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La lluvia caía con suavidad sobre Tokio, un manto de gotas que tocaba la ciudad con dedos invisibles. Tn miraba por la ventana de la habitación del paciente a su cuidado, observando cómo las gotas se deslizaban por el cristal, cada una siguiendo su propio camino errático.
—Bakugō— comenzó tn, su voz suave como el murmullo del agua. —La lluvia es majestuosa, ¿sabes? Es como una sinfonía que la naturaleza compone para nosotros. Cada gota es una nota en una partitura vasta e infinita.
Se acercó a la cama de Katsuki, su mirada perdida en el ritmo hipnótico de la lluvia. —Cuando era niña, me encantaba la lluvia. Me ponía mis botas y salía a saltar en los charcos. Cada salpicadura era una aventura, un pequeño acto de rebeldía contra el orden del mundo.
Tn sonrió, recordando esos días inocentes. —Y ahora, aquí estoy, contándote sobre la lluvia mientras tú luchas por tu vida. Es extraño, ¿no crees? Cómo algo tan simple puede ser tan hermoso y tan triste al mismo tiempo.
La habitación estaba en silencio, salvo por el sonido de la lluvia y los pitidos constantes de los monitores. Tn se sentó junto a Katsuki, tomó su mano entre las suyas. —La lluvia limpia el mundo, Bakugō. Lava las calles, purifica el aire. Ojalá pudiera limpiar también lo que te aflige, llevarte de vuelta a la vida.
Las horas pasaban, y tn no se movía. La lluvia seguía cayendo, y ella seguía hablando. Le contaba a Katsuki sobre los distintos tipos de lluvia: la fina garúa que apenas se siente en la piel, la lluvia torrencial que cae con furia, el suave lloviznar que parece un susurro.
—A veces— dijo tn —La lluvia me hace pensar en las lágrimas. ¿No es curioso cómo el cielo parece llorar, cómo las nubes derraman su dolor sobre nosotros? Pero al igual que nuestras lágrimas, la lluvia trae alivio, trae crecimiento y vida nueva.
Tn se levantó y volvió a mirar por la ventana. —Mira, Bakugō. La lluvia está creando ríos en las calles, está bailando en los tejados. Es un espectáculo maravilloso, una danza de la naturaleza que nunca deja de asombrarme.
Y mientras hablaba, tn se dio cuenta de que la lluvia era como su propia esperanza: persistente, inquebrantable, siempre presente. —No te rindas, Bakugō.— susurró. —La lluvia pasará, y el sol volverá a brillar. Y yo estaré aquí, esperando ese día contigo.
La lluvia seguía cayendo, y tn seguía vigilante. En la habitación 305, ella era la guardiana de Bakugō, su conexión con el mundo que seguía girando fuera de esas cuatro paredes. Y aunque él no podía responder, tn sabía que él la escuchaba...
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La lluvia y la esperanza se entrelazan en la historia de tn y Katsuki....
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~En coma~ (Bakugō x tn)
Romance[...] La enfermera tn había visto muchas cosas en la unidad de cuidados intensivos, pero nada como el caso de Katsuki, un joven en estado de coma tras un accidente de tráfico. Cada día, ella pasaba horas a su lado, hablándole suavemente y cuidando d...