2: El pecado.

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Eleonora  Mariana Aguss Ple'ylters esa era a la persona que buscaba su conciencia por las noches. Esa era la única persona a la que su corazón buscaba para encontrar paz.  Paz como la que necesitaba ahora luego de haber visto a esos crueles demonios cruzar la puerta de aquella cafetería. Lo único que surcaba su mente evadiendo con fuerza su deseo de correr a los brazos helados de Eleonora era el miedo.

De el venían los indiscutibles « ¿porqués? » y los casi inocentes tembleques en sus manos ocultas tras su voluptuosa vestimenta para nada comparable a la de ellos. Aquellos a quienes casi podía llegar a comparar con un « Frey » quienes a pesar de formar parte de una saga ficticia, en un universo paralelo ficticio tenían demasiada similitud con los monstruos de Sam Daniell's Obverl y Guss Tom'ynson. Por que, ciertamente solo podía enrollar con el termino monstruo a aquellas dos personas para dejar a un lado a el « infinito misterio » que era Terry Ander'ns para ella y tal vez el resto del mundo en aquel momento.

Ambos grandullones ignoraban con facilidad culposa a la chica vestida con un precioso vestido blanco sentada casi a sus costados. Puede que esto se debiera a la ruleta que era la vida para Daniell's o el hecho de que realmente Guss ni siquiera conocía de vista a la chica, pero el pequeño inocente no iba con la misma estrategia de su amigo y acompañante.

Él chico iba camino a la silla que se interponía en la salida del cisne blanco con ojos rasgados. Ander'ns buscaba diversión de formas diversas bajo la excusa de una pequeña « excursión casual » Misma excursión que anteriormente había sacado de quicio al ojiverde rato atrás por el simple hecho de haber premeditado con antelación el porque de su desviación.

Y aunque el mayor aun prefería creer que no habían venido con aquella intención, le era obvio y no podía evitar dejar salir a la luz una brillante sonrisa divertida por la situación. Conociendo a fondo el contexto por haberlo visto con ojos propios, solo podía sonreír burlón ante la hipocresía de Terry y Daniell's. Por que, contra todo pronóstico él no detendría a su bello inocente de divertirse un rato. Y aunque quisiera, esa no era una opción viable. Aquel joven deseaba con todas sus fuerzas ver la expresión de Daniell's al fracasar.

Mientras la chica sentía su sangre parar de circular por un segundo al verles observándole sonrientes. Los chicos y el adulto joven se acomodaban de forma mucho más propia de lo normal en los bancos frente a la barra. Misma barra de donde luego tomaron el sobre respectivo para decidirse por algo para ordenar, lamentablemente cada uno dejo casi en sincronía el menú sobre aquella barra.

No había nada demasiado apetecible para comer, por ello mismo todos nuevamente casi al unísono se disculparon con la tierna jovencita que casi de inmediato se había acercado a atenderles ignorando al cien por ciento la existencia del bello cisne blanco sentado junto a ellos. Lo cuál, ciertamente no era algo sorpresivo, después de todo ¿que podría esperarse de un pueblo como aquel? El pequeño e insignificante pueblo estaba lleno de personas superficiales falsamente libertinas. Y eso era lo que mas molestaba secretamente de la situación a la castaña que a pesar de tener su rostro tan blanco como un papel del miedo, no pudo evitar fruncir su entre cejó con molestia.

Puede que gracias a ello ocurrió lo siguiente, o no. La verdad era una sola y esa era que Terry debía pensar un poco mejor como tener diversión por un rato. Y esto se advertía con el pasar del reloj de manecillas flojas justo pegado a la pared sobre la puerta de entrada. Sencillamente por el hecho de que las cosas podían voltear se, dado el caso podrían simplemente pasarse inocentemente a el bando contrario y luego volver a el tuyo sin siquiera importarle la ley de lo que « es correcto » Por que, todo podía ocurrir en un desliz como el suyo, y terminar de la misma forma rápida y veloz como lo fue la de Guss y Daniell's.

Para ser alguien más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora