27. Un Haitani promiscuo es rechazado

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—No quiero—respondió Rindou.

—Si quieres.

—No quiero.

—Que si.

—Que no.

—Que si.

Su teléfono vibró y lo revisó.

—Es Ran, está afuera.

No sé en qué momento se me ocurrió invitarlos a mi casa. Lo peor que podría pasar era que alguien de la Toman llegase. También que me maten, pero son cosas que uno no piensa cuando está desesperado.

De hecho, tuve una larga charla con Mikey antes de pensar sin pensar.

La voy a retratar:

—¡Hola Mikey! ¿Puedo ir a la pelea con Valhalla?

—No.

Y me colgó.

Para que vean que no lo hice por querer

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Para que vean que no lo hice por querer.

Fuimos juntos a recibir a Ran, que parecía que tenía una parálisis en la boca porque no dejaba de sonreír.

—Si quieres—le susurré a Rindou.

—Que no quiero—respondió. Con un codazo incluído.

Él siempre tan caballeroso.

—¿Que no quieres?—preguntó ingresando a la sala—. ¿Vives sola aquí?

Asentí.

—Y respondiendo tu primera pregunta, no quiere llevarme a la pelea contra Valhalla.

—Yo tampoco quiero—dijo, para terminar de matarme.

—Si quieres.

Él rió, sentándose en junto a Rindou sin dejar de admirar la casa.

—Te podemos llevar, pero con una condición.

Rindou lo miró mal y terminó por acostarse en el resto del sofá.

—Nos debes un favor.

—¿A los dos por igual o uno para cada uno?

—Himeko—me miró Rindou—, ¿no sabes cuándo callarte, no?

...

Llegó el día que nadie esperaba con ansias, el 31 de octubre.

La verdad, me hubiera encantado secuestrar a Kazutora y encerrarlo en el sótano de mi casa, pero sentí que eso iba contra sus derechos humanos. La otra opción era hacer que castiguen a Baji y no lo dejen salir por una semana, pero si hacía eso, Baji se iba a olvidar de mis derechos humanos.

Entre la espada y la pared.

Los Haitani me dijeron que vendrían por mí, y como yo no quería que el chofer se enterara de los lugares poco aceptables que frecuento, acepté.

RD Tokio Revengers Y OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora