19 : Jaula de oro.

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A sus siete años, Ian ya podría considerarse una esclava mas para la familia Ander'ns;  específicamente para la heredera mayor de aquella familia, que guardaba oscuros secretos y que se encargaban de obtener todo lo que quisieran, sin importar si solo llegaba a tratarse de tontos caprichos. Ella más que nadie lograba entenderlo, lamentablemente había tenido que vivir uno de sus caprichos en carne propia.

Vivía a la espera del fin, para ella no existía un mañana, un después o un seré. Todo dependía de una orden, un capricho y era todo. Jamás, con tan poca edad habría creído que, al colarse a una biblioteca lograría terminar así: encerrada en una fría y vistosa jaula de oro. Existían cosas que jamás lograría entender, solo sabía que sus rizos rojos y pequeñas pecas habían sido lo suficientemente llamativas para llamar la atención de aquella familia. Todo solo por empujar una sola ventana y volcar un par de libros. Era joven, solo dos años atrás habían hecho de su mundo un lugar diferente.

Cuando luego de su huida su vista fue cubierta por una bolsa e finalmente luego de un buen rato pudo ver a dónde había sido arrastrada. Termino aquí, a merced de la única persona en la familia Ander'ns que realmente tenía el derecho de hacerle daño. Aquella otra chica años mayor que ella, a pesar de ser igual de chica, tenía una vida más en sus manos. Lo entendió con el tiempo: no debía correr el riesgo. Aquella niña era la definición de peligro. Podría ser perfecta de no ser por lo que guardaba para ella misma, un día había podido oírla murmurando cosas, esas cosas no habían sido buenas.

Ella no era de el pueblo, de hecho, estaba segura de que su antiguo hogar se encontraba muy lejos de Clydens. Aún así, con dos años más de vida, ya conocía a el pueblo y sus habitantes como la palma de su mano. Gracias a esto, su entrenamiento y su agradable apariencia, ella era, por decirlo vagamente: el títere perfecto. Claro, eso por no mencionar a su hermano Víctor, aquel chico, a merced de las ordenes de Terry era por mucho, un joven mucho mas sobresaliente que su pequeña hermana. Más a pesar de ello, para ambos las cosas no eran tan fáciles.

Dentro de lo que desde el exterior se llamaría una familia, realmente se ocultaban verdades que a cualquiera matarían de un susto. Uno de los bajones de realidad más fuertes que aquella oscuridad ocultaba resulto ser la verdadera razón de ser lideres de aquella comunidad, aunque realmente también lo era saber la verdad sobre el paradero de sus padres biológicos, a pesar de ello, con el tiempo ese tipo de detalles lograron dejar de doler, por lo que, ya era algo que no valía recordar a menos que, lo que estuviera viendo a hora, tuviera algo que ver. Frente a ella, justo en el presente, donde ya sus rizos no eran controlados por largas e incomodas coletas, frente a gran parte de la familia Ander'ns las palabras de su ama cobraban sentido: Deben odiarlo.

Claro. Deben odiarlo, solo por que así debe ser; existen diferentes razones por las que permites que las cosas fluyan, las personas son ellas gracias a el resto, la gran y aterradora verdad era el desgarrador todo de su misión. Corrección, la verdad eran los motivos por los que actuaba la heredera Ander'ns. Realmente, era una realidad bastante cruel. No apoyaba su ideal de moralidad, aún así quería estar de pie, no quería caer gracias a un error, no cuando ya llevaba tanto tiempo despierta.

Tal vez, fue gracias a su deseo egoísta de seguir viva que sencillamente se quedo allí en silencio observando como Terry huía de si mismo para actuar como otra persona. Tal vez, alegremente podría decir que ambos eran iguales. Aún así, tal vez eso ni siquiera tendría sentido de no ser por el golpe que fríamente logro impactar en el rostro de aquel chico con fracciones agraciadas. Lo entendió al segundo, no culpo a nadie en realidad, ambos estaban amordazados dentro de sus propias jaulas doradas. Uno más atado que el otro, pero tal vez finalmente con la intención de escapar del mismo sentimiento: incertidumbre.

¿Qué como logro entenderlo en un solo segundo? No lo entendería de no ser por el hecho de que sabía reconocer la otra cara de la moneda. Realmente todos de alguna manera en aquel lugar deseaban ocultarse del mundo dentro de su caparazón, no es como si ello pudiera excusar las acciones de algunos, no es como si ello pudiera excusar lo que hizo aquel día. Aún así, no podía ignorar el hecho de que aún existían razones por las que aquello estaba bien. Tal vez, Terry merecía el golpe, después de todo, tal vez aquella cachetada lograría abrirle los ojos y hacerle darse cuenta de que, sí o sí debía empezar a hacerse cargo de lo que conllevaba estar a merced del apellido Ander'ns.

— ¿Pecas? Ya se fueron, vamos. — Gracias a el cielo la grotesca voz del Fleur le atrajo a la realidad.

— Claro. — Respondió con diversión.

Seguido, salieron sonrientes al exterior, ambos ignorando completamente el cuerpo que tendido sobre el suelo descansaba sin fuerza, gracias a la golpiza dada por el líder del convenio y su esposa. No es como si lo hubieran querido, pero estaban conscientes de que con el paso del tiempo, hasta el ave mas salvaje acostumbra a sus alas a guardar silencio. Acostumbra a su corazón a seguir viviendo dentro una bella y fría jaula de oro.

— ¿Ya acabaron queridos? — A mitad del pasillo, lejos de la presencia del Ander'ns menor, Gabriel Obverl felizmente junto a Guss Tom'ynson les interceptó. El menor, tomando de los hombros al mas alto, esperaba paciente una respuesta mientras sostenía fuertemente los hombros de su acompañante evitando la huida de este.

No fue por nada más que incertidumbre pero la pelirroja, lograba entender de alguna forma aquel sentimiento que detonaba aquel chico de cabellos oscuros con solo mirarle: miedo. Por ello, no dudo en saltar “alegre" a los brazos del peliazul y empezar a contar con lujo de detalles las hazañas realizadas por los padres del heterocromie contra sí, haciendo a un lado al ojiverde, le permitió, con un guiño furtivo, ir libremente en busca de su desgraciado amo.

 Por ello, no dudo en saltar “alegre" a los brazos del peliazul y empezar a contar con lujo de detalles las hazañas realizadas por los padres del heterocromie contra sí, haciendo a un lado al ojiverde, le permitió, con un guiño furtivo, ir libreme...

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