1: Gracia otoñal.

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Variaba el clima cada que avanzaban las manijas del reloj. Eran tal vez las doce del mediodía, la brisa era suave mientras el calor chispeante del sol recaía suavemente sobre el resto de aquellos sin trabajo que se dedicaban a vagabundear por allí. Un ejemplo claro eran aquellos jóvenes que correteaban sin oficio alguno mientras esperaban aburridos a que las puertas de sus instituciones fueran abiertas.

Bajo el desasosiego a comienzos de la tarde un joven de ropas finas, mirada calculadora y rostro angelical esperaba con paciencia afuera de uno de esos dichosos portones. Para ser exactos el único privado encargado de impartir secundaria. Por ello mismo, al ser jueves aquellos estudiantes tenían la encantadora « suerte » de salir mucho más temprano de lo usual. Gracias a esto, el oji verde esperaba hasta la hora de la salida para recoger a quien no sabia aún, sería su futura perdición.

Contrario a lo que parecía, él chico que aparentaba casi la edad de quienes habitaban detrás de aquel portón no estaba demasiado contento, mucho menos estaba del todo tranquilo. Sus ojos se movían impacientes de aquí para aya mientras su boca se mantenía tensa gracias a el cigarro encendido sobre la misma. Con sus brazos cruzados, la mirada perdida y manteniéndose de pie con la mitad de su espalda arrimada perezosamente a un árbol, cualquiera podría opinar sin necesidad de un transfondo y llevar a un régimen lógico el porque de su presencia en aquel lugar.

Ciertamente solo bastaba con observar correctamente sus gestos para tener una idea concreta de la situación. Verle allí, a la sombra frente a un lugar caro hacia estragos en los corazones de jóvenes señoritas de  instalaciones cercanas a aquella en la que se encontraba actualmente. Y es que, a pesar de que ahora vivía en aquel lugar poco o nada solía ver se le afuera, mucho menos a la espera de alguien más. Y tal vez ese especifico hecho era el que, a cada cinco minutos atraía una mirada más hacia si.

Puede que gracias a esto, al mantenerse tan concentrado intentado ignorar a lo que francamente bajo su opinión, era medía población adolescente finalmente luego de un cuarto de hora en espera, las puertas fueron abiertas poco a poco de forma lenta. Con la misma lentitud de el portón, los estudiantes salían a montones; algunos con caras largas, otros riendo a carcajadas pero él, su pequeño inocente. Aquel chico dotado generosamente de altura brincaba suavemente entre aquel mar de personas junto con su grupo de amigos.

Su aura entera le ayudaba a diferenciarse entre todos aquellos rostros que para Guss Tom'ynson eran grises y comparables entre si. Es por ello que, bajo su máscara de vacía e iracunda seriedad, no pudo evitar formar una pequeña y casi imperceptible sonrisa oculta tras lo resaltante de sus ojos. Tal vez aún no podía admitirlo en voz alta, o aún ni siquiera se enteraba de tan obvio hecho, pero era seguro que Terry Ander'ns sería su perdición por mucho que su mente y corazón tratasen de ocultarse lo. 

Por eso mismo no dudo en excusarse de forma casi inconsciente al momento, tratando de controlar el tiro de sus labios al elevarse en una sonrisa. Por ello bajo su lógica, puede que tal vez gracias a las probabilidades poco específicas de la señorita de las noticias esta mañana, el clima a su alrededor había cambiado de forma tan repentina que había logrado cautivar le hasta el punto de haberle robado una pequeña, pero significativa sonrisita.  Y es que, el clima al igual que el día anterior le había embelesado con su suave brisa otoñal recayendo suavemente sobre aquella cabellera pelinegra a la lejanía. Aún no podía aceptarlo del todo. Le había a dejado sin aire, le había dejado sin aire la vista que le regalaba aquel pequeño ángel de ropas reglamentarias a su posición en la iglesia. Le había agradado el hecho de ver a el pequeño mocoso que se había encargado indirectamente de joder su futuro.

Y allí, arrimado a un árbol casi seco con las hojas del mismo cayendo e impidiéndole tener una visión completa de su alrededor, lo sintió. Sintió a su cuerpo desfallecer por tan solo un segundo al darse por primera vez cuenta de un hecho de lo más importante. Gracias a aquel inocente jovencito y su estúpido impulso de perdonar vidas al azar, había jodió su paz para siempre. Estaba jodidamente obsesionado con Terry Ander'ns  el chico con más influencia en la iglesia de la que tendría el jodió predicador central de toda aquella locura. Estaba jodidamente ahorcado hasta el fondo con la gente religiosa de aquel pueblo, aquellas personas que literalmente mantenían control sobre todo excusándose en su fe. Y allí graciosamente también lo sintió, concretamente sintió la decisión y el terror de la incertidumbre sonsacarle por igual toda la extensión de su pecho.

¿Por qué? Por que estaba cien por ciento seguro de que hasta se aprendería cada verso bíblico y predicara firmemente lo que fuera hasta convertirse en el mejor predicador de toda aquella « legión » con tal de volver a observar a su pequeño inocente. No importa que fuera desde tan lejos, o tan cerca por que en este caso había sido enviado a recogerlo para llevarlo directo a la biblioteca.

Tan ensimismado se encontraba, que había olvidado completamente el lugar donde se encontraba. Las personas le observaban desde lejos, Terry Ander'ns y Daniell's Obverl se acercaban a paso tranquilo para hablarle, mientras las cenizas de su cigarro caían y se evaporaban de a poco sobre su chaqueta gracias a la brisa del momento. Eso casi de inmediato le bajó de un tirón a la realidad. No era del todo legal fumar frente a Daniell's Obverl mucho menos teniendo tantos testigos para confirmar su « crimen » de forma atroz. No era por nada en especial eso de ocultar su "adición" a fumar.

El problema, Daniell's no era para nada confiable, por algo era su amigo. Ya que siendo mejor mantener a raya el comportamiento de aquel chico estando cerca, felizmente bajo su falsa seriedad saludo con un apretón de manos a ambos adolescentes que ni torpes ni perezosos aprovecharon el acercamiento para robarle un suave, pero rápido abrazo. El mayor solo cruzo sus brazos para ocultar los restos de la evidencia mientras mantenía una cega alzada de forma pronunciada dando a entender que debían por así decirlo controlarse. Ambos sonrieron amablemente. Luego de casi un segundo al fin se decidieron en explicarle a el joven adulto el porque de su abrazo tan fuera de lugar.

— En realidad...—  Empezó el pelinegro con algo de fingida vacilación muy poco obvia para su víctima.

— No vamos a ir a la biblioteca Guss. — Ambos retenieron expectantes el aire entre sus pulmones observaron como el varón mayor guardaba silencio unos segundos para luego negar riendo con desagrado. Y que, contrariamente a lo indicado por su actuar simplemente asintiera con suavidad.

— ¿Eso es todo? — Cuestiono el de cabellos plateados luego de un segundo. Internamente el joven grullo de satisfacción al ver  como una pequeña pizca de frustración inundaba aquel perfecto y angelical rostro.

— No tengo demasiado que opinar Daniell's. Todo esta bien para mi si no me dicen que los lleve a un clup nudista en plena tarde. — Comentó.

— No digas esas mierdas Tom'ynson. — Gruño el más bajo del trío, mientras el mencionado se encogió de hombros con fingida diferencia avanzando a paso tranquilo hacia su convertible. 

No se vio en la obligación de pedirle a los dos restantes que le siguieran, era obvio que debían seguirle si querían ser llevados a dónde estos quisieran. Como lo espero, estos le siguieron a paso veloz como dos niños a nada de vivir una loca aventura, era obvio que estaban más que emocionados.

Por otro lado, Guss estaba siendo evaporado en su propia ira muy bien disimulada con tedio e indiferencia gracias a el comentario del chico Obverl. Mientras, solo se dedicaba tranquilamente a arrancar el auto y alejarse del sitió. Con suerte no volvería a ese lugar hasta el día siguiente cuando Terry y el quisquilloso Daniell's tuvieran que volver a asistir a sus dichosas clases.

 Con suerte no volvería a ese lugar hasta el día siguiente cuando Terry y el quisquilloso Daniell's tuvieran que volver a asistir a sus dichosas clases

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