25. Tres de agosto

56 7 0
                                    

—¿Estás segura de ir sola?—preguntó Haruchiyo.

—Todo estará bien—agité las manos restándole importancia—. Solucionaremos el problema es cuestión de segundos.

Le había mentido a Haruchiyo pero todo por un bien mayor.

—Nadie más se enterará sobre tu negocio—palmeé su hombro—. El dinero calla a los chismosos.

Haruchiyo había planeado un encuentro con Kiyomasa en el que supuestamente le cerraríamos la boca a un pandillero que buscaba meter en problemas a Sanzu por haber vendido drogas en aquellas peleas clandestinas. Sin embargo, la razón verdadera y de la que Haruchiyo no debía enterarse, era que necesitaba comprar la voluntad de Kiyomasa por al menos una noche.

—¿Qué haces aquí? No eres tú a quien espero—frunció el ceño.

—Sé que planean Kisaki y tú. No tengo idea de qué te prometió Kisaki, pero sea lo que sea, no saldrás más beneficiado que si haces un trato conmigo.

Kiyomasa comenzó a carcajear. No me estaba tomando enserio.

—Cinco mil—pronuncié lo más alto posible.

—¿Uh?

—¿Cuánto te prometió Kisaki?—sonreí al verlo titubear—. ¿Gloria? ¿Venganza? ¿Piensas que recuperarás tu dignidad apuñalando a Draken?

—No te metas, puta—se acercó amenazante—. No tienes idea de un carajo.

—Te estoy prometiendo un pago, uno bueno para alguien de tu edad y solo por el simple trabajo de mantener tus manos tranquilas. ¿En serio prefieres a dos o cinco imbéciles alavandote a dinero en efectivo que puedo entregarte ahora mismo?—hablé con serenidad.

—No me comprarás con 5000 yenes.

—¿Quién dijo que serían yenes?—sonreí sacando fajos de dólar de mi cartera.

—¿Cómo es posible que...

—¿Cómo crees que los uniformes de Toman son gratis?

Kiyomasa aceptó.

O eso fue lo que yo pensé.

Ese día yo estaba igual de contenta e ilusa que Takemichi cuando pensó que todo se había solucionado.

...

Era el día del festival. Era el 3 de agosto y  a pesar de mi plena confianza en que si pasaba algo que atentara la seguridad de Draken, saldría mal, decidí estar cerca de él para tenerlo un poco vigilado.

¿Porque no podrían conseguir a otro idiota que se anime a querer apuñalar a Draken en menos de un día, no?

—Si sigues insistiendo en pagar todo te daré un golpe, Yuji—suspiré cuando me empujó suavemente a un lado antes de comprar unas manzanas acarameladas—. No estoy exagerando.

—Cuando me vaya de intercambio extrañarás que te compre cosas—dijo dramáticamente ofendido.

— Puedo conseguirme a otro—bromeé y el entrecerró los ojos con una sonrisa ladina.

—¿Sabes que no hay alguien que pueda reemplazarme, no?—dijo descaradamente mientras me tomaba de la cintura para acercarme a él.

Escuché que alguien carraspeó tras de nosotros.

—Joder, vayan a un motel—se quejó Draken.

Una reacción muy contraria a Emma, que no dejaba de sacar fotografías en todos los ángulos posibles.

RD Tokio Revengers Y OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora