31. Casi muero

45 6 0
                                    

Tenía muchas ganas de preguntarle la razón por la que él creía aquello, pero no querías saberlo, no en ese momento. Itadori me hizo pasar a la habitación, que se asemejaba más a un apartamento. Me pidió que me quedara en el sofá mientras él preparaba algo para cenar.

-Tengo fideos instantáneos-hizo un intento de sonrisa-. No compré muchas cosas, la verdad no pensé que te vería.

-No es necesario que cocines para mí, tengo que irme de todas formas.

-Está nevando-dijo. No pude hacer objeciones, la ventana gigante frente a mi me dejaba verla con mucho detalle-. Puedes quedarte hoy aquí-siguió, luego sacudió la cabeza, nervioso-, o si quieres puedo reservar otra habitación para que no te sientas incómoda.

-No me siento incómoda-hablé intentando calmarlo-. ¿Tu te sientes incómodo?

Él negó rápidamente.

-Si quieres ve algo en televisión mientras yo termino-ofreció amablemente.

No tenía ganas de ver nada, pero tampoco quería empeorar el ambiente tenso que se había formado. Me estiré para tomar el control de una mesita frente a mí y comencé a buscar algo para ver.

Creo que fue mucho tiempo que estuve simulando buscar algo, porque lo oí reír levemente.

-¿Quieres venir a ayudarme?

Sonreí aliviada. Caminé en su dirección y el me pasó unas hojas de apio para que las corte.

Estaba frente a mi, cortando zanahorias mientras el agua hervía tras él. Estar así me hacía recordar a todas las veces que el venía a mi casa y aprovechando que Bokuto no estaba para cuestionar horarios, cocinabamos durante la madrugada. Se veía más alto, mucho más alto que el Yuji del pasado.

-¿Hace cuánto te quedas aquí?

-Solo unos días, vine para reunirme con unos inversores-miró hacia abajo-. Cuando tenía quince años no pensé que sería tan aburrido ser un empresario.

-Me gustaría decir lo mismo, pero Gojo hizo que congelen todos mis ingresos.

-Pero...¿Akaashi te dejó algo?

Respiré profundo antes de asentir.

Cuando estuvimos en la carretera, de camino a Tokio, revisé mis cuentas bancarias. Akashi había fallecido un año después que mi padre, y había dejado a mi cargo más de una cuarta de las empresas del conglomerado. Todo lo que era suyo. Él era la razón por la que yo no estaba viviendo en la calle, pues Gojo al hacerme sospechosa por la muerte de mi padre, había movido hilos para que yo no pueda recibir nada de la transferencia de activos.

Saber que Akaashi me había confiado sus bienes, me hacia pensar que el no creía que yo haya matado a quien él consideró el amor de su vida.

Terminamos de cocinar y nos sentamos comer. Era extraño porque ninguno sabía qué decir, y a pesar de que mi deber era preguntar y obtener información, en ese momento lo único que pensaba era en lo desastrososa que era mi vida. Y si eso ya lo consideraba terrible, días después me cuestionaria profundamente mis valores.

-Eres buen cocinero aún-confirmé metiendo más fideos a mi boca-. Aún no pierdes el toque.

-Algo tenía que aprender luego de tantos videos de cocina que haciamos-sonrió levemente-. Extraño un poco cuando éramos niños.

-¿Cuando discutíamos por todo?-sonreí negando.

-Bien, me corregiré: extraño cuando éramos adolescentes-dijo acostándose en el suelo y desapareciendo de mi vista.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 07, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

RD Tokio Revengers Y OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora