21: Ojos verdes.

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Puede que al principio no pudo darse cuenta  de que aquella sangre que alguna vez pudo sentir sobre sus dedos, no pertenecía a un real sirviente de su familia. Puede que, gracias al paso y las enseñanzas dejadas por el tiempo, pudo darse cuenta de ello aquella noche en la que conjunto a Daniell's habían lograda colarse a la gran biblioteca oculta en la iglesia. Al verle sentado en el suelo, con las muñecas ensangrentadas y con un cigarrillo encendido sobre sus labios, lo supo de inmediato.

Aquella figura melancólica pertenecía a quien alguna vez su otro yo, había podido conocer. Eso lo hizo viajar al pasado, aún así no fue lo que debió hacer, pero a su vez, la mas inapropiada de las sonrisas surco su rostro al recordarle. Puede que gracias a estar así de dormido no hizo nada más que lo que cualquier ser humano consideraría correcto. No lo hizo sentir conforme, pero tal vez, en algún momento podría volver y hacer las cosas de manera correcta.

Controlando a sus impulsos, conjunto a su amigo de baja estatura, se hicieron cargo de los rastros de sangre e finalmente en la mañana, luego de haber curado gran parte de aquellas profundas heridas, llamaron a la policía. Luego de eso, nuevamente se encontró encerrado en casa. Una persona como lo era él, no podía estar fuera libremente, gracias a eso, su piel era falta de color, su tono de voz carecía de verdadera empatía y sus únicos amigos eran controlados y escogidos cuidadosamente por sus padres. No conocía demasiado de afuera, o al menos no hasta después de aquel tiempo.

Por lógica, y para mantener apariencias, en cuanto él chico de figura melancólica salió de aquel tétrico hospital, en estado claro de recuperación, fue llevado a la casa del lindo y tierno chico de ojos con tonalidades diferentes. No fue lo que esa otra parte de sí, deseo obtener pero, felizmente recibió la bandeja de oro en la que metafóricamente le era entregado aquel peligroso chico. Por que sí, su trofeo era diferente al resto que le acompañaba. Era triste, pero solo era un trofeo para mostrar y ya. Haberlo obtenido solo logro hacerle consumir muchas más pastillas de las que alguna hez tuvo que tomar. Ni siquiera la versatilidad de sus acompañantes o la soledad y silencio nocturno, le dejaron tranquilo al estar nuevamente sólo en casa.

Aquel chico de mirada verdosa se había ido demasiado rápido, un sentimiento confuso comenzaba a formarse dentro de sí, de alguna forma necesitaba verle de nuevo. Aquella vez, ya siendo un joven mucho más consiente de lo que podrían atraer sus impulsos, evito mencionar su necesidad a cualquiera que pudiera comentárselo a sus padres. Fuera o no parte de su extravagante capricho, no quería salir perjudicado por tanto, para nada.

Quería ver lo que era ser libre, quería observarlo sin que él supiera que estaba allí. No lo considero demasiado extraño, hasta que las insinuaciones de aquella pequeña chica pelirroja, le hicieron cuestionar: ¿Por qué? Al jamás estar realmente solo, pero nunca sentirse acompañado de aquella forma, no podía entender del todo por que necesitaba tanto la presencia de aquel chico extraño en su vida. Poco a poco, gracias a sus encuentros furtivos con aquella maraña foja,  entendió porque.

Eventualmente deseo conocerlo, o al menos esta vez más de verdad. Con sigilo empezó a hacer más acto de presencia en la iglesia para hacer compañía en las oraciones que eran orquestadas por su padre. Poco a poco empezó hacer parte del otro mundo que existía pacífico detrás de la bruma que lo envolvía; aquel mundo era uno tan desconocido, como lo había sido la necesidad.

Haciéndose amigo de Eleonora y Arthur la vida empezó a tomar más sentido de lo que alguna vez lo tubo. Lejos de solo estar juntos ellos con el objetivo de poder volver a hablar con Calet, también disfrutaba y empezaba a entender lo que era vivir gracias a la compañía de aquellas dos personas con las que, de ser por él, jamás hubiera dejado de hablar.

La admiración se llevaba de la mano con el control. Para bien y para mal, ambas se controlaban entre sí; vivía a merced de la imagen que proyectaba. Tenía miedo de no ser nadie detrás de la pantalla, pero temía más volver a ser lo que con anterioridad había sido. No le gustaba estar dormido, aún así le gustaba soñar y por ello finalmente sucumbió a la desesperación y les dijo su deseo como por pura casualidad.

Un final que jamás premedito termino por destruir su ensoñación de forma casi permanente. Para la siguiente semana, los planes, el deseo y la necesidad habían acabado con su poco sentido. De nuevo estaba asustado, se preguntaba internamente el para que, o el por que sus padres le complacían tanto. Se odiaba por ser tan tonto y obstinado. Odiaba haber visto una tarde cualquiera a Daniell's de reojo y solo decir a la primera oportunidad « quiero a ese » Odiaba ser tan humanamente egoísta. Porque, no le gustaba para nada la idea de estar sólo. No le gustaba la idea de ser un humano tan cruel.

Aún así, no fue una sorpresa recibir la orden de acercarse a el Ple'yters y solo conseguir información. Ya que, a veces, cuando estamos rotos, solo queremos encontrar a seres iguales a nosotros que puedan entendernos. Fue su error haber permitido que ella lo rompiera. Fue su culpa tener tanto miedo, como para no abrir los ojos y darse cuenta de que nada podría llegar a ser tan fácil como parecía. El día que lo perdió, se encontraba de rodillas en silencio junto a su casi inseparable confidente: Daniell's. Creyó que su mundo regurgitaría y lo mataría sin esperar, al saber que aquella mirada verdosa había sido nuevamente alejada de su lado. Creyó que, teatralmente solo debería correr a salvarlo y este caería rendido a sus pies. Aún así, pudo saber que se equivocó. No hizo demasiado para detenerle, le dolió verlo huir con el rostro cubierto, le dolió saber que su mirada perdería aquel brillo que luego de aquella vez en la biblioteca poco a poco había logrado que obtuviera. Le dolió saber que Calet Ple'yters finalmente había muerto por mandato de su hermana.

No dijo nada aquella vez, curiosamente no fue por miedo, indecisión o respeto. Sólo una vez que guardas silencio, cierras los ojos y escuchas, puedes darte cuenta de la realidad. Solo una vez que dejas que el dolor fluya, puedes estar despierto, o al menos así lo creyó una vez le fue devuelta la vista s través del espejo. Espero el tiempo que pudo, lo hizo, ya que era su deber, más una vez pasados los meses, no pudo contenerse. Necesitaba volver a estar dormido. Necesitaba volver a tener parte de aquella mirada nuevamente gravada en su mente. Metafóricamente, entre miles de estrellas, aquel chico, era a la única que en medio de aquella galaxia, tenía la suerte impropia, de ser una estrella sin estela que inesperadamente lograba devolverle el brillo que con el paso del tiempo, todos a su alrededor habían perdido.

 Metafóricamente, entre miles de estrellas, aquel chico, era a la única que en medio de aquella galaxia, tenía la suerte impropia, de ser una estrella sin estela que inesperadamente lograba devolverle el brillo que con el paso del tiempo, todos a ...

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