de salud que nunca. Cada latido de su corazón era un triunfo, y cada respiración, una victoria. Tn seguía las instrucciones al pie de la letra, su atención centrada en cada detalle, en cada pequeño cambio que pudiera indicar mejoría o declive.
La soledad de Katsuki pesaba en el aire. ¿Dónde estaban sus padres? ¿Por qué no habían venido a ver a su hijo en estos momentos críticos? Tn no podía entenderlo, pero en el fondo, una parte de ella se sentía agradecida por ese espacio que le permitía estar con Katsuki, por esa intimidad forjada en la adversidad.
Las horas pasaban, y tn se encontraba a menudo hablando con Katsuki. Le contaba sobre su día, sobre las pequeñas cosas que sucedían en el hospital, sobre las noticias del mundo exterior. A veces, le leía fragmentos de libros, esperando que las palabras pudieran llegar a él, que pudieran ser el puente que lo trajera de vuelta.
En esos momentos, cuando la fatiga la abrumaba y se permitía un breve descanso, tn se sorprendía a sí misma mirando a Katsuki con una ternura que iba más allá de la compasión profesional. Sentía cómo algo dentro de ella crecía, un sentimiento que no se atrevía a nombrar, pero que estaba allí, haciéndose más fuerte con cada día que pasaba.
Una noche, mientras el hospital dormía, tn se encontró sollozando junto a la cama de Katsuki. Las lágrimas fluían libremente, un río de emoción que no podía contener. —¿Por qué me haces esto?— susurró. —¿Por qué me importas tanto?
No esperaba respuesta, y Katsuki no se movió. Pero en ese momento de vulnerabilidad, tn sintió algo que no había sentido antes: una conexión profunda, como si Katsuki, en su silencio, le respondiera. Como si, de alguna manera, él también la necesitara.
Las horas se convirtieron en días, y los días en semanas. Tn vio los diferentes climas cambiar a través de la ventana de la habitación 305. Vio las gotas caer y sintió la calor cubrir las calles, y luego, el lento despertar del verano. Y a través de todo, Katsuki permanecía igual, un enigma envuelto en sábanas blancas.
Pero tn no se rindió. Ella estaba allí, día tras día, noche tras noche, hablando, leyendo, cuidando. Y aunque Katsuki no podía hablar, tn sabía que él estaba luchando. En cada latido irregular, en cada respiración forzada, había una señal de que no se había rendido.
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Y así, en la habitación 305, tn se convirtió en la luz en la oscuridad para Katsuki. Ella era su guardiana, su puente hacia la vida, y aunque el futuro era incierto, ella no perdería la esperanza...
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~En coma~ (Bakugō x tn)
Romance[...] La enfermera tn había visto muchas cosas en la unidad de cuidados intensivos, pero nada como el caso de Katsuki, un joven en estado de coma tras un accidente de tráfico. Cada día, ella pasaba horas a su lado, hablándole suavemente y cuidando d...