21. Soy novia de un dealer

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Una cosa era escuchar la palabra "amor" refiriéndose a ti y otra ver quién era la persona que te llamó así.

Cuando lo vi entrar, sentí un nudo en la garganta. Deseaba con toda mi alma que fuera otra persona.

¿Por qué no era Yuji?

Aún no comprendía lo que sucedía, pero me hubiera gustado que esté junto a mi.

—¿No tienes ganas de hamburguesas? Si quieres puedo volver para comprar otras cosas—escuché preguntar. Sus pasos resonaban por toda la habitación, que hasta ese momento, no me había percatado de los desordenada que se encontraba.

Colocó las cosas sobre la cama y se sentó frente a mi. Acarició mi mejilla y me regaló una sonrisa.

—Dormiste mucho hoy, ¿Segura que te encuentras bien?—llevó un mechón detrás de mi oreja y tomo mi mentón para girar mi rostro sutilmente—. ¿Sigues teniendo pesadillas por lo de tu padre?

¿Mi padre? ¿Por qué sería él un motivo para tener pesadillas?

Reaccioné, quité su mano con tranquilidad, procurando no proyectar lo confundida que estaba.

—¿A qué te refieres?—pregunté.

En su rostro logré ver lástima.

—Himeko—la palma de su mano apretó mi rodilla—, no es bueno que lo sigas negando. Ha pasado un año.

—¿Un año de qué?

Arrugó el entrecejo pero su reacción fue apacible.

—Debes aceptarlo, linda. No podemos seguir así, hace mucho que...

—No sé a qué te refieres—le corté—. ¿Un año de qué?

—De su muerte—respondió, rendido.

Tragué saliva. Cerré los ojos. Estrujé las sabanas entre mis manos. No quería creerlo.

Me levanté y fui corriendo al baño ya con lágrimas en los ojos. Náuseas terribles se apoderaron de mi cuerpo, me aproximé al inodoro y casi al instante sentí un dolor intenso en mi cien. Mi garganta ardía, no sé si por mis gritos o el esfuerzo que hacía para eliminar las ganas de vomitar. Oi su caminar, apresurado, ¿Cuántos segundos habían pasado? Golpeó la puerta para abrirla, quizás pensó que le había pegado llave, entró y al instante sentí su calor junto a mí, apartó y acomodó mi cabello, luego ayudó a calmarme.

—Amor—palmeó mi mejilla—. Himeko. Himeko—se lo oía agitado—. Reacciona por favor—lo escuchaba tan lejos...—¿Tomaste tu medicación hoy?

Cerré los ojos un momento, es muy probable que solo hayan pasado unas horas cuando volví a despertar. Estaba sobre la cama, giré mi rostro hacia la izquierda y lo vi junto a mí, sentado sobre el suelo pero con su rostro reposando sobre el colchón, su mano se aferraba a la mía y su cabello blanco sujeto en un desordenado moño se inclinaba hacia la derecha.

—Haruchiyo—susurré. Despertó al instante, pero en un estado de alerta que me perturbó.

—Linda—se acercó para darme un beso en los labios pero mi cuerpo se apartó al instante—. ¿Hice algo mal?

—No, no—respondí con rapidez—. Yo...lo siento. No entiendo que me sucedió.

Se levantó del suelo y subió a la cama para dejarme acostada sobre su pecho.

—No tienes que disculparte. ¿Tienes ganas de hacer algo? ¿Te encuentras mejor? Lamento no tener delicadeza para decir las cosas no era mi intensión...

—¿Podemos salir a caminar?—interrumpí. Necesitaba salir de ese bloque de concreto.

Su rostro cambió a uno serio y observó su teléfono.

RD Tokio Revengers Y OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora