Para Terry todos eran sospechosamente culpables. Aun así, gracias a su imagen, tampoco podía demostrar que le importaba la muerte de Saw más de la cuenta. Para él, una imagen adorada por los miembros de su iglesia, preocupaciones por la muerte de alguien como lo había sido Karla Saw eran inauditas. Por nada del mundo debían ocurrir, o al menos no mientras hubiera alguien más observando.
No mientras seres tan frágiles como aquellos tuvieran la certeza de que alguien como ella, era importante para alguien como lo era Terry. No mientras tres semanas después de su muerte, el tema ya no era un hecho tan importante. O al menos no para la mayoría, quien ya había perdido interés en aquel curioso suicidio. Para este punto, a nadie le importaba realmente nada relacionado con aquella persona, que anteriormente había sido muchas cosas. Era impresionante, una amiga, una hermana, una mujer maravillosa les había abandonado, y a nadie le importaba, a nadie le dolía suficiente como para asistir a su entierro. Nadie tenía la decencia para acercarse a su ataúd y regalarle una sonrisa, una despedida digna que a su alma pudiera otorgarle una salida. No cuando todo había sido a causa de un « suicidio » O al menos hací lo aseguro la iglesia.
Ese día, ese domingo santo, mientras los demás se la pasaban pacíficamente orando, el cuerpo de Karla Saw se mantuvo todo el tiempo tendido sobre la tierra a la espera de una última sonrisa por parte de su amor. Se mantenía paciente, aun esperanzada el alma de aquella persona a la espera de algo más. Algo que tal vez jamás llegaría, después de todo ya había muerto, ya no podría levantarse y correr en busca de consuelo a los brazos de alguien. Alguien con quien de verdad se sintiera nuevamente tranquila, nuevamente viva después de tanto. Pero ya no había nada que hacer, solo quedaba esperar a la persona indicada que se detuviera a observarle, que se detuviera a presenciar su huida del mundo.
Eleonora gracias a sus divagaciones sonrió nostalgia, sabía que muchos de sus pensamientos no podrían ser del todo acertados pero le parecían tan igualitarios a los que tendría ella, que no se detuvo. En realidad, en su huida de la iglesia se mantuvo ausente viviendo en carne propia sentimientos como aquellos. No estaba del todo segura, pero tal vez ella se había sentido sola, no la culpaba por lo que hizo, realmente se negaba a creer que fue ella quien decidió lanzarse de aquella forma un domingo santo. No creía que ella hubiera sido lo suficientemente capaz de desafiar e dejar en el abandono lo que en el futuro les esperaba. No le creía capaz de tirar a un lado su sueños, no cuando estaban tan cerca. No cuando tenían millones de posibilidades en sus manos. No cuando Guss había vuelto para salvarles. No era cierto, no era verdad. Aquello debía ser solo una mentira barata por parte de los oficiales para encubrir algo mayor. Su Karla no podría haber decido abandonarla, no cuando ellos habían vuelto. No cuando ella sabía lo que aquello significaba.
Tomo un taxi, le indico su destino e sin observar atrás dejo a un lado de la acera lo que para ella desde hace años había sido su casi todo. Y es que, sin Karla ya no tendría sentido seguir con la farsa. El camino era tan cerrado y oscuro como lo era su visión del todo en aquel momento. Las calles vacías, los niños jugando a correr por ahí, le pareció tan básico e irreal que casi pudo sentir miedo. Frente a las rejas oscuras del único cementerio de Clydens se encontró así misma en medio de todo ello, se encontró con la otra mitad de su alma tendida a la espera de su otro yo, a la espera de un último « te amo » Trago en seco, reuniendo fuerzas se acerco a el lugar en donde estaría su cuerpo en aquel momento, se acerco a la caja oscura y fría en la que ella estaría encerrada para siempre.
Se sentía imponente, no podía acompañarle ni aunque de verdad pudiera. No cuando aún debían ser libres. Sonriendo en medio de su llanto sin sentirse en capacidad de levantar la mirada y observar el nombre de una persona que realmente no había sido, sobre una banal lápida, observó sus manos con recelo, nostálgica gracias a el propio viento saco de entre su chaqueta una pequeña nota junto a una rosa bastante desteñida, hecha de papel. Temblando, le dejo uno de sus más grandes tesoros sobre lo que aún no podría llamar « tumba » Seguido cubrió a sus ojos con sus manos y se encamino hacia la salida en busca de liberación.
Allí luego de todo ese rato se encontraba aún el taxi que le había traído. Aprovechando la oportunidad, sofocada por el despecho y la falta de vida, se subió nuevamente a el taxi e indicándole su destino, limpio vagamente sus lágrimas observando a el cielo caer. Caer casi tan rápido como lo hacía su mundo en aquel momento, en donde la realidad se hacía cargo de abrirle los ojos. Mientras las cenizas de un lluvia infinita dejaban paso a la luz de la noche, aquel taxi finalmente se detuvo en aquel lugar que por años se había visto en la obligación de visitar. Con un suspiro, bajo del auto, se despidió y se encaminó a aquella casa en busca de una verdad que tal vez jamás encontraría en aquella persona, pero que aún así sentía debía encontrar.
Mientras sus pasos largos y directos concordaban con el frío de aquella noche, en algún momento del tiempo, un niño pequeño observaba por las ventanillas de su balcón, sorbía su nariz y se observaba a sí mismo por medio de nada mientras observaba directo a abajo sin esperanzas. En algún momento del tiempo, las ventanillas de aquel niño fueron abiertas, a la par de el resonar de las puertas de la casa Obverl. De igual forma, mientras las puertas blanquecinas de aquella casona eran abiertas para la mujer vestida de monja, el pequeño niño era casi obligado a saltar por las puertas de aquel alto balcón. Ella abrazando a la persona tras las puertas y él pequeño abrazándose a su propia verdad.
Al mismo tiempo, ambos sintieron a la libertad y el mundo caer bajo su ser. De alguna forma, a pesar de las represarías, la realidad, y hasta el resto de entidades divinas que parecían ya haber pautado su destino, ambos ya rotos y redimidos de pies a cabeza, habían renacido y muerto dentro de sí. Aquel niño y aquella mujer vivían un dolor inconsciente que había logrado terminar al lograr abrir sus puertas. Por que, aquel pequeño niño ya no era un él, si no era una ella que sinceramente ya vivía de la forma que era correcta. Todo por que al final, dios si se había encargado de su pequeña equivocación. Todo por que al final ya era libre, ya eran libres.
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Para ser alguien más.
Mystery / ThrillerTodos cometemos pecados. El de Guss curiosamente había sido entregarlo todo por mera avaricia. Para muchos todo se definía en un asesinato cruel y despiadado, en el arrebato de la vida a un inocente. Por el contrario él solo había dejado en liberta...