En el presente, lejos de los recuerdos tormentosos que envolvían a su mente, su cuerpo dolía, más en específico su hombro izquierdo. Sus ojos aún no tenían la suficiente fuerza como para abrirse e de igual forma aún no quería hacerse cargo de la compañía que se mantenía cerca suyo y que supuso se encargaba de custodiar su estado de salud general.
A exactitud no sabía quienes eran las personas que le acompañaban, no sabía si se trataba de sus padres conjunto a su hermana mayor o de Guss junto a Daniell's, pero estaba seguro de que abrir los ojos para detenerse a entender su entorno no era la mejor idea. Estaba seguro de que el levantarse y demostrar que ha recobrado la consciencia, le obligaba a dar demasiadas explicaciones. El dolor lo tenía demasiado exhausto como para perder el tiempo manteniendo una aburrida conversación sobre lo que paso. Desgraciadamente se daba cuenta de que, el mes aún no terminaba de acabar y la desgracia ya se esparcía como virus por sobre Clydens. Aquel pequeño pueblo sufría de perdidas y apariciones de curiosas entidades cada poco tiempo, casi parecía ser algo causado a propósito. Aquello era un hecho ridículamente curioso, podría hasta decirse que más del lado fantasioso que de cualquier cosa.
La muerte de Karla traía locos y desquiciados a la mayoría, no le sorprendía haber recibido un disparo en plena caminata a casa. No estaba muy ofendido por sobre el hecho. De alguna forma le parecía una buena forma de desquitarse, sabía lo mucho que podía afectar su trastorno a Guss. Por muy sádico que sonara, lo entendía, era demasiada presión. Ya lo había visto con esa actitud desde antes de todo aquello. Sus crisis ocurrían cuando había demasiado en lo que pensar, cuando tenía muy pocas salidas. O muy poco tiempo... Fuera lo que fuera, podría excusarselo con ayuda de Daniell's, al final el pelinegro no tendría problema si sus padres llegaran a decidirse en hacerse cargo. Para su mala suerte la conversación que mantenían las personas a su alrededor le hacían entender que tal vez llevaba más tiempo del normal dormido en lo que seguramente sería un hospital.
De pequeño había sido un niño imperativo, mismo que amaba aprender todo sobre todo. Podía hasta decir que hasta hace un par de años aún vivía metido en la gran marca de arquitectura a las salidas de Clydens y se la pasaba allí aprendiendo sobre casi todo por horas en completa soledad. No era que amara estar solo, en realidad, realmente llegaba a temer encontrarse en ese estado de extremo silencio y desolación. Aún así, a pesar de haber cambiado tanto gracias a el paso del tiempo, de haber dejado de ser quien era antes, desde hace mucho; no pudo evitar sentir la necesidad de saltar sobre la camilla y retirarse las vendas e las intravenosas para salir corriendo a la salidas de Clydens y finalmente esconderse dentro de lo que alguna vez, cegado por la inocencia, pudo considerar estúpidamente su hogar.
Era por ello que, antes de que alguno de los presentes que le acompañaban en la habitación pudieran reaccionar, sus orbes multicolor se abrieron lentamente acostumbrándose a la luz de su entorno, mientras, una pequeña tos hacía estragos en su respirar. Una vez controlado su ataque de tos, que se debía más que nada a la mala transición de su propia saliva, se dedico a observar consternado su alrededor. Contrario a lo que creyó, se encontraba tendido en un mueble refinado mientras a su costado se encontraba una de esas extrañas cosas que le otorgaban sangre ajena para su recuperación. Ignorando las miradas anonadadas de sus acompañantes analizó su entorno, lo más que bajo su estado, se le fue permitido. Al segundo después, entendió que se encontraba bajo el cuidado de la casa Obverl.
- ¿Qué tal tú retiro espiritual? - Apenas se dio cuenta de que Terry finalmente se encontraba despierto, Gabriel Obverl no dudo en burlarse de su estado general.
- ¿Cuánto tiempo e estado aquí? - Pregunto a Guss tranquilamente ignorando a el rubio que se mantenía pegado a el costado del otro.
- Casi cinco días, puedes estar tranquilo solo tu padre conoce del todo la situación. - Explicó tranquilamente observando hacía afuera, aún permitiendo el agarre de Gabriel sobre sus hombros. Antes de poder preguntar algo más, los golpeteos provenientes de la ventana ubicada a una distancia considerable de donde se encontraba, le obligaron a guardar silencio. Del otro lado, una cabellera pelirroja que sobresalía vagamente de una capucha oscura; que casi era irreconocible gracias a la oscuridad que adornaba la noche, de no ser por las luces provenientes del interior de la sala en donde se encontraban, hizo estragos en su enloquecido sentido común.
Al observar aquella figura entrar furtiva a través de las finas cortinas, viendo como sus acompañantes actuaban con naturalidad, se obligo a si mismo a mantener la calma. Exaltarse solo demostraría debilidad, de igual forma, aquella rizada cabellera le era algo conocida. De alguna manera, le era fácil mantenerse tranquilo entre tanta situación sin verdadero contexto gracias a las dos presencias conocidas que le acompañaban.
Por otro lado, al entrar completamente, la capucha que ocultaba el rostro ajeno fue bajada con rapidez, a su vez, una maraña de pelo rojizo y un par de ojos marrones le observaban con naturalidad. Puede que se equivocara, más a su parecer, aquella chica no era nada más y nada menos que la hermana menor de su ex amigo Victor. Aún así, le era curioso ver a aquella chiquilla en estas zonas tan alejadas del continente, lugar donde actualmente se hospedaba la familia de Victor. La cual por no exagerar se atrevía a asegurar, solo eran su hermana y él. Por lo que, demostrándolo o no, al ver como aquella chica se acercaba tranquilamente hacía aquel mueble en donde reposaba desde hace casi una semana, no pudo evitar sentirse ansioso. Esa pelirroja solo podía advertir que vendrían problemas.
- Hola Terrible. - La chica sonrió agraciada mientras delicadamente hacia a un lado las sabanas del costoso mueble, para sentarse a un lado del jovencito de ojos multicolor.
- Ian. - Respondió desganado, sin intentar ocultar el desagrado que le provocaba aquella presencia, observó directo a los ojos a el pelinegro, esperando obtener respuestas de inmediato. Cosa que tal vez no obtendría en ese momento.
Contrario a lo que esperó la chica, el chico a su lado fácilmente le regalo una frívola sonrisa, sin siquiera mirarle directo a los ojos. Su mirada multicolor se mantenía fija en como las manos del rubio platinado se resbalaban perezosamente sobre los hombros del alto pelinegro. Le desagradaba admitirlo pero quería saber a exactitud lo que ocurría a su alrededor, mucho más si con ello obtendría una explicación de lo que había estado ocurriendo cuando estaba dormido. Pues así tendría una idea clara de donde estaba Daniell's, de que ocurría con Gabriel y Guss y el porque de la presencia de Ian en aquel momento.
- ¿Algún problema Ander'ns ? - Se atrevió a preguntar el mas joven del pequeño grupo.
Al haber observado las miradas que se dedicaban Terry y Guss cada tanto, gracias a su propia naturaleza, no había podido dejar pasar la oportunidad de crear algo de drama para fangiliar con mucha más comodidad, de la que con su imaginación podría obtener. A fin de cuentas, vivía para ver el mundo arder, que mejor que disfrutar del tiempo que quedaba antes de que toda la verdad saliera desenfrenada hacia los oídos de los demás y los días se convirtieran en un caos de nauseabunda totalidad. Estaba seguro de que gracias a su propia forma de ser, le salía mucho mejor esperar pacientemente la llegada del fin. Después de todo, sabía que para Janick Alessandro De La Fleur el fin siempre le aseguraría un nuevo comienzo, sin importar a quien debería obligatoriamente aplastar en el proceso. Por que sí, todo aquello era parte del plan aunque pareciera lo contrario.
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Para ser alguien más.
Tajemnica / ThrillerTodos cometemos pecados. El de Guss curiosamente había sido entregarlo todo por mera avaricia. Para muchos todo se definía en un asesinato cruel y despiadado, en el arrebato de la vida a un inocente. Por el contrario él solo había dejado en liberta...